DISFRUTES COTIDIANOS
Tachas 586 • Maestras en conflicto • Fernando Cuevas
Fernando Cuevas
Un par de películas disponibles en plataformas que abordan las dificultades que enfrentan un par de docentes en sus respectivos entornos institucionales con las implicaciones inesperadas sobre sus actos y decisiones. Ambas cintas escudriñan en ciertas lógicas sociales a partir del análisis de las reacciones en sus escuelas, microcosmos que funcionan como reflejos de formas de pensar predominantes, usualmente en plena colisión.
DE LA VIDA PRIVADA A LA DOCENCIA EN CUESTIÓN
En Sexo desafortunado o porno loco (Rumania-Luxemburgo, 2022) seguimos a Emi (Katia Pascariu, estoica), una maestra de secundaria que tendrá que enfrentar las reacciones de propios y extraños ante la filtración de un video sexual en el que se grabó con su marido, tras llevar a reparar su teléfono y sin la intención de que se hiciera público. Al hacerse viral el contenido explícito, los padres y madres de familia de la escuela solicitan una reunión con la directora y la maestra, pidiendo su expulsión. Primero intentando hacer que el video sea bajado y después enfrentando las consecuencias, la protagonista se debate entre la ingenuidad de grabarse teniendo sexo casi como una travesura adolescente, a defender con buenos argumentos su derecho a la privacidad y la injusticia de las acusaciones de las que es objeto.
La cinta se estructura en tres partes: durante la primera, observamos a la protagonista por las calles de Bucarest, transitadas por personas con cubrebocas, intentando resolver el problema en el que se metió de manera involuntaria y seguida por una cámara contextual que de pronto se acerca para entrometerse en las conversaciones; la segunda se articula a partir de la habitual crítica del director hacia la dictadura comunista de Ceaușescu y la etapa posterior, dominada por un capitalismo que no llegó a resolver los principales problemas de la sociedad rumana, sino a perpetuarlos de otra forma: entre apuntes sobre el psicoanálisis y el sexo, el nazismo y el holocausto, además de la revolución de 1989, se devela el contexto histórico e ideológico para acompañar a la docente y sus peripecias.
La tercera parte se desarrolla a partir del encuentro de padres y madres con la maestra y la directora, una especie de juicio sumario que desnuda todo tipo de prejuicios sociales, morales e hipocresías siempre presentes en este tipo de casos, si bien se desenrolla la polémica particular de la premisa argumental con un tono de abierta confrontación: ¿la maestra debe continuar dando clase a los jóvenes que en su mayoría ya vieron el video íntimo, parte del ecosistema digital? ¿afecta en su credibilidad? Para ser docente ¿se debe ser ejemplo en todo? ¿Qué papel debe asumir una institución ante un caso así? ¿cómo lidiar con los reclamos de las madres y padres y al mismo tiempo proteger a sus docentes?
Con un humor arriesgado y un filón crítico implacable y desenfadado, premeditadamente grosero, el realizador Radu Jude (No me importa ser bárbaro, 2018; La chica más feliz del mundo, 2009) estructura una parodia de la Rumania en los tiempos que corren, extensible a otras sociedades contemporáneas, en donde se pone en evidencia la dificultad para entender y manejar las fronteras entre lo público y lo privado en tiempos de redes virtuales, donde lo que pasa por una cámara se vuelve susceptible de convertirse en material abierto para todo mundo: ahí está la posibilidad de discutir el asunto, más que tomar un partido obvio, que el director propone en cuanto a la polémica desatada por la maestra y la posterior toma de posturas.
Ganadora del Oso de Oro en el festival de Berlín, el filme encuentra en su provocación un vehículo ideal para vernos reflejados en una u otra circunstancia o reacción, como las que se viven en esa gran secuencia del encuentro de padres y madres con la maestra, donde los juicios sumarios no terminan de brotar aunque finalmente todos tengamos nuestros asuntos tras bambalinas: de ahí que el desatado y fantasioso desenlace sella con ingenio desbordado ese fuera máscaras en el que solemos estar agazapados, soltando la severidad moral en forma de piedra definitiva, y escondiendo la mano para hacer lo mismo que se señala con el dedo acusador. En ocasiones, la superioridad moral y la viralidad de las redes pueden ser más devastadoras que las pandemias que enfrentamos con cubrebocas y vacunas.
DE LA VIDA ESCOLAR A LA DOCENCIA EN INTRIGA
En tanto, El salón de profesores (Alemania-EU, 2023) nos presenta a una joven y entusiasta maestra de matemáticas y educación física (Leonie Benesch, en conflicto permanente) en una secundaria donde se empiezan a presentar algunos robos; primero se acusa a un estudiante de origen inmigrante y después a una empleada (Eva Löbau) que la propia docente grabó, dadas las sospechas generadas. Ella decide confrontarla directamente y al no encontrar respuesta, va con la directora para denunciarla, al tiempo que el hijo de la acusada, alumno de la institución (Leonard Stettnisch, confundido y rebelde) empieza a generar un fuerte rechazo contra su maestra por la injusticia que él considera que le está haciendo a su madre.
El clima institucional se enrarece por completo cuando se involucran otros docentes y el estudiantado con todo y periódico escolar, tomando partido en uno u otro sentido y complejizando aún más las posibles resoluciones, al tiempo que la protagonista intenta equilibrar sus ideales y su foco educador con las realidades convulsas que se han ido generando a partir de su intervención: por momentos, experimenta el rechazo generalizado y en otros, cierta comprensión acerca de las inesperadas consecuencias que se van generando a partir de su intervención cargada de buenas intenciones, siempre tratando de encontrar la verdad aunque sin prever del todo las posibles ramificaciones de sus actos.
El realizador turcoalemán Ilker Çatak (Lo que vale es la palabra, 2019), autor del puntilloso y tenso guion junto con Johannes Duncker, quien había abordado el espíritu adolescente en Once Upon a Time… Indianerland (2017) y Stambul Garden (2021), se entromete ahora con una cámara de versátil, ponderada e inquisitiva mirada, soportada por una precisa edición y un score incisivo, en una compleja trama escolar para abordar temas como los de la discriminación étnica, el clasismo, el uso del poder y la incapacidad institucional para darle cabida a las dificultades y conflictos escolares, un poco como sucedía con Monster (Koreeda, 2023) y La caza (Vinterberg, 2012).
Quizá algunas de las posibles respuestas en este laberíntico conflicto estén, justamente, en soltar algún grito desaforado en lugar de proponer la canción infantil o en lograr darle cromática relevancia al cubo de rubik, más que en suspensiones que terminen en poética salida bien aferrado a la silla. No siempre lo que sucede en la sala de profesores, se queda en la sala de profesores: más bien de ahí se derivan inesperados cursos de acción dentro de los contextos escolares y áulicos.