EXPERIMENTAL
Tachas 541 • Las cosas que no existen todavía • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Hace algunas semanas deseé comenzar el texto, pero por una razón u otra, pasaban por mi mente infinidad de ideas: cambios, enfermedad, literatura, poemas, vidas de escritores, citas de libros que llevo conmigo en una vieja libreta. Hoy por fin decidí tomar el tema, no sé si se habrá escrito algo, alguna vez, para Las cosas que no existen todavía y que no han existido nunca, por lo menos en la memoria conjunta que tenemos, que somos, como seres humanos.
Al abrir una antigua tumba, un gran mausoleo o hasta el hecho de tropezar con un enterramiento común, los hallazgos suceden, ¿cuántos extraños objetos han aparecido, cuáles fueron los usos comunes? A veces no nos queda más que imaginar.
Sin embargo, dentro de esa concepción de lo que está por ser, también podemos escribir las grandes historias de objetos que no hemos tenido en nuestras manos, que no hemos visto nunca, somos invención, aunque no somos los únicos en este mundo, hay que recordar los videos de cuervos que construyen o utilizan ciertas herramientas para lograr un fin, son los que vienen ahora a mi mente, pero estoy segura que hay más, creo que también los delfines y las orcas.
Lo que inventamos los escritores, está lejos de ser útil la mayor parte del tiempo, en realidad creo que lo hacemos porque es una actividad lúdica, pero dentro de todas las invenciones inútiles que tenemos, me gusta pensar en la literatura, en especial en la poesía. Luego sucede que a esas creaciones las nombramos: especiales, diferentes, necesarias, únicas, culturales, artísticas.
¿El arte no cambia, no cambia la palabra, no cambia la estructura?, creo que si no cambia muere, así de simple. El escribir con un nuevo formato, cualquier cosa, un poema, un texto en prosa, una novela, no es un riesgo, no es un sacrilegio, no es una necedad, es un experimento, una búsqueda, quizá y solamente quizás un hallazgo maravilloso, una creación única.
Me da pereza pensar en el mismo tipo de novelas, los mismos temas, personajes, situaciones, historias, propuestas intrincadas y muy elaboradas, pero sin luz, sin el asombro o bien, la ficción lineal, que sigue al pie de la letra cada una de las reglas, escribir bien, pero sin decir, sin hacer sentir, sin increpar, sin hacernos cuestionar nuestra propia realidad. Lo mismo siento con la poesía del vacío, de lo blanco, de los espacios muertos que no llegan a silencio implacable, más bien a bostezo, aburrimiento, donde el escritor no se atreve absolutamente a nada.
Será que ya estoy en otro momento como creadora, ya no quiero transitar por las vías de lo ordinario, ya no quiero ir segura. Es el momento de nuevas búsquedas, más intensas, más atrevidas, más terribles que las anteriores, es el momento de dejar la autocensura para dominar mis miedos, esos caballos desbocados de los que tantas veces escuché hablar a mi maestro el poeta Félix Dauajare, no solamente los de la música del poema, también los de la profundidad, los caballos del pensamiento. Recuerdo del maestro su gran amor por la enseñanza, con paciencia, con determinación, ahora entiendo la insistencia en el ritmo, por ejemplo, pero lo que más me asombra es que en esa época, principios de la década del noventa del siglo pasado, lo que más me importaba era dejar salir mi voz, escribirlo todo de una sola vez, intempestiva, absurda, ignorante. De Félix, ahora que lo pienso, traigo a mi memoria su voz, su incomparable poesía, su talento, aprendí no solamente lo mejor de la escritura literaria, también la profunda preocupación por la invención. Recalcó siempre la lectura de los grandes como Rilke, Pound o Elliot.
La verdad nunca asistí a nada con devoción, con algo de fe, sin embargo para mí los sábados de taller en la Casa de la Cultura de San Luis Potosí, se hicieron para presenciar la única ceremonia por la que tuve ansia de llegar: darle sentido a la palabra. Que sea siempre así, llegar a lo único, lo deslumbrante, el gran invento, la cosa nueva.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).