lunes. 17.02.2025
El Tiempo

Opinión • Para antes del olvido • Arturo Mora

Sentir orgullo por uno mismo pareciera en estos tiempos una herejía…
Opinión • Para antes del olvido • Arturo Mora

La humedad se metía
en las articulaciones de las cosas, entristeciéndolas.

Tomás González

La vida se encoge y se expande
en proporción al coraje que uno tenga.

Anaïs Nin

Y tiene esa habilidad de alterar mi alma y mi corazón,
sin siquiera tocarme.

Lía Risco

Siempre fui
lo que nunca pude dejar de ser.

María Zambrano

Si tengo razón, nadie se acuerda;
si me equivoco, nadie lo olvida.

Miguel de Unamuno

No puedo evitar que te tropieces,
solamente puedo ofrecerte mi mano
para que te sujetes y no caigas.

Jorge Luis Borges

La palabra es tiempo
y el silencio, eternidad.

Maurice Maeterlinck

Todo aquello que el hombre ignora, no existe para él.
Por eso el universo de cada uno
se resume en el tamaño de su saber.

Albert Einstein

El Orgullo es un atributo positivo.  Es ingrediente insustituible del Amor Propio y el respeto hacia uno mismo. En el orden práctico nos salva de las vejaciones, nos levanta de las derrotas, nos libera del ridículo, nos mantiene de pie.  Justo porque exalta nuestra Humanidad, fue considerado un Pecado Capital devenido hoy en «defecto» para creyentes y ateos. Una muestra de la complejidad del Lenguaje y la Cultura.”

En la red del ciberespacio encontré este texto, anónimo, que leí y llamó mi atención. Sentir orgullo por uno mismo pareciera en estos tiempos una herejía. Darse cuenta que tener una auto percepción de quienes somos es indispensable para reconocer quiénes somos en el largo proceso de conocerse a uno. Sentir orgullo de uno mismo, más allá de culpas, reclamos y olvidos.

Estamos en un momento de la sociedad en el que se confunde el amor propio con egoísmo hedonista, donde la parafernalia individualista crea narcisistas en serie, personas, mujeres y hombres, que sólo se ven a sí mismos y que se creen perfectos. Tragedia humana que afecta sobremanera a quienes conviven con personas con estas conductas y con sus expresiones afectivas, alentadas por la sociedad de mercado que ve en ellas el triunfo de la ideología capitalista.

A veces, lo que hemos hecho pasa muy rápido al olvido. La velocidad de la vida hace que tengamos pocos momentos de reflexión, de interiorización de lo que sentimos, de lo que hemos logrado, incluyendo los erros, los fracasos. Pasamos rápido la página de libro, aun sabiendo que no se puede borrar nada de lo experimentado en carne propia. Gabriel Rolón, psicoanalista, hace una metáfora alusiva -que ahora parafraseo de memoria:

…cuando nacemos nos dan un cuaderno, con cien hojas, para escribir nuestra vida, y al principio no la usamos, no podemos, pero luego empezamos a hacer dibujos, a escribir con letra grande, a dejar espacios sin usar, hasta arrancamos alguna que otra hoja. Luego la vida nos pone en dilemas y problemas serios, que lo que queríamos escribir -vivir, lograr, realzar- no lo hemos hecho y nos damos cuenta de que nos quedan pocas hojas -poco tiempo de vida- y entonces, sólo entonces, escribimos con letra pequeña, clara, usando todo el espacio en la hoja, sin desaprovechar nada del cuaderno…

Creo que debemos retomar nuestros deseos y sueños, más temprano que tarde. Debemos hacerlo necesario sin dejar para después cosas que son en verdad importantes o trascendentes, sin dejar que el olvido nos gane.

Hacer tiempo para estar con todo lo que somos es un verdadero reto. Encontrar razones, motivos y hechos para sentirnos orgullosos, orgullosas, es algo que pareciera innecesario, sin sentido, porque lo único importante es el hoy. La fugacidad de la vida se impone, y se prefiere el goce inmediato y la distracción fácil. La diversión sin sentido se impone como intención para engañar a la felicidad y a nuestro deseo, ese que busca completar indefinidamente lo que queremos recuperar y lo que deseamos ser. Muchas veces al vernos al espejo ya no podemos reconocernos, porque las líneas de expresión, los rasgos que nos definen, se pierden en el reflejo. Destellos que nos confunden, que a veces hieren el iris, y preferimos cerrar los ojos, porque sólo vemos lo que queremos ver.

El olvido hace de las suyas y va dejando en los cajones, en los cuadernos, en los sueños pasados, en los amores vividos, esos recuerdos que nos hicieron ser lo que somos. Tenemos las llaves de la memoria, pero lo cierto que los mecanismos del inconsciente hacen de las suyas y no dejamos que la realidad de nuestro proceso de vida se exprese y se pueda entender, comprender, resignificar, aun con todo lo traumático que haya sido. A veces perdemos esas llaves de la memoria en nosotros mismos; otras veces sabemos dónde las dejamos, y otras más, el olvido nos hace la jugarreta de esconderlas en lo más profundo de nuestra alma.  

Para antes del olvido, me doy a la tarea que he asumido como lo hizo Emily Dickinson:

Si puedo evitar que un corazón se rompa,
no viviré en vano;
si puedo aliviar el dolor de una vida,
o calmar un dolor,
o ayudar a un petirrojo desmayado
a regresar a su nido,
no viviré en vano.”

Porque, como escribió Yeray Rodríguez:

Se trata de vivir, de apasionarse,
se trata de querer y de quererse,
se trata de intentarlo, de atreverse,
se trata de caerse y levantarse.
Importa más sentir que equivocarse,
importa recordar que somos dueños
de nuestros pasos,
grandes o pequeños,
de nuestras decepciones y alegrías;
importa más juntar ganas que días
y más que cumplir años, cumplir sueños
.

Y por tanto, ante la prisa la paciencia, para antes del olvido la paciencia de recordar, como lo plasmó Tahlia Hunter:

La paciencia me visitó
Y me recordó
Que las cosas buenas tardan en dar frutos
Y crecen lentamente con estabilidad

La paz me visitó
Y me recordó
Que puedo mantener la calma a través de las tormentas de la vida
A pesar del caos que me rodea

La esperanza me visitó
Y me recordó
Que mejores tiempos están por venir
Y siempre estará allí para guiarme y elevarme

La humildad me visitó
Y me recordó
Que puedo lograrlo
No tratando de encogerme y hacerme menos
Sino enfocándome en servir al mundo y elevar a quienes me rodean


La amabilidad me visitó
Y me recordó
Ser más gentil, indulgente y compasivo conmigo mismo
Y con quienes me rodean

La confianza me visitó
Y me recordó
No ocultar ni reprimir mis dones y talentos
Para hacer que los demás se sientan más cómodos
Sino abrazar lo que me hace ser yo

El enfoque me visitó
Y me recordó
Que las inseguridades y los juicios de los demás sobre mí
No son mi problema
Y debería redirigir mi atención
De los demás a mí

La libertad me visitó
Y me recordó
Que nadie tiene control sobre mi mentalidad, mis pensamientos y mi bienestar
Sólo yo

Y el amor me visitó
Y me recordó
Que no necesito buscarlo en los demás
Ya que está dentro de mí.