FILOSOFÍA
Tachas 572 • Una lectura de Las batallas en el desierto desde la pedagógica de Dussel • Ricardo Antonio González Águila
Ricardo Antonio González Águila

En el presente trabajo pretendo hacer una lectura de la novela Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco (1981), pero empleando un tipo de lectura distinto al empleado para los diversos géneros literarios, hablo de una lectura argumentada, en lugar de una lectura itinerante. Pero, ¿cómo legitimo este tipo de lectura, generalmente empleado para textos argumentales, para una novela? En el artículo Tipos de lectura, tipos de texto, del doctor Carlos Pereda (1990), concluye él, que se equivocan tanto el determinismo hermenéutico, pues no hay una correlación entre cada tipo de lectura con un tipo de texto, así como se equivoca también el indeterminismo hermenéutico, pues no todos los tipos de lectura se pueden emplear para cualquier tipo de texto. Además, en la tercera edición del 2011 de la novela de Pacheco, Las batallas en el desierto, se lee en la contraportada: «Desde su aparición esta novela corta (…) asombró por su aparente sencillez y la estructura compleja que tiende lazos para una variedad de lecturas múltiples y diferentes.» Esto nos sugiere que no sólo es una historia para el deleite literario del lector, sino que contiene algo más que eso. Habiendo disipado este embrollo, queda autorizada la lectura argumentada para un texto literario. Ahora, llegamos al meollo del asunto aquí tratado; emplearé una lectura argumental, tomando como referente la pedagógica, que ha sido propuesta en Filosofía de la Liberación de Enrique Dussel (1977). Entonces encontraré, en la narración, un personaje oprimido por su hermano mayor, por su madre, por su padre, por la sociedad (el sacerdote, el maestro de la escuela, los psiquiatras que no lo escuchan); su padre, simultáneamente, es oprimido por un gobierno corrupto, y la nación a manos de este gobierno, es una nación oprimida por los Estados Unidos Americanos, es decir, la periferia (México) oprimida por el centro (E.U.A.); además, su hermano y su madre son oprimidos por su padre; se trata, pues, del oprimido del oprimido del oprimido del oprimido. Concluiré que habiendo hecho una nueva lectura de Las batallas en el desierto, teniendo en cuenta la pedagógica de Dussel, podemos encontrar que el protagonista de la narración denuncia la opresión ejercida sobre él, en un grito ahogado expresa su impotencia, pues él quiere que se le reconozca como otro que puede amar y no se le tome como un objeto, como un hijo castrado.
Me parece pertinente comenzar a desarrollar el tema haciendo una brevísima reseña; espero no hacer sólo una paupérrima y escueta descripción de la novela aludida. Las batallas en el desierto narra la historia de Carlitos, un niño de la colonia Roma en la Ciudad de México, hijo del dueño de una fábrica de jabones que viene en picada por la introducción de los detergentes norteamericanos, su madre originaria de Guadalajara, es una mujer conservadora. Carlitos matriculado en una escuela de medio pelo, con compañeros extranjeros y otros pobres, se hace de la confianza de Jim y pronto se vuelven mejores amigos, un día éste lo invita a merendar a su casa, conoce a Mariana, la madre de Jim y Carlitos se enamora de la joven madre. Un día, Carlitos se escapa de las clases, va a la casa de Jim y le confiesa a Mariana que se ha enamorado de ella. Se vuelve todo un escándalo y es reprendido, principalmente por sus padres, al punto de llevarlo con el psiquiatra, después de que su padre aseverara: «Este niño no es normal. En su cerebro hay algo que no funciona. […] Voy a llevarlo con un especialista.» (Pacheco, 1981: 41). Tiempo después, y en otras circunstancias, se entera que Mariana se suicidó. La historia de Carlitos se desarrolla durante el mandato presidencial de Miguel Alemán.
Esto es a grandes rasgos lo que narra Pacheco, aunque he omitido ingente cantidad de detalles, por lo cual pido una disculpa pero no es el punto central de este tema, aunque puede nacer de aquí una análisis más profundo que dé lugar a un trabajo más extenso y abundante.
