POESÍA
Tachas 499 • El embarazo • Omar Pimienta
Omar Pimienta

Doña Sara no salió durante su embarazo.
Alguien le dijo que los niños procreados después de los cuarenta “salían mongolitos”
ella tenía 44 años y don Marcos 50.
Se escondió como quinceañera incestuosa y se dedicó a rezar.
Su vientre tenía tres cicatrices de las cesáreas anteriores.
Cuando murió eran diez las líneas que cruzaban su vientre:
cuatro cesáreas y seis operaciones varias.
El cómo se embarazó siempre ha sido un misterio.
Tere de siete años dormía con ella.
Don Marcos debido a un accidente automovilístico
dormía con un arnés que soportaba su columna
en una diminuta cama paralela a la de doña Sara.
Don Marcos en ese entonces apenas tenía tiempo para rascarse.
Cuando fue tiempo de dar de alta a doña Sara con su niño,
él juntaba cartón en Estados Unidos para reciclaje.
Carlos y Tere tomaron un taxi para recoger a doña Sara y al nuevo miembro de la familia.
Al llegar a casa, ella se sentó en el sofá reclinable de la sala.
Los dos hermanos acomodaron al bebé en la cama y lo examinaron detenidamente.
Le contaron los dedos,
le miraron los ojos a ver si parecía o no “mongolito”
le midieron la cabeza con cuartas usando de referencia otro recién nacido de la cuadra,
le hicieron cosquillas,
lo hicieron llorar,
verificaron su latido,
y al final diagnosticaron que el niño que había nacido el 6 de octubre a las cinco de la tarde y pesado 3 kilos 700 gramos era completamente normal.
Luego se preguntaron, sin decirse nada: ¿Entonces por qué llora mi mamá?