El Abuelo • David Herrerías

“–Lo que me queda más claro ahora es que necesitamos un cambio –dijo, compungido…”
El Abuelo • David Herrerías

–Mira –me dijo el abuelo, apenas apagó la televisión-. El problema es estructural, no es un asunto de quitar a uno y poner a otro. 

Me sorprendió que la plática se pusiera seria.

–¿O sea, abuelo, que da lo mismo quiénes sean las corcholatas, no importa la persona? –¿Cuáles corcholatas? –me respondió sorprendido-. ¡Estoy hablando del futbol! Da lo mismo que pongan a un entrenador que otro, el problema es cómo está organizado todo. 

Se hizo un poco de silencio, mientras recogíamos las botanas. Pero el Abuelo volvió a levantar la voz: 

–Han hecho un “Club de Tobi”, un capitalismo de cuates. Unos cuantos se sirven con la cuchara grande, y los demás solo recogen las migajas. 

–¿Los de la FMF, abuelo? ¿Los dueños de los equipos?

–¡No, hombre! –replicó con enfado– ¡En este país!, ¡estoy hablando del país!

–Ah, perdón, Abuelo. 

– Cierran la puerta para que casi nadie pueda entrar, ¡así ellos son los únicos que juegan!

–Sí –me atreví a completar–. Con eso de que quitaron el ascenso, ¿verdad abuelo?

Él me miró extrañado.

–¿Cuál ascenso? ¡Estoy hablando de los partidos políticos!Sólo ellos pueden acceder a los puestos de poder. –Ah, perdón.

Y me encogí un poco, poniéndome a resguardo de su bastón,que blandía como una espada.

–Están coludidos con los medios de comunicación, y los medios tienen sus propios intereses, son jueces y parte… todo ahí mezclado… 

–¿Con los partidos políticos, Abuelo? –pregunté con temor. 

–¿De qué hablas? ¡Te estoy hablando de los clubes de futbol!

Volvió a la carga: 

–Y ahora quieren modificar las reglas de competencia. Cada quién pensando en poner las que les convienen para ganar a como dé lugar, no para que mejoren las cosas. 

–¡No me diga, Abuelo! ¿a poco van a permitir más extranjeros en los equipos?

–¿Cuáles extranjeros? –me preguntó extrañado, como si le hablara a un loco-. Estoy hablando de las modificaciones a las leyes electorales, en el país.

Y calló unos instantes. Yo respiré profundo.

–Creo que lo que mejor saben hacer, es grillar en los organismos internacionales –añadió, continuando con sus reflexiones-. ¡Ahí si tenemos algunas victorias!

–¿Cuáles victorias Abuelo? –me atreví a polemizar–. Como que últimamente hemos hecho algunos papelones en los organismos internacionales.

Abrió los ojos como para reconocerme:

–¿De qué organismos hablas, chamaco turulato? ¡Estoy hablando de la FIFA! Nunca ganamos nada, pero vamos a todos los mundiales gracias a que logramos que clasifiquentres equipos de la “poderosa” región de CONCACAF. ¡Y ya estamos clasificados al siguiente mundial sin haber disparado un solo tiro!

Siguió un silencio prolongado que agradecí. Pero el Abuelo volvió a romper el silencio: 

–Lo que me queda más claro ahora es que necesitamos un cambio –dijo, compungido. 

Yo, un poco ciscado, pregunté con timidez: –¿En la política o en el futbol, Abuelo? 

–¡No, zoquete!, de pañales. No aguanté los dos tiempos extras del partido.


¡Felices fiestas!