Ahora, es fundamental plantear dos posturas hacia los tipos de lectura y los tipos de texto, las cuales son radicales entre ellas. Se trata del determinismo hermenéutico y del indeterminismo hermenéutico. El primero se sostiene principalmente por dos postulados: «primer postulado: la lectura es un fenómeno simple y uniforme; segundo postulado: la lectura es una actividad por entero dependiente del texto que se lee.» (Pereda, 1990: 189). El indeterminismo postula básicamente lo contrario. Posteriormente se lleva a cabo una tipología de lecturas: «En primer lugar, opongamos dos actitudes básicas de cualquier lector, las ‘lecturas informativas’ y las ‘lecturas apropiadoras’» (Pereda, 1990: 190). El lector que asume una lectura informativa sólo atiende a sus intereses; es decir, en cuanto encuentra lo que busca abandona el texto, tal como nos lo describe Pereda, «En una lectura informativa, a quien lee no le interesa detenerse en el texto que lee, sino que procura encontrar de inmediato los referentes de ese texto (...)» (1990: 190). La lectura apropiadora es más enriquecedora que la informativa, y por ello más compleja, pues atiende más puntos, busca algo más. «En esta no sólo interesa acceder a los referentes, –cuando ello todavía interesa– sino, ante todo, atender al texto mismo e indagar cómo el texto se aproxima a sus sentidos y a sus referentes, o por qué y para qué lo hace.» (Ídem). Las lecturas apropiadoras a su vez se pueden dividir en tres, las explicativas, las argumentadas y las itinerantes. Ahora bien, las lecturas apropiadoras explicativas sirven para echar mano del texto como banco de datos, «En tal lectura elucidamos, cómo, por qué y para qué el texto dice lo que dice.» (Ídem). Las lecturas apropiadoras argumentadas, son aquellas en las que se discriminan las afirmaciones y las conclusiones del autor, esto, empleando preguntas directas, y así lo menciona Pereda, «una lectura argumentada se constituye al producirse un debate entre el texto y el lector». (Ídem). Estas dos primeras lecturas apropiadoras están más cercanas entre ellas de lo que lo están con la lectura apropiadora itinerante, ésta se aleja un poco. Aunque es una lectura en primera persona como la lectura argumentada, Pereda explica, «la lectura itinerante (…) enfatiza, casi diría, escenifica el punto de vista de la subjetividad.» Entonces ya tenemos que hay dos tipos de lecturas, las lecturas informativas y las lecturas apropiadoras, en estas últimas se distinguen tres tipos de lecturas: las explicativas, las argumentadas y las itinerantes.
Entonces, hacer una tipología de los textos es conveniente, para poder hacer una correlación (si la hay), entre los distintos tipos de lectura y los tipos de texto. Entonces se da lugar a los textos transparentes y a los textos opacos. Pereda afirma sobre los primeros: «Textos transparentes son, por así decirlo, textos no-textos, textos sin interés textual» (Ibíd.: 195). Esto nos sugiere que hay un correlato entre los textos transparentes y las lecturas informativas. Existen distinciones entre los textos opacos, los hay protocolares, argumentales y literarios, recordemos que para nuestra causa nos interesan las lecturas apropiadoras argumentadas, entonces avancemos hacia los textos argumentales, los cuales parecen tener correlato con dichas lecturas. Pereda hace una distinción en los textos argumentales, los reconoce como actuales y virtuales, y les concede un tipo de lectura correspondiente; esto es lo que menciona:
Distingamos entre textos «argumentales actuales» o textos en los que el propósito inmediato es articular una argumentación y textos «argumentales virtuales» o textos en los que se puede construir una argumentación, aunque ésta no conforma ningún propósito inmediato del texto. Textos filosóficos, científicos o ensayos de opinión suelen ser textos característicos de textos argumentales actuales, mientras que relatos, novelas, obras de teatro, poemas, (…) son textos argumentales virtuales. Entonces ya podemos indicar: sólo los textos argumentales, actuales o virtuales, pueden ser el objeto de una lectura argumentada. (Ibíd.: 197).
Ahora que ya está justificada una lectura argumentada a la novela Las batallas en el desierto, entraremos al tema y comenzaré a resaltar los elementos que se encuentran en la Filosofía de la liberación de Enrique Dussel y que serán encontrados en el texto. Debido a la naturaleza de este trabajo, limitaré la comparación al apartado 3.3 Pedagógica, que pertenece al capítulo 3. De la política al antifetichismo, del antes mencionado libro de Dussel, pues de no ser así, este sería un trabajo de otro tipo, más extenso, más elaborado y exigiendo un grado más alto de complejidad.
Considero pertinente comenzar tal como comienza Dussel (1977) el apartado 3.3 Pedagógica: «La pedagógica es la proximidad padre-hijos, maestro-discípulo donde convergen la política y la erótica.» (Ibíd.: 99). Entonces la pedagógica, la relación entre el padre y el hijo, entre el maestro y el discípulo, se lleva a cabo en dos planos, pues el hijo, se va a relacionar con su hermano, y esto dará lugar a la política, y también se relacionará con la madre, con la mujer, esto dará lugar a la erótica. «El sistema pedagógico erótico o doméstico educa dentro del ethos tradicional del pueblo, dentro de la clase social de la familia. (…) El sistema pedagógico político o social educa igualmente dentro del ethos social, pero además tiene instituciones.» (Ibíd.: 110-111). Filicidio, Dussel nos propone un filicidio, que consiste en asesinar al hijo, esto es, negarle el ser; el padre o maestro siempre actuará con la bandera de la libertad en el proceso de educación de su hijo o discípulo, pero esto no será sino una represión. Dicha educación efectuada de la mano de la represión, desembocará en alguien que reproduce la ideología machista, que dará lugar a un hombre que domina a su mujer cometiendo uxoricidio y como consecuencia, ocurrirá un filicidio con el fruto de la unión del padre dominante y la madre dominada, y por si fuera poco, si hay más de un hijo el mayor dominará al menor.
