CUENTO
Tachas 475 • Calado • Florentino Chávez
Florentino Chávez

La abuela cantaba, del medio día en adelante, con buena y timbrada voz, acompañada en la guitarra por el fígaro del barrio. Al acercarse la tarde nos peinaba con cáscaras de limón y jitomate, para ir a ver la deslumbrante entrada del tren a la estación, entre emocionados aplausos de la población expectante: ¡Viva el tren...!
—¡Viva...! La máquina poderosa arrastraba las góndolas, carros-cisterna, vagones de pasajeros, estremeciendo el espacio; recargados en hilera contra la pared del túnel, una palomilla de vagos muchachos aguardaba el tectónico traqueteo, con el corazón desbocado, sobre los ríeles la estremecedora embestida de fuego y ruedas en movimiento. En un rito de iniciados, los imberbes aguantaban la presión del despelleje: quien no corría en el ámbito profundo ante el regaderazo del vapor, ése —calado, era “macho...”
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Florentino Chávez nació en Querétaro en 1942, entre la calle de Estío y Primavera, cerca de la estación de ferrocarriles a donde todas las tarde iba con su abuela a ver llegar el tren. Su abuelo era un carnicero que tenía el don de la palabra. De su padre oyó los primeros versos y de su abuela materna los primeros rezos.