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08/05/13

Faldas en primavera

Faldas en primavera

Definitivamente, lo mejor de la maldita primavera es la proliferación de faldas y vestidos multicolor. Las ganas de trabajar no incrementan (a veces incluso pueden disminuir por el calor), pero sí aumentan los deseos de acudir a la labor para ver qué se ofrece. A todos nos gusta la ropa, sobre todo de ciertas temporadas. A mí me gusta la primavera. Hay otros, en cambio, que adoran las bufandas y el misterio de los abrigos; los colores oscuros y hasta encuentran entretenido el tiempo que se tardan en deshacerse de la ropa, la propia o la ajena. En fin, que a todos nos gusta la ropa, los trapos, las garras; poner y quitar. El problema sin embargo, está en cuánto nos cuesta. Una respuesta de ello está en la tarjeta o la cartera, y otra, menos fácil de contestar, está en el costo social y ecológico que representa.

Esta semana nos encontramos con la terrible noticia de más de 600 personas muertas en una fábrica textil de Bangladesh. Mujeres en su mayoría. Trabajaban hacinadas en espacios insalubres y mal construidos (se había dado aviso de grietas graves en la fábrica mentada), sin seguridad social, y con sueldos que no rebasan los 29 euros al mes (algo así como 459.26 pesos mexicanos). Esa es la realidad de miles de personas en ese país, uno de los más pobres de nuestro planeta y que sin embargo, es buscado por los grandes consorcios comerciales de la moda por su esclavizada y explotada mano de obra.

Empresas hipócritas como Walt Disney, una de las más importantes inversionistas de la industria en el mundo, ha anunciado su decisión por abandonar el país y sacar su capital de ahí. Con lo cual, no sólo saca las manos del fango que contribuyó a crear, sino que desampara de la noche a la mañana, a los miles que vivían con los pocos pesos que ganaban vistiendo a Mickey Mouse. De las empresas o sus enjuagues, que se ocupen los políticos y sus leyes absurdas. Mis baterías las apunto ahora a los consumidores, usted y yo, que somos en fin, los que consumimos muchas de las prendas fabricadas en medio de esta miseria. (1 camiseta que en promedio se vende en 20 euros, tiene un costo de fabricación en Bangladesh de 1,5 céntimos. Ver: www.vanguardia.com.mx, 6 de mayo 2013)

¿Qué pasaría si en lugar de “temporada primavera-verano”, se anunciaran “temporada 2000-2005”? ¿Difícil de imaginar? Algo nos ha llevado a relacionar la moda con el lugar en el banquete social. Dice Pierre Bourdieu que el gusto no es algo natural sino construido, enseñado, premiado o castigado. Una amiga mía se regodea por los escaparates, y cuando ve una etiqueta con el precio más alto siempre dice “claro, está carísimo, por eso me gustó”. La ignorante cree que ha nacido con el gen del buen gusto. Nadie le ha dicho que esa es la forma aprendida de sentirse que pasa por encima de los demás. Y si inventaran la idea de “temporada enero-febrero”, sería la primera en acudir a la cita comercial arguyendo que no tiene nada qué ponerse. La ropa es hermosa, a mí me gusta, pero sucede como con el vino: hay que cuestionar su frecuencia.

¿Estoy sugiriendo que use usted los mismos calzones toda la semana? No. Estoy asegurando que es urgente replantearnos la manera de consumir ropa. Al día de hoy, todavía hay cadáveres malolientes que no se han podido rescatar de los escombros en Bangladesh.

Y sucede lo mismo en centenares de cosas consumibles. Una de las joyas de la FENAL recientemente terminada en León, fue un puesto en donde el buen Douglas y compañía, decidieron crear el sistema “Libro Viajero”, de reutilización y reciclamiento de libros. Las donaciones fueron abundantes y seguramente lo serán sus beneficios. Crecerá el proyecto. Recordé este esfuerzo cuando leí la nota sobre las víctimas de Bangladesh. Si las ideas, las ficciones, las letras y las historias, es decir, los productos más valiosos de la humanidad pueden ser reutilizados ¿por qué somos tan reacios con la ropa? Recuerda que hay quien muere porque uses esos pantalones.

Por cierto, el sueldo promedio de un obrero en León, Gto., no vale nada: 5 mil 850 pesos mensuales. (Ver: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo). Un día hablaremos de roperos atestados de zapatos. Y que viva la primavera.