viernes. 19.04.2024
El Tiempo

Opinión • Presente • Arturo Mora

”Son tiempos para pensar despacio, pese a la prisa que la vida contemporánea imprime a todo…”

Opinión • Presente • Arturo Mora

Conocerse a sí mismo no es garantía de felicidad, pero está del lado de la felicidad y puede darnos el coraje para luchar por ella.
 
Simone de Beauvoir

Entonces te das cuenta, que no es quien te mueve el piso, sino quien te centra. No es quien te roba el corazón, sino quien te hace sentir que lo tienes de vuelta.
Pablo Neruda

El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida.

Marguerite Yourcenar
Cada vez que lo consideres necesario. Enciende un sueño y déjalo arder en ti.
William Shakespeare

A través de unas manos llenas de vida y de esperanza recibí un libro de poesía de Walt Whitman, “Hojas de hierba” una traducción de Jorge Luis Borges, con palabras del poeta que, por demás, atrapan el alma con sus preguntas y con la forma de poner en dibujos liricos las emociones y lo sentimientos. El regalo es un presente, y como se dijo en la película animada Kung Fu Panda, “El ayer es historia, el mañana un misterio, pero hoy es un regalo. Por eso lo llaman presente”, y a su vez, el regalo son las manos que me dieron el libro de Whitman. 

Son tiempos para pensar despacio, pese a la prisa que la vida contemporánea imprime a todo. Una forma de pensar es “recordar”, que significa pasar o volver al corazón. “Los científicos actuales confirman esa vieja intuición: los sentimientos nos ayudan a conservar el pasado en la memoria, lo seleccionan, fijan la huella del tiempo atesorado, lo protegen del olvido. Si quieres alguien te recuerde, emociónale”, escribió Irene Vallejo.

El corazón late con la autonomía de ser un órgano vital cargado de significados y de metáforas. Su ritmo lo cambian las emociones, el esfuerzo físico, aun las preocupaciones y los sentimientos que se agolpan en el pecho o se vuelven un susurro, o bien juega a romper caprichoso la sístole y la diástole con el ritmo que mueve la sangre y nos hace actuar al más mínimo recuerdo o ante la más impetuosa emoción que nos conmueve en el momento presente. 

Pienso en mi madre que cumplirá 85 años y transcribo a Irene Vallejo*: “En ocasiones la enfermedad o la vejez transforman a los que tanto nos quisieron. Los vuelve sombras, avatares cansados, fantasmas pálidos con solo destellos lejanos de su luz anterior. Los vemos cambiar y declinar paso a paso: olvidan, callan, dejan de escuchar, languidecen, se repiten, se empecinan, se aferran, caen en manías o bucean en océanos de angustia incomunicable. Sería triste quedarse solo con la imagen del último trecho, cuando las personas no son lo que eran, cuando ya nos les quedan fuerzas y tampoco nos pueden querer con el desprendimiento de antes. Volviendo al corazón del pasado, nosotros los vivos aprendemos a difuminar el final y revivir sus mejores días. A veces se necesita olvidar para recordar mejor.”

Comparto un poema de Walt Whitman, que es un canto a la vida, al “presente” y que es uno de los más conocidos y que creo viene bien ahora para todos y todas leerlo con calma, sin prisa, línea por línea y dejar que la memoria haga lo suyo. El corazón y el espíritu también.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los «poetas vivos».
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

En este último año, la vida me ha sorprendido. Muchos cambios, duros, dolorosos y también llegaron con esos cambios esperanzas inéditas y amorosas. Esto de vivir el presente es hacernos cargo de nuestra historia, con claridades y sombras, de asumir las consecuencias de las decisiones personales. Es también el fincar en el misterio de la incertidumbre el deseo y la posibilidad de encontrar, eso, que es la vida misma, que está hecha de historias, de sueños, de realidades, de duelos, de utopías y de polvo de estrellas, y en donde el “presente” nos invita a ser uno mismo, -en la mejor versión que se pueda- y a tomar consciencia de la persona que somos y de la que vamos siendo, y a responsabilizarnos de la necesidad de conocernos, de preguntarnos como Whitman lo hace en su poesía sobre la vida y sus circunstancias, a la vez de cuidarnos y de hacer del “presente” un motivo para construir recuerdos que nos hagan sentir el latir de la vida en nosotros y en nosotras y que nos emocionen cuando vuelvan a pasar por el corazón.

Yo amo lo que fue.
Todo lo que ya no es.
El dolor que ya no me duele,
la antigua y errónea fe
el ayer que dolor dejó
el que dejó alegría
sólo porque fue, y voló
y hoy es ya otro día.

Fernando Pessoa

*Vallejo, Irene (2022) El futuro recordado. Debate. Penguin Random House. Grupo Editorial.