He platicado con varias personas a lo largo de la semana, todos hemos percibido que la vida ha cambiado, que lo que era complicado se ha vuelto todavía más difícil, que el poco tiempo libre que teníamos y que podíamos disfrutar ha disminuido mucho. 

Ahora todo es trabajo, obligaciones, más trabajo. Quizás el caos mundial, la política global, están afectando cada vez más nuestro día a día. A mí me basta con escuchar las terribles noticias sobre las guerras para ponerme triste, para ponerme mal; a veces prefiero no enterarme de todo, conservar todavía un poco de paz mental, un silencio, aunque a veces es también un silencio estéril, que en realidad no me sirve para casi nada. 

Entonces comienzo a escribir, sueño con escribir un nuevo libro de poemas, pero luego pienso en todo lo que ya tengo escrito y me invade la ansiedad, tal vez es el síndrome del impostor, no lo sé. Entonces paso los días dándole vueltas a los temas que tengo en mi cabeza, a las anotaciones que hice para comenzar una nueva tarea, y nada llega. Otras veces desearía conformarme con corregir lo que tengo escrito, esas cosas que están guardadas casi casi debajo del colchón, pero que no tengo ánimo para darles otra leída y termino por echarlas a la papelera; sin embargo, hay una sensación recurrente, o es más bien una idea del futuro, de un futuro distópico obviamente: quizá llegue el momento en que leeremos más artículos, ensayos, hasta poemas, creados por medio de la inteligencia artificial, que por nuestras propias mentes.

Por eso me gusta leer lo que escribimos, con todos sus defectos, con sus particularidades, por eso me gusta vivir lo que vivo y la forma en que trato de vivirlo, por eso tengo una visión de la realidad y me esfuerzo por plasmarla día a día en las hojas, en el documento de Word. No quiero olvidar, no quiero desvanecerme ni dejar de ser yo, para dar paso a una voz un poco más artificial. 

Me interesa todavía la vida como es, con su dolor, con los errores, con la forma imperfecta que tienen las frases escritas, pensadas por alguien que trata de dejar algo a través de las palabras: un poco de vida, una visión, su existencia, el extraño latido de un corazón.

***
Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).

TW: @JeanneKaren3

[Ir a la portada de Tachas 629]