NARRATIVA
Tachas 590 • Sofía • Patricia Requiz Castro
Patricia Requiz Castro
Sofía no lleva puesta su ropa interior. Siente una brisa subir por sus piernas. Sopla un aire frío en sus delicados labios. Sofía recorre el patio de su casa dando pequeños brincos de un lado a otro, evitando tocar las líneas. Sofía se equivoca y frunce el ceño. Sofía está enojada con ella y con el mundo.
Desde el otro lado de la casa se escucha a alguien decir: -¡lqui!... ¡Perdiste!
Es Vanesa. Sofía la observa. Sofía quiere encontrar en sus ojos el recuerdo de esa tarde junto a Vanesa. Sofía no quiere volver a empezar con el juego de las líneas, pero reglas son re- glas, se repetía. Parada sobre su pie derecho, dispuesta a dar el primer brinco, se oye gritar:
-¡La canción Sofía... la canción!
Sofía no quiere cantar. Quiere jugar con Vanesa en el cuarto de Juan otra vez. Quiere el cuarto oscuro con el televisor encendido y acostarse en la cama. Sofía quiere rodillas rasmilladas y tacitas de té junto a Vanesa. Quiere olvidar las tontas reglas, que para empezar no sabe quién las inventó. Sofía quiere todo, pero no hace nada, salvo saltar y cantar.
L, M, N, O
Que si tú no me quieres otro novio tendré yo
Chocolate, Molinillo
Corre, corre
Que te pillo.
A estirar, a estirar
Que el demonio va a pasar.
Sofía salta la última línea. Vanesa ríe. Sofía escucha quieta desde el otro lado su risa. Sofía quiere a Vanesa a su lado. Sofía no quiere cantar. No quiere una muñeca vestida de azul, nunca le gustaron, todas son rubias. Sofía no sabe quién es Pin Pon, no sabe si es guapo y juguetón, Sofía no entiende cómo una chinita en el bosque se perdió, no quiere romper la piñata, no le agrada Cepillín y Tara Tara su guitarra, Sofía no quiere ser una señorita de San Nicolás para luego casarse vaya a saber con quién, Sofía no siente ni dolor ni pena por Mambrú. Sofía no quiere volver a saltar la cuerda, ni jugar el avioncito. Sofía no quiere Navidad sin Vanesa. Sofía no quiere nunca más nada si no está ella.
-¡Sofía!... ¡Sofía!
No le gusta cómo se escucha su nombre en la boca de su hermana. Aprieta demasiado la i cada vez que grita. Sofía odia a su hermana. Vanesa dice que es una puta. A Sofía le gusta esa palabra. Sofía cierra los ojos, no quiere que la encuentren. No quiere estar ahí y en ningún lado. Sofía aprieta los puños y presiona las rodillas contra su pecho. Sofía no quiere ser.
-Basta, Sofía, y entra de una vez para la casa. La abuela está a punto de soplar las velas.
No quiere ver a nadie y tampoco que nadie la vea. Quiere caminar en medio del salón imaginando ser una brisa. Todos están sentados aplaudiendo y sonriendo alrededor de la abuela. La abuela está feliz y sonríe. La torta tiene muchas velitas encendidas. Sofía no quiere velas, ni pastel de cumpleaños. Sofía no se ha dado cuenta, pero alguien la sentó en la falda de la abuela. Todos cantan que los cumplas feliz. Ella no canta. Sofía piensa en Vanesa y sus ojos cafés bajo las sábanas. Recuerda la última vez que vio su calzoncito blanco, el mismo que le regaló la tía Mina en Navidad. Tía Mina siempre regala cositas así, piensa Sofía, una docena de medias y un paquete de calzoncitos
blancos.
-¡Vamos a tomarnos una foto junto a la abuela!
Sofía solo puede pensar en calzoncitos de colores. Blanco, rosa y amarillo. Amarillo, repite. Vanesa usa calzoncitos amari- llos. Sofía odia que la abuela diga que Vanesa es una niña sucia. Es mentira le grita, es mentira. Sofía quiere jugar pata-pata y a las ventas ventitas con Vanesa. Sofía solo piensa ensuciarse en el lodo, en el parque y en el cuartito de Juan con Vanesa. Apagar la luz y encender el televisor, escuchar la puerta cerrarse, des- aparecer. No te acerques a Juan le decían sus hermanas. Juan solo cierra la puerta para que las niñas jueguen, decía Sofía. Siente las palmas cálidas de la abuela. Sofía tiene miedo de que la abuela se dé cuenta que blanco. Sofía siente vergüenza. Ella no lleva puesto su calzoncito que Vanesa tampoco lleva puesto su calzoncito Sofía sabe amarillo. Sofía sabe que el cuarto de Juan está cerrado con llave. Sofía sabe que su secreto está guardado. Sabe que Vanesa y su hermano nunca le dirán nada a la abuela y a nadie.
-¿Y sabes por qué? -Le había preguntado un día Juan.
Sofía negó con la cabeza, mirando al suelo.
-Porque nadie quiere a las niñas sucias, Sofía.
***
Patricia Requiz Castro (Cochabamba, Bolivia, 1989). Narradora. Actualmente dirige la editorial Electrodependiente. Parte de su trabajo aparece publicado en antologías como Las batallas del pan cuentos desde la masa (2009), Heroínas sin Coronilla (2010), Torre de Ideas (2012), Erótica: antología de cuentos (Plural 2017), Escritoras cochabambinas(2018), Antología sub-35 (2021). En 2014 publica la colección de cuentos Los lunares de Crawford (Yerbamala cartonera 2014) y Edén #1631 (Editorial Electrodependiente ediciones 2017). El 2016 ganó el Premio Municipal de Cuento Adela Zamudio con su relato Edén #1631. El 2019 obtiene el primer lugar del premio Franz Tamayo con su cuento Miércoles de cancha.