CRÓNICA
Tachas 535 • Arquitectura orgánica • Karla Gasca
Karla Gasca

A veces olvido el valor de la tranquilidad. Poco a poco me he acostumbrado al horrible sonido de la bomba de agua destartalada. Aquí las paredes parecen de papel. No me sorprendería que en cualquier momento alguien se recargue y caiga de bruces dentro de mi habitación. El tufo de las cebollas picadas hace llorar al resto de los inquilinos. Cuando atacan los problemas de ansiedad, las cosas se agravan. Procuro familiarizarme con algunos sonidos con humilde resignación, incluso logré ignorar aquellos ruidos imprescindibles: martilleos, llanto de niños, hasta discusiones. El truco está en aislarse dentro de los sonidos propios y molestar de igual manera.
Podría haber seguido así, inmersa en mi propio silencio, de no haber llegado un mayor distractor. El increíble rechinar de la cama por encima de mi cabeza supera por mucho el ruido de la bomba de agua. El techo desprende pequeños trozos de yeso que comienzan a caer sobre mi frente y nariz. Reconozco que se trata de un sonido rítmico, casi musical. Me entretengo prendiendo y fumando un cigarro tras otro mientras continúa la feroz odisea jazzística. No deja de sorprenderme la vigorosidad con la que mis colindantes relatan sus historias amorosas. Una salvaje y surtida acción melódica acompañada con matices de gemidos y gritos en horas en las que los oídos son poco tolerantes.
En otras circunstancias aquel escándalo me hubiera resultado cómico o hasta estimulante, pero la apatía y el anhelo del sueño profundo me hacen arrullar el cigarro entre los dedos y merodear los cansados ojos que flotan en bolsas negras e hinchadas.
Creía ingenuamente que aquello no duraría mucho; estaba muy equivocada. Terminé por resignarme, por formar un trío de manera indirecta con mis vecinos, por despreocuparme de los sonidos y sus causas, dejando que el yeso se acumule sobre mi frente hasta formar una pequeña montaña nevada.
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Karla E. Gasca (León, Gto). Estudió Cultura y Arte en la UG. Ha publicado en revista Ritmo Imaginación y Crítica, Imaginario Fantástico Mexicano Volumen I de la UNAM, Entretextos de la UIA León, Revista Enjambre de la UG, etc. Cuentos suyos aparecen en las antologías: Para leerlos todos (2009), Poquito porque es bendito (2012) y Presencial, memoria del encuentro entre colectivos literarios del Seminario Amparán (2021). Coordinó la antología Crestomatía-Gymkata que reúne textos de 10 autores guanajuatenses, como parte del programa Apoyo a Espacios Culturales Independientes en la categoría de edición y promoción de libros (2020). Forma parte del colectivo Mar de nombres.