jueves. 18.04.2024
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POESÍA

Tachas 488 • Cuando escribo • Jeanne Karen

Jeanne Karen

Tachas
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Tachas 488 • Cuando escribo • Jeanne Karen

I

Hay una extraña perfección cuando las cosas no suceden como uno las imaginó. Pensé en mi vida (física), como el constante movimiento, ir de un lugar a otro, hacer cualquier cosa para sobrevivir, pero las circunstancias tornaron mi existencia en algo distinto, algo único, mi mente viaja todo el tiempo, aunque la materia permanezca en un solo lugar. Mi cuerpo no se desgasta tanto, pero siento la mente pesada, el cansancio de hacerla trabajar para complacerme. 

Abolí la idea de hacer planes, me liberé de la presión de tener que llegar a algo, los meses pasan y la alegría consiste en preparar café, crear y tratar de descansar. Nunca imaginé mi vida entre la belleza y la locura, es un peso terrible y hermoso a la vez, no sé lo que sucederá, tengo que estar preparada para todo, cosas como un niño en el aljibe, un chico que corre para atravesar la carretera, una plaga en la casa, el montón de focos rotos porque así son los “accidentes”, el delirio de las tres de la madrugada, el hambre a las cuatro de la tarde, un cuarto lleno de pinturas, la soledad del gato, la línea imaginaria que divide mi vida de las vidas de los otros.

Cada día es más difícil percibir el vello dorado de la realidad. Caen versos, crecen entre las hojas, las historias se recrean en el polvo de los estantes, a veces miro con cierta dosis de amor a través de la ventana y el oxígeno parece dejar mi cuerpo, soy una herida a las doce de la noche, nada se salva. 

Hago poemas, los tomo, los recorto, los pinto, les quito palabras, cuando termino un libro es distinto al anterior, es distinto a todos los demás, no busco mi voz, una voz, busco dejar un poco de mí en todas partes, como la luz, como el agua, me acomodo, encuentro espacios, rincones, campos desolados, ojos para leer, sitios donde ocultarme. 



II              

Cuando voy a escribir necesito que algo preceda al verso, a las ideas, estar encerrada en mi estudio con las palabras que revolotean en la cabeza para caer como dardos sobre mi cuerpo. Los poemas se acomodan, son los días en un viejo calendario, en realidad es un calendario que no marca días, sino más bien instantes, momentos en que el tiempo era algo sagrado y no era concebible su forma de pasar monótona y sin sentido. Cada segundo cuenta, como los dardos sobre mi cuerpo, cada segundo cuenta, me dice una voz grave, miro a mi alrededor, la soledad es seria y habla sin tapujos, me avienta al matadero, la locura es irresistible, me mira desde la ventana y sonríe, pienso, ¿ahora estamos juntos en este asunto, ahora somos los dos seres con heridas, con cosas que ya no reconocemos, con la poca conciencia de que los demás están alejándose como las nubes de una vieja tormenta?



III

Si me das un libro, me das parte de ti, me das parte del mundo, si por casualidad tienes uno mío, espero lo hayas disfrutado, porque lo escribí en el momento en que estaba temblando encerrada en un clóset o debajo de la cama, concentrándome en mi ruido, en el sonido metálico de mi corazón. 


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