Cuento

Cerrarás los ojos para no ver

Tachas 457

Florentino Solano


—Abue, cuéntame otra vez cómo es el cielo. Quiero saber más de las nubes y del sol y de la luna.

Felipa nació ciega, quién sabe por qué, tal vez porque Dios así lo quiso. Tenía dos años cuando murieron sus padres por un ajuste de cuentas. Desde entonces quedó a cargo de su abuela de setenta años. La anciana lavaba ropa ajena y molía para la única fonda del pueblo y de esa forma mantenía a su nieta. Ahora venían de visitar a un tío de Felipa que vivía en Los Llanos.

—El cielo es azul, m’ija, cuando no hay nubes. Pero ahora hay muchas y ya no se ve de ese color. Las nubes son blancas pero las que tenemos sobre nosotros se están poniendo negras y eso quiere decir que va a llover pronto. Debemos apresurarnos. No sueltes mi mano.

Cuando doblaron el cerro, dos cuerpos aparecieron a la vista, en medio del camino, antes de llegar al arroyo. Cuando la anciana los distinguió quiso contenerse pero no pudo.

—¡Virgen santísima! —gritó sin querer, deteniéndose por un momento y apretando la mano de la niña.

—¿Qué pasó, abue? ¿Por qué dijiste Virgen santísima? —preguntó curiosa la niña.

 —Hay dos muertos en el camino, hija. Un señor y un niño. Los mataron porque hay mucha sangre.

—¿Como a mis papás, abue?

—Sí, m’ija. Cierra los ojos para no ver.

 

 

 



***
Florentino Solano (Metlatónoc, Guerrero, 1982). Su lengua materna es el mixteco. Ha publicado los libros Todos los sueños el sueño (SejuveGro, 2003), el poemario en su lengua materna La Luz y otras noches (CDI, 2012) y Cerrarás los ojos para no ver (ICBC-CONACULTA, 2013).


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