martes. 16.04.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

DISFRUTES COTIDIANOS

Tachas 490 • Pharoah Sanders: Karma liberador • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

Pharoah Sanders
Pharoah Sanders
Tachas 490 • Pharoah Sanders: Karma liberador • Fernando Cuevas

Un saxofón de furibunda profundidad que alcanza el cielo pletórico de astros en conjunciones misteriosas, encontrando caminos inesperados de espiritualidad anclada en tradiciones milenarias, desde las tierras africanas hasta las de medio y lejano oriente, entroncando con formas occidentales en constante evolución. Un free jazz de complejas armonías que abre paso a estaciones de reflexividad para evolucionar con un enfoque avant-garde de incendiarios alcances. Ya fuera como líder generoso o como miembro participativo, sus aportes resultaron no solo de carácter técnico en la interpretación con esos profusos soplados, sino de una polifónica inspiración que se expandía por el conjunto de las composiciones.

Sus padres fueron maestros de música y, al menos en su caso, no aplicó la máxima de en casa del herrero, azadón de palo. Bautizado como Ferrell Sanders en 1940 en Little Rock, Arkansas, empezó a tocar el clarinete para después, en la prepa, adoptar el saxofón tenor con la influencia de algunos monstruos del instrumento como Sonny Rollins y Charlie Parker para empezar a ofrecer sus primeras presentaciones en su tierra natal. Se fue a Oakland donde estudió arte y música y entró en contacto con colegas como Dewey Redman y Sonny Simmons, ampliando su campo estilístico que ya transitaba del bebop al free y de ahí a otras formas todavía por reconstruir. 

A principios de los sesentas se mudó a Nueva York y sobrevivió entre chambas ocasiones e incluso durmiendo en el metro, al tiempo que empezó a tocar con gente de la talla de Sun Ra (ahí está el álbum de 1964) y Don Cherry, respirando las influencias cósmicas y terrenales de uno y otro. Formó su primer combo y tras una presentación, a alguien del público le llamó la atención y lo invitó a tocar con él: se trataba, ni más ni menos, que de John Coltrane, con quien en efecto dio pasos de gigante que se reflejarían en los siguientes años y que se pueden rastrear desde algunos álbumes de estudio y en vivo del grupo, representando unos de sus momentos más arriesgados y disruptivos en los que el papel de Sanders resultó esencial, contribuyendo con ese halo de espiritualidad y búsqueda.

Firmó como líder el Pharoah First (1965), grabado un año antes en formato de quinteto e integrando dos piezas largas enclavadas todavía en un bebop con espacio amplio para el desarrollo de cada uno de los instrumentos. Ampliando rangos y horizontes, debutó para la prestigiosa disquera Impulse! con Tauhid (1967), en el que se dejan escuchar ecos egipcios y japoneses, de acuerdo con los títulos de los cortes, y una incursión astral con un saxofón tomando posesión del escenario interestelar y cimentando la base de su jazz espiritual. Tras la prematura muerte de Coltrane, siguió tocando con la gran Alice, su viuda, apareciendo en algunos grandes discos posteriores en los que profundizó en las ideas budistas.

Para cerrar esta década presentó Karma (1969), una de sus cumbres en las que va escrutando el plan maestro del creador con el apoyo del vocalista Leon Thomas, que llegó para quedarse, además de ampliar su paleta cromática con tonalidades arriesgadas. Continuó con este muy prolífico y creativo periodo entregando Jewels of Thought (1969), de rítmica envolvente y cierto acento religioso con explosiones imprevisibles del sax y un enfebrecido sol en acuario solo a ratos en reposo, en tanto Deaf Dumb Blind(Summun Bukmun Umyun) (1970), también se conformó por un par de piezas rondando cada una los veinte minutos y configurándose cual ruta de incesante polirritmia de sello africano para llegar a la casa de El Señor; en ambos discos la presencia de Lonnie Smith resultó sintomática.

Thembi (1971), volviendo a colocar el énfasis en la vertiente del ensanchamiento espiritual con mirada tribal, a través de un sonoro viaje astral de amaneceres multicolores que incluyen el amor transmitido por las cuerdas de la oración temprana y la persuasión expresada en el corte titular. Este mismo año presentóBlack Unity (1971) con las dos partes de la canción ídem en tono de llamado a la integración, y se editó Live at the East (1971), ni mandado a hacer para apreciar este periodo puesto en el escenario; continuó con Wisdom Through Music (1972)  y apareció el intenso Izipho Zam (My Gifts) (1973), grabado en 1969 con la compañía de la comprensiva guitarra de Sonny Sharrock y las vocalizaciones en forma de tirolesa, una vez más, de Thomas, entre otros, incorporando tradiciones de la música del este con las campanas anunciando el inicio de la aventura. 

