Es lo Cotidiano

Del azar y tu cuerpo breve

Juan Carlos Mares Páez

Del azar y tu cuerpo breve

Y fue tu cuerpo el anuncio esperado en el cruce de bulevares
La brisa suave y húmeda de un atardecer junto al mar,
Cuando las sombras irrumpían en mi horizonte y  robaban la claridad de toda esperanza
Fuiste tú, amiga
La que sosegada
Insospechadamente
Abrió la posible redención de éste a veces tramposo de la palabra.
Fue tu aroma con vestigios de manteia la marea atrayente que me acerco a tus playas
Fueron tus manos la predicción  correcta,
Tu nombre, el mantra exacto  que pronunció mi corazón
Todo ahí
Un  mediodía de Julio llegaron a mí  las cadencias de tu cuerpo breve lleno de luna
Y fue  tu presencia, la realidad palpable,
Tangible como un verso que se repite día a día
La que  arropó la posibilidad de saberte conmigo
En ese cruce preciso de caminos
En la finitud de los encuentros
En la canción reiterada que aparecía en los umbrales de los insomnios quietos y pegados a la piel de mis noches
Fuiste tú
La que descendiste a mis horas
A mis angustias permanentes por la tinta, por la hoja en blanco
Por el poema acabado que sé, nunca llegará
Fue tu cuerpo y tu sabor la irrupción sagrada en mi quehacer profano
De navegar en los asfaltos de lo rutinario
El aliento terrenal que esperaba
El mensaje descifrado de la mítica botella arrojada al mar
El guiño imprevisto con la felicidad que llegó, afortunadamente con tu nombre
Porque tú también me esperabas en la otra esquina, mientras Dios nos voceaba en medio del  tránsito citadino de las dos treinta de la tarde
Fue tu cuerpo y tu piel de luna aproximación a la certidumbre del azar
Al periplo por sus alrededores
Fue el mes de Julio y sus lluvias
Lo que ciñó el encuentro perfecto
La cita puntual con la eternidad.
Y como no amarte amiga mía
Si  ese instante interminable  se reitera cada vez que miro en  tus ojos la permanencia de la vida; su  respirar  llega  con el aire vespertino que te devuelve al lecho tibio donde se rompe toda espera.
Donde las horas no son el trajín  habitual que transcurre fuera de esta penumbra
Y somos la invención de este paraíso,  los silencios que nos circulan
Las bocas y su vaivén permanente
La saliva tibia entre labios
La esplendidez  de tus muslosluna.
Es tu cuerpo y sus mareas
Es  tu vientre, el sitio preciso para hacer estallar las espumas de mi mar, de mis olas y  apetencias
En la conjunción de tiempos y silencios,
Y es un  ir y  venir juntos; vas y vienes, vengo y llego, soy pleamar
Y ahora, Naufrago de mí mismo, reposo ya sobre el velamen dócil de tus senos
Para recuperar los alientos suaves, marinos
En los besos puntuales  del crepúsculo
En   tu cuerpo que  alumbra y  sus destellos son el faro que me conduce afortunadamente  de nuevo al puerto cálido de tu regazo;
Otra vez al az-zahar
A los dados girando sobre la mesa,
Siempre con la apuesta  de vernos en cualquier resquicio de una certeza que tal vez nunca será.
Por eso intento marcharme de tu cuerpo breve y sus alrededores
Porque posiblemente  mañana
Su luna  me envuelva otra vez
Y al día siguiente te vayas, quizás para  nunca volver
Nada puedo contra el azar
Y lo corroboro con tu ausencia.

Juan Carlos Mares Páez. Abogado y poeta leonés. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Guanajuato y cuenta con estudios de posgrado. Ha sido docente en la Universidad de Guanajuato y en la Universidad Iberoamericana Plantel León. Formó parte del Taller de Literatura coordinado por el poeta Alberto Enríquez en la Casa de la Cultura de León. Publicó en el colectivo leonés de poesía “SEIS DE ABORDO” como extensión literaria de la publicación del propio taller “LA VIDA NO VALE NADA” y en éste también una muestra de narrativa. Ha publicado también en varios suplementos culturales y participado en lecturas y encuentros de literatura. En los últimos años, por decisión propia, se ha mantenido alejado del ambiente literario.