lunes. 17.03.2025
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Opinión • A veces • Arturo Mora

“Las palabras son armas filosas, son dagas, son estiletes y bisturís que buscan extirpar lo que duele, lo que lastima, lo que enferma…”

Opinión • A veces • Arturo Mora

La magia de lo cotidiano no desaparece, sólo se esconde detrás de la mirada.
       
Sara Búho

Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces... Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar.
      Pedro Páramo, 
Juan Rulfo

Entre el “a veces”, el “quizá”, el “tal vez”, el “qué haré”, el “qué diré”, al “qué escribiré”, la incertidumbre despliega su fuerza y siembra a su manera la duda. Huir de la rutina, salir corriendo cuando se topa con alguno que otro optimista, salvarse de caer en los lugares comunes, sentir que los hechos se suceden semana tras semana, día tras día, con precisión de reloj suizo, hace, al menos en mi caso, que las ideas se desboquen buscando una salida a través de las palabras, esas que rumiamos en el diálogo intrapersonal, en un soliloquio de desmesura y delirio las más de las veces, palabras que recordamos, que evocamos, que hemos visto impresas en el periódico, y a otras muchas más las convocamos desde los libros, en especial las que están contenidas en las historias de novelas, cuentos y  poesías especialmente. Otras palabras están plasmadas en los ensayos rijosos, rebeldes, críticos y clarividentes de quienes buscan interpelar al mundo e interpretar sus manifestaciones humanas, sublimes y bárbaras.

Entre leer y escribir, entre pensar y sentir, entre comprender y explicar, entre narrar y percibir la vida, los sentimientos, los hechos y las circunstancias, las palabras se agolpan con la fuerza de los latidos que bombean la sangre que nos recorre y que se transforma casi mágicamente en letras que tiñen con tinta el papel, o que ahora encuentran en bits de computadoras y sus programas de texto la oportunidad de hacer jirones las ideas, el corazón y el alma. Es cortar de tajo trozos de carne viva que dejan cicatrices en párrafos, en oraciones y en frases que son a la vez bálsamos que tratan de parar la sangre vertida. Otras veces las ideas que emergen son torniquetes que paran la hemorragia como medida urgente, y que se deberán ir aflojando para no perder las extremidades laceradas. 

Las palabras son armas filosas, son dagas, son estiletes y bisturís que buscan extirpar lo que duele, lo que lastima, lo que enferma. Y pueden las palabras ser también pinzas, ligas, suturas, y agujas que unen, zurcen y reparan los tejidos de los órganos donde la realidad hizo mella, donde los sentimientos atrofiaron los tejidos, donde la vida se desbordó y modificó la función orgánica y el metabolismo falló. 

Las palabras juegan con el azar y desordenan las ideas, los pensamientos, las emociones y los sentimientos. El caos es la constante, el orden la aspiración al control. La norma se instala como camino único, las reglas se hacen para obedecer y domar el pensar y el sentir. La estructura es dogma de fe, el estilo es la autorización correcta -política y social- de decir lo que se piensa y se siente. El control es la meta, la disidencia es el tumor, la disciplina es la rutina impuesta, la creatividad y la libertad de conciencia son la enfermedad a erradicar. Pese, a todo la vida y la esperanza hacen de las suyas y cambia todo. Nada es sostenible por decreto o por la fuerza. Lo impuesto se convierte mandato social que cobra vidas, que cercena y arranca espíritus de cuerpos rebeldes, pero también crea utopías y mundos posibles. El costo es alto y tarda. 

Pensar y escribir es dolor y es gozo. Amar es dicha y sufrimiento.  El amor y el odio son díadas necesarias para reconocer la alegría, la tranquilidad, la serenidad, la felicidad, emociones y sentimientos que son efímeros, fugaces, frugales y excelsos, sublimes e inefables. Las palabras buscan contar el trayecto de ser humano, narrar historias de seres que habitan inexorablemente el universo en el planeta que nos tocó vivir. 

Laura Esquivel escribió: 

Cada vez soy más consciente de que uno se convierte en lo que mira, en lo que recuerda, en lo que anhela, en lo que transmite. El futuro comienza hoy y depende de lo que elijo ver, de lo que me permito decir, de lo que quiero recordar y de lo que decido amar.

Hamlet Lima Quintana escribió: 

Hay gente que con solo decir una palabra enciende la ilusión y los rosales, que con sólo sonreír entre los ojos nos invita a viajar por otras zonas, nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente, que con solo dar la mano rompe la soledad, pone la mesa, sirve el puchero, coloca las guirnaldas. Que con solo empuñar una guitarra hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca llega hasta todos los límites del alma, alimenta una flor, inventa sueños, hace cantar el vino en las tinajas y se queda después, como si nada.

Y uno se va de novio con la vida desterrando una muerte solitaria, pues sabe, que, a la vuelta de la esquina, hay gente que es así, tan necesaria.

A veces tenemos la buena fortuna de encontrarnos con uno mismo, duro trabajo de reflexión. Eso de conocerse a veces es más duro de lo que se cree, pero da la oportunidad de dar sentido a las palabras de Laura Esquivel y apropiarnos de ellas para dar sentido y significado a la vida. 

A veces también, tenemos la buena fortuna de encontrarnos con gente como la que describe Hamlet Lima y podemos sentirnos acompañados, nunca solos, y encontrar  en esa gente a las personas que queremos, con nombre y rostro, de carne y hueso, y que vamos amando cada día, desde la vida cotidiana, más allá de la rutina y que hacen que la vida se una linda e inesperada sorpresa -nunca fácil-, donde la ilusión se combina con el deseo, donde el sentir tiene eco en alguien, y a final de cuentas sabemos que le importamos genuinamente.

Joan Manuel Serrat, que está en una gira de despida de los escenarios, compuso “De vez en cuando la vida”, y que refrenda esta posibilidad de vivir lo inesperado, a veces…   

 

De vez en cuando la vida
Nos besa en la boca
Y a colores se despliega como un atlas
Nos pasea por las calles en volandas
Y nos sentimos en buenas manos
Se hace de nuestra medida
Toma nuestro paso
Y saca un conejo de la vieja chistera
Y uno es feliz como un niño
Cuando sale de la escuela.
De vez en cuando la vida
Toma conmigo café
Y está tan bonita que da gusto verla
Se suelta el pelo y me invita
A salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida
Se nos brinda en cueros
Y nos regala un sueño tan escurridizo
Que hay que andarlo de puntillas
Por no romper el hechizo...
De vez en cuando la vida
Afina con el pincel
Se nos eriza la piel y faltan palabras
Para nombrar lo que ofrece
A los que saben usarla.
De vez en cuando la vida
Nos gasta una broma
Y nos despertamos sin saber
Qué pasa 
chupando un palo
sentado sobre una calabaza.
De vez en cuando
De vez en cuando la vida