EXPERIMENTAL
Tachas 566 • El extraño poder de los regalos • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Pienso en los regalos, en esos objetos a los que les atribuimos un lugar en nuestra vida, un poder, hasta una presencia. Son por así decirlo la representación física de una emoción, de un sentimiento entre las personas.
Cuando vienen de alguien a quien amamos, el regalo es casi como un pedacito del alma de esa persona, una parte de su ser y lo atesoramos como si quien nos lo regaló estuviera siempre ahí presente, mirando nuestra interacción con esa cajita de música, esa camisa o cualquier otra cosa.
Hay regalos, hay obsequios que no se dan envueltos, unos por su tamaño y otros porque no son propiamente objetos; esos son mis favoritos: los que recibimos en forma de un fuerte abrazo, de un día de lluvia, de una sonrisa, de las palabras precisas que necesitamos.
Hace poco una amiga se fue de viaje a presentar su libro en un recinto cultural, en el marco de un importante evento, a su regreso a nuestra ciudad nos vimos, ella llegó al punto de encuentro tan feliz y radiante. Pasamos unos minutos caminando por las tranquilas avenidas del centro, por fin llegamos a nuestro destino.
Platicamos un rato y al final, antes de dejar el lugar, sacó de su bolsa una bellísima libretita de apuntes, en la portada aparece el rostro del escritor norteamericano Edgar Allan Poe, luego un cuervo que se ve sobresalir con su negrura por el fondo blanco. Sobra decir que me encantó, sin embargo lo que más amé fue el gesto, el hecho de que haya pensado en mí, en mi gusto por cierta literatura, en mis ganas de escribir siempre en cualquier lugar, sobre cualquier superficie, y ¿qué mejor que una libreta con el tema de Poe?
Me alegré muchísimo, ahora mismo la tengo junto a mí, aquí en el escritorio reposa encima de una pequeña columna de libros, parece que tiene su propio dintel y que de un momento a otro escucharé un claro: nunca más, nunca más.
En sí, no son las cosas, no son los objetos, es el amor, el cariño, somos nosotros hablando a través de algo, algo que de pronto cobra vida, algo que tiene alma.
Llevo mucho tiempo diciéndoles lo mismo, las cosas adquieren un espíritu, una esencia. Inauguran su propia vida, entonces, ¿por qué es tan difícil, por qué cuesta creer por ejemplo que una máquina, una computadora, un programa, adquieran lo mismo? Que suspiren por primera vez, que decidan, que hagan, eso pasa, pasará.
Los seres humanos siempre le hemos conferido vida a los objetos, les hemos insuflado presencia, casi casi respiración, latidos y lo seguiremos haciendo.
Por ejemplo, un día la libreta, mis libretas, tal vez tomen otra naturaleza, se vuelvan no solo objetos que sirven para algo, para anotar, para estudiar, para dibujar, sino algo más: cómplices.
La lap top con la que escribo para ustedes fue un regalo también, para mí se convirtió en una amiga, en mi confidente, en mi compañía. Les podrá parecer extraño, o no, porque quizá les sucede igual con sus máquinas, son sus amigos digitales o virtuales y supongo que cada día que pasa será menos extraño. Somos cercanos ahora, ¿qué más llegaremos a ser?
***
Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).
[Ir a la portada de Tachas 566]