Opinión • Memoria breve • Arturo Mora
Deja que la vida vaya sucediendo y traiga lo que tenga que traer. Creeme, la vida siempre, siempre tiene la razón.
Rainer María Rilke
Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad
Ayn Rand
Sigo creyendo que hay un derecho al delirio, a clavar los ojos más allá de la infamia, a adivinar otro mundo posible, el derecho por el que vale pena luchar, el derecho a imaginar el futuro en lugar de aceptarlo, el derecho a hacer historia en lugar de padecerla. Ese es un derecho humano, por más que sea difícil conquistarlo.
Eduardo Galeano
Hace unos días leía nuevamente El Extranjero de Albert Camus. Me detuve el párrafo “Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer”. Lo hilé con un texto de Irene Vallejo sobre “Pensamientos portátiles”, donde destaca el tema Twitter: “Los textos veloces se adaptan a nuestra prisa, reflejan el vértigo de la fragmentaria vida moderna.” Pensé en el reto de describir un telegrama hace treinta o cuarenta años, si no es que más. Cómo condensar en pocas palabras lo que se quería trasmitir, y más cuando se cobraba por palabra. Sin duda, crear frases cortas, aforismos y refranes es muestra del ingenio humano. Como destaca Vallejo son textos breves, “pensamientos portátiles”,o como se decía antes, eran evangelios chiquitos, buenos para la memoria y para enfatizar algo de lo humano que buscaba ser aprendizaje hecho desde la experiencia.
Hoy la comunicación humana es un desafío. Twitter permitetextos de 280 caracteres e imágenes, y en las redes sociales,que entre memes y frases motivacionales saturan todo. Lo rápido, lo momentáneo y lo viral es lo de hoy en día. Lo efímero se convierte en la constante y el ayer ni siquiera alcanza a ser olvido. Entre la lectura veloz de miles de comentarios, de opiniones insulsas, descalificaciones, agresiones, insultos, intentos reflexivos y frases bien logradas, pareciera que la consigna es matar al mensajero, hacer humo y desvanecer la vida entre la saturación que se da como principio de realidad.
Jorge Luis Borges escribió: “Yo me acuerdo de los años 1920, 25, 30, desde luego eran épocas tan distintas…Nos reuníamos para conversar y hablábamos sobre tantos temas. Discutíamos si el hombre es mortal o no; discutíamos qué es el tiempo, qué es la poesía, qué es la metáfora, el verso libre, la rima. Hablábamos de temas no efímeros, que trascendían el momento. En cambio, ahora se entiende que, al cuarto de hora de haber ocurrido un hecho, ya tiene que ser remplazado por otro […]. Noticias que se adquieren no para la memoria sino para el olvido.”
Buscamos lo breve, lo inmediato, lo fugaz, lo indoloro, lo que no implique un esfuerzo. Lo inmediato y lo banal es lo mejor; implica negar de principio al otro. El otro no existe en lo real, sólo la virtualidad le da un lugar que dura un parpadeo, y no deja rastro. Hoy los mensajes desparecen, en diversas plataformas los contenidos que se suben pueden ser premeditadamente temporales. Una foto, un mensaje, se borran, tanto por quien envía como por quien recibe, no vaya a ser que se quede en la memoria del dispositivo electrónico, mientras que la gran memoria de los metadatos la tienen “Meta” y ahora “X”, curiosamente ambos consorcios que juegan con las necesidades y deseos de los habitantes del ciberespacio y se apropian de nuestros gustos e intereses,para venderlas al mejor postor y para el control social, político y económico.
La memoria breve es lo de hoy. La frase “si te conocí ni me acuerdo” es el acto de expiación moral que manda al olvido a las personas que han compartido historias y afectos con uno; y que junto con estribillo de una canción muy popular,“Y si no me acuerdo no pasó”, se legitima que la memoria no solo es selectiva si no convenenciera, sino que instala el olvido como principio de negación del otro y como una tramposa justificación para no asumir la responsabilidad de los actos realizados.