Presentó Village of the Pharoahs (1973), en compañía de Sedatrius Brown y con esencias arabescas que acompañan los largos recorridos de un sax en pleno uso de su derecho a la libertad, incluyendo parajes de cierta contemplación entre mansiones y algún homenaje a Lee Morgan. Vendrían Love in Us All (1973), con el mantra de la canción Love is Everywhere, conducida por un elocuente piano que da paso al saxofón rabioso en To John, el otro corte en lógica de homenaje; Elevation (1974), capturando en vivo al músico tras varias presentaciones en Los Ángeles con una pieza en estudio; Pharoah (1977), de alcance meditativo en clave sicodélica para entender los tiempos de la cosecha y Love Will Find a Way (1977) de buen alcance comercial dado su tono más accesible, conservando la premisa del amor como sustento para seguir adelante.

LA PROMESA AL FINAL DEL VIAJE PERSONAL

A partir de los años ochenta, el explorador saxofonista de poderosas armonías se fue alejando de los reflectores, si bien no dejó de grabar obras propias y con colegas de diversas tendencias. Presentó el doble Journey to the One (1980), integrado por diez cortes producto de las sesiones así nombradas en las que participaron diferentes músicos, Bobby McFerrin incluido, y en los que igual se despliegan los efervescentes solos que los momentos para mirar hacia dentro; siguió con Beyond a Dream (1981), de nuevo proyectándose hacia un cosmos alcanzable solo en clave onírica, y Rejoice (1981), otro álbum doble de vitalidad absoluta y confeccionado con la compañía de virtuosos colegas y la presencia estilística de Coltrane, su gran mentor, también advertida de manera notoria en Heart is a Melody (1983), obra antecedida por el directo Pharoah Sanders Live (1982). 

Tras presentar Shukuru (1985), con Leon Thomas y combinando versiones con piezas propias, vendría un año muy prolífico con tres grabaciones: Africa (1987), de orientación libertaria para alzar la voz fuerte y claro; Oh Lord, Let Me Do No Wrong (1987), de tono suplicante y telúrico a la vez, y A Prayer Before Dawn (1987), dejando la furia para después y poniéndose en plan más accesible y amable. Con Moon Child (1989), entre versiones de sentida interpretación y composiciones de su autoría cerró la década, durante la cual ofreció algunas grabaciones en vivo y colaboraciones con gente de la talla de McCoy Tyner, su viejo cómplice, Elvin Jones, Norman Connors, el marroquí Maleem Mahmoud Ghania y Tisziji Muñoz.

Para cerrar el siglo se puso en plan muy amoroso, tratando de encontrar los sonidos que expresaran esa mezcla de sentimiento, pasión, decisión y encuentro: presentó una especie de trilogía al respecto conformada por Welcome to Love (1991), para abrir boca con gran acompañamiento y excelsa selección de canciones; Crescent With Love (1992), para ir consolidando el vínculo y subirse a la cima, y Ballads With Love (1994), ya en completo y reposado plan. Continuó con Naima (1995), en el que se encuentran versiones de Gershwin, T-Bone Walker y el infaltable Coltrane, y Message from Home (1996) con la producción del ubicuo Bill Laswell y la intervención de Foday Musa Suso, virtuoso de la kora, concluyendo esta etapa con Save Our Children (1999), de enfática búsqueda espiritual alrededor de las herencias africanas.

A manera de conmemoración para el nuevo milenio, grabó Spirits (2000) en forma de suite, junto con Hamid Drake y Adam Rudolph, entreverando sonidos de diversas geografías con el saxofoón como epicentro motórico, a la que le siguieron The Creator Has a Master Plan (2003), en el que estuvo muy bien cobijado por Henderson (piano), Farnsworth (batería) y Coleman (bajo) con miras a reconocer los designios divinos, y With a Heartbeat (2003), de nuevo reuniéndose con Laswell y retomando sonidos de distintas latitudes soportados en un bajo que, en efecto, funciona como latido que distribuye el pulso para el saxofón y demás acompañantes.

Colaboró con Kenny Garrett, Sleep Walker, Chicago Underground y Joey DeFrancesco, confirmando su capacidad adaptativa a épocas y estilos. Para el 2015 fue condecorado con el importante premio NEA de Jazz Master junto a Gary Burton, Wendy Oxenhorn y Archie Shepp. Las grabaciones de un concierto en París en 1975 fueron publicadas en el 2020 y con Floating Points, proyecto de Sam Shepherd, y la Orquesta Sinfónica de Londres, grabó Promises (2021), uno de los grandes discos del siglo XXI, funcionando a la vez como despedida que se queda para siempre en los terrenos de la introspección: música clásica, electrónica y jazz tenían tiempo sin asistir a una reunión de semejante magnitud.

El 24 de septiembre del 2022 Pharoah Sanders murió en su hogar de Los Ángeles a los 81 años. La anarquía de aquel movimiento que se conocería como new thing, cargado de expresionismo que estallaba en el tímpano con distorsiones de alcance astral que nos conducían por una irrefrenable pasión no solo por las convicciones musicales, sino por aquellas que lo mantienen a uno con la disposición para avanzar, a pesar de no tener del todo clara la dirección, permanecería y trascendería a sus integrantes: la ruptura como forma de encarar los estándares jazzísticos y aprovechar el cobijo de uno de los gigantes del género, no para simplemente imitarlo, sino para aprender de él y seguir el propio camino.

[Ir a la portada de Tachas 490]