Carlitos se enamora de Mariana, sin embargo estaba consciente del gran problema al que se enfrentaba, la represión, la dominación del padre machista. Carlitos se había enamorado de Mariana pero sabía que ese amor era imposible, después de experimentar el sentimiento del amor hacia una mujer se da cuenta de la imposibilidad de que algo suceda: «Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana. ¿Qué va a pasar? No pasará nada. Es imposible que algo suceda.» (Pacheco, 1981: 31). Tiene Carlitos la certeza de que nada sucederá, sin embargo un día, cuando siente que no puede soportar más el peso de su enamoramiento y que debe compartirlo para dividir la carga, se lo confiesa. Carlitos llega agitado y nervioso a la casa de Jim, Mariana lo recibe y le pide que le cuente qué sucede: «Ten confianza en mí, dime en qué forma puedo ayudarte. No, no puede ayudarme señora. ¿Por qué no Carlitos? Porque lo que vengo a decirle –ya de una vez, señora, y perdóneme– es que estoy enamorado de usted.» (Ibíd.: p. 37). ¿Qué fue esto? Fue un intento de liberarse, un ensayo de liberación pues le confesó que estaba enamorado de ella, aunque anticipadamente sabía que no podría suceder nada, pues sólo era un niño, y para los niños está prohibido enamorarse, eso sólo es para los grandes. La reacción de Mariana fue de comprensión. Esto, la comprensión de Mariana, sugiere que también era consciente de la dominación que sufría ella en tanto que mujer, así como él en tanto que hijo. «Te entiendo, no sabes hasta qué punto» (Ibíd.: 38). Los grandes sí pueden enamorarse, pueden amar, pueden dominar a la mujer, a tal grado que incluso tienen más de una mujer, pues las mujeres no son otro, sino un objeto, carecen de ser, así como también los hijos, son hijos castrados por el padre dominante. Entonces, el papá de Carlitos, como padre dominante, además de reprimir a su mujer y a Carlitos, también dominaba a otra mujer, pues tenía otra familia, la no oficial, eso lo sabían todos, tanto Carlitos como su mamá; pero ésta hacía como si no supiera nada, pues así debe ser en la cultura machista. Carlitos dice, «Hasta yo que no me daba cuenta de nada sabía que mi padre llevaba años manteniendo la casa chica de una señora, su ex secretaria, con la que tuvo dos niñas» (Ibíd.: 42). Así, su mamá también deja ver que tiene conocimiento de la casa chica, cuando protesta porque Carlitos no asiste a una escuela de más nivel ya que su padre gasta dinero en otras cosas; Pacheco lo sugiere en la narración, lo hace colocando otros (de la cita que mencionaré enseguida), en letras cursivas, : «Tenía que suceder (…) por la avaricia de tu papá que no tiene dinero para sus hijos aunque le sobra para derrocharlo en otros gastos, fuiste a caer, pobre niño, en una escuela de pelados.» (Ibíd.: 48). Entonces, tenemos un padre dominante, una madre dominada por éste, y un hijo dominado, castrado por el padre, y además por la pareja, en este contexto.
Concluyo que se puede hacer una lectura argumentada de Las batallas en el desierto. Tomando en cuenta y como referentes las categorías propuestas por Dussel sobre la pedagógica en Filosofía de la liberación, se pueden extraer ciertos argumentos paralelos a estos en la novela de Pacheco. Además, podemos aseverar que los distintos géneros literarios no sólo nos sirven para la recreación, para la elevación del espíritu y deleite de los lectores, sino también para imprimir algunas ideas, denunciar ciertos aspectos socioculturales que deben ser tratados, problematizados para darles una solución, tal como lo intenta Dussel en Filosofía de la liberación.
Bibliografía
Dussel, E. (1977). Filosofía de la liberación. México: EDICOL.
Nieto, M. C. (07 de marzo de 2011). Reseña crítica de las «Batallas en el desierto». [publicado en el foro estudiantil en línea de la Universidad Autónoma de Chihuahua]. Recuperado de http://expresate.uach.mx/ensayos/literarios/2009/07/03/resena_critica_batallas_desierto/
Pacheco, J. E. (2011). Las batallas en el desierto. México: Era.
Pereda, C. (1990). Tipos de lectura, tipos de texto. Diánoia, 36, 189-200. E-ISSN 1870-4913.
Popovic, K. P. (2006). José Emilio pacheco: perspectivas críticas. México: Siglo Veintiuno Editores.
Van Dijk, T. (2003). La multidisciplinariedad del análisis crítico del discurso: un alegato en favor de la diversidad. En R. Wodak y M. Meyer (Editores), Métodos de análisis crítico del discurso (pp. 143-177). Barcelona: Gedisa.
Verani, J. H. (1994). La hoguera y el viento. México: Ediciones Era.
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Ricardo Antonio González Águila