Esta falta de memoria se convierte en una epidemia. La historia pasada y reciente se mete al mismo filtro de la brevedad en la memoria inmediata y al olvido instantáneo. La realidad de las interacciones en las redes sociales que se mueve entre velocidad y la saturación, naturalizan las interacciones frágiles, poco críticas, ahistóricas, y en las que se expresa la burla, e insulto absurdo, la ironía y hasta el sarcasmo como defensa de una serie de opiniones que no tiene fundamento, que son reactivas, viscerales y hasta grotescas e infames. José Antonio Marina, filósofo y pedagogo ha dicho con claridad, todo mundo tiene derecho a opinar, pero no todas las opiniones son respetables, no todo lo que se dice en las redes sociales se puede aceptar por como verdad.
Muchas personas intentan estar trayendo la historia y la reflexión desde el pensamiento crítico una consciencia colectiva, en donde los hechos, los eventos, pero sobre todo de las consecuencias que han traído muchas decisiones políticas y que entre conflictos, guerras, desacuerdos, visiones del mundo, así como intereses y usos del poder de élites económicas y políticas que han afectado a millones de seres humanos, incluidos los terribles estragos a la naturaleza con efectos de orden planetario.
El en océano de los mensajes cortos, en la vorágine de la “opinología” como mandato de consumo, está la necesidad de la exposición en los medios, estar visible en las pantallas, de estar en la hoguera de las vanidades de querer llamar la atención, de hacer la vida un espectáculo, y donde lo terrible es la autorreferencia como único principio de verdad para tuiteros y demás creadores de contenidos, que hace que las redes sean un lugar privilegiado para la mentira, el engaño, la estafa y la ilusión.
Lo que sucede en otras redes sociales, como Instagram o TikTok siguen un patrón similar y en donde la ilusión de tener un lugar en el mundo pasa por estar teniendo seguidores a como de lugar, a un acosta del ridículo, de la los retos que se hacen virales y de los insulso y peligroso de compartir, recetas para todo, oraciones metafísicas, de prácticas esotéricas, de consejos por demás falsos e innecesarios, y habrá que decir que también hay, los menos, algunos contenidos informados, serios, profesionales, científicos que buscan animar el que exista una consciencia con sentido humano, sin embargo, también están inscritos en la dinámica de la memoria breve, esa que crea la fantasía en un imaginario de que todo está disponible en internet y en las redes sociales, para ya no usar la memoria, y cada vez menos el pensamiento crítico.
La memoria es parte de la inteligencia humana. La memoria es el registro de la vida misma. La memoria es la posibilidad de ser mejores personas y construir desde la memoria mejores sociedades. Habrá que recuperar lo que dice Irene Vallejo. “Las frases redondas, rítmicas y breves eran sabiduría portátil así expresaron sus ideas los primeros filósofos: todo fluye, nadie se baña dos veces el mismo río”, entre otras. […] “si en aquellos tiempos sin escritura (griegos) la brevedad era vital porque había que confiarlo todo a la memoria, hoy resucita porque el volumen de lo escrito nos abruma.”
Habrá que decidir cómo usar nuestras capacidades humanas. Recuperar la memoria individual y colectiva, tener noción del tiempo y de la historia personal y de la civilización. Los mensajes breves si son sabiduría y máximas para poder vivir mejor, en paz y con la certeza de que somos de personas inscritas en la realidad y con la intrínseca condición de buscar trascender y poder estar al menos en la memoria de quienes nos quieren y de quienes hemos amado.
Habrá que pensar como cuando se enviaba un telegrama, y tal vez elegir con precisión las palabras para ponerlas en nuestro epitafio. Resumir en unas cuantas palabras nuestra vida será una posibilidad para la memoria de los otros y para dar sentido y valor a nuestra breve memoria como historia,esa, por sí, de una breve existencia en el universo.