Es lo Cotidiano

RESEÑA

Discéntricas: antología que cruje

Meryvid Pérez

Meryvid Pérez
Tachas 456
Discéntricas: antología que cruje

No hay sensación ni recuerdo que no pase por el cuerpo. Mirar al pasado, por cercano o lejano, siempre involucra el cuerpo. Sonidos, sabores, el vértigo y el miedo, son especies de cartografías que marcan la piel. Un poeta dijo alguna vez que la poesía es la probabilidad de salvarnos del diario morir. Discéntricas (Ediciones La Rana, 2021), en la segunda página de su prólogo, recuerda esa declaración; así me dispuse a leer lo que ese diario morir supone y estoy segura, encuentra a cada poeta y lector.

Di vuelta a la hoja, ahí encontré una figura femenina que, a la vez de distinguirse, se desfigura entre las raíces de un árbol. Regresé algunas páginas: vi cabeza, brazo y pierna dislocados integrando a su vez la figura de una mujer. La autora de ambas imágenes es María Paula Hinojosa Reyes.

A Discéntricas hay que acercarse con suma atención, pues cada detalle cuenta, y sé que a veces no nos fijamos en la propuesta visual de un libro en relación con los textos; como continuación de lectura. En mi experiencia, de un tiempo para hoy, he descubierto ese valioso diálogo entre imagen y texto. Así las obras de Susana Salinas (portada) y Maria Paula Hinojosa (interiores) fueron redescubiertas con nuevo asombro cuando finalicé los poemas -más no la lectura- y pude mirar el tejido entre imagen y versos entrelazados en torno al cuerpo.

La antología Discéntricas está conformada por 28 poetas jóvenes mexicanas. Su compilación surge de las manos de la escritora y editora Mariana del Vergel y el conjunto de esfuerzos del I Encuentro Nacional de Mujeres Poetas Jóvenes (evento auspiciado por el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, Ediciones La Rana y la Universidad de Guanajuato). La publicación surge expresamente de la pulsión de Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989-1999), antología editada por Los Libros del Perro en 2020 a cargo de Zel Cabrera, sumándose a las entregas que proponen reunir y dar espacio a la escritura de mujeres jóvenes.

Los poemas reúnen cuestionamientos, ausencias e introspección que no sueltan la corporalidad, atravesando de manera insistente a la familia, los afectos, enfermedades, violencias e infancias -por mencionar lo destacable-. “En los descansos escolares/ un hilo de sangre besa mis piernas/ el miedo toma rostro de niña/ clavado a la altura del jardín.” Versos de Giselle Ruiz, una de las autoras reunidas.

En Discéntricas el cuerpo es el punto de anclaje para referirse a lo humano. Se narra desde la estética de la ternura, pero también y, sobre todo, del dolor. Las voces poéticas confrontan al cuerpo mencionándolo a pedazos: venas, carne, pellejo, cadera, puño, cráneo, pulmón, estómago, ojo, vientre, son algunas de las formas en que los poemas se refieren de manera explícita al cuerpo.

La poesía es sonido y puedo asegurar que este libro cruje. El cuerpo se desmiembra casi irremediable conforme avanzan los textos. Y yo que soy fanática de hacer listas, recolecté las palabras que conforman el crujido: hoguera, estruendo, quebrar, astillas, entrañas, escombro, quejumbre, grieta, estruendo, rescoldo, tallos, costal, -la lista por su puesto es más larga-.

Me parece por demás interesante lo que cada poema sugiere cuando desarma al cuerpo o ahonda en él desde una introspección incluso biológica, casi médica, manteniéndolo intacto y admirándolo en su absoluta realidad. Aquí un ejemplo: “El ojo y/ su imagen obscena/ gérmenes/ humedad/ vello saliendo/ de sus alrededores/ el ojo/ bloqueo de la cavidad/ que nos lleva al inicio de todo/ el ojo se siembra/ en un hoyo del cráneo/ visitante/ malhecho/” (Marjha Paulino). Ese tipo de introspección se fija en situar al cuerpo como el lugar que revela las cuestiones más íntimas del individuo.

Así, esta muestra conformada por mujeres poetas revela ese eco contextual del que nos advierte el prólogo. Discéntricas es entonces una mirada crítica al imaginario femenino, pues lo cuestiona tajantemente. Discéntricas es la lucidez en temas que aparentan disolverse entre lo social y lo íntimo: se sitúa en las violencias, indaga el ser madre, esposa y artista desde un marco actual.

Discéntricas es también el recuerdo de la infancia. La descendencia. La contemplación del entorno. Es un cuerpo enfermo: “Un tumor es quizá un hijo que no nace, cuerpo adentro, un hijo que insiste. Un sistema fallido. En el sueño, me daban el tumor redondo y yo lo sostenía entre mis manos. Somos lo que casi fuimos, dije.” (Eliza Diaz Castelo).

Entre sus ecos y temas diversos, esta muestra de poesía joven mexicana nos sobrevive al diario morir. Nos conduce, a través del cuerpo y su memoria, en la evocación de imágenes que rozan la entraña y revelan lo humano. Invito a acercarse a Discéntricas con oídos dispuestos a escuchar el crujido, a mirar el cuerpo y ese sinfín de cartografías que deambulan resonando finamente por las venas de cada poema.




***
Meryvid Pérez (Mérida, Yucatán, 1998) Estudia la Licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Egresada del Centro Estatal de Bellas Artes en el área de Creación Literaria en Lengua Española. 


[Ir a la portada de Tachas 456]