martes. 05.12.2023
El Tiempo

Opinión • Un abrazo en el mural • David Herrerías

“…lo conducente, como en los casos de guerra, es unirnos en una misión solidaria y, pasada la emergencia, hacer cuentas…”
Opinión • Un abrazo en el mural • David Herrerías

Una de las mentes más lúcidas del PAN, Carlos Castillo Peraza, decía que en México teníamos la “cultura del mural”. Me parece que la idea describe bien algunos rasgos de nuestra cultura cívica. Los mexicanos hemos crecido en la contemplación de imágenes plasmadas por los grandes muralistas en muros públicos y después reproducidas en todos los libros escolares, que escenifican frecuentementelos capítulos de nuestra historia en dos bandos irreconciliables: por un lado los buenos, generalmente los indígenas o los representantes de las élites revolucionarias. En el otro lado los conquistadores españoles, la burguesía, el clero (aunque algunos frailes lograban colocarse de vez en cuando del lado correcto). Las licencias expresivas de los muralistas, frecuentemente subsidiados por el gobierno o incluso por grandes capitalistas, mostraban a los personajes del lado abyecto del mural como seres feos, contrahechos, oscuros; los integrantes del lado noble generalmente luminosos, aunque a veces sometidos por la crueldad de los oponentes.

En los murales no hay términos medios, se está en un lado o en otro. Una visión maniquea de la historia que obliga a escoger uno de los dos lados, induciendo pedagógicamente a colocarse en el lado brillante de la pintura. Ese ha sido el sino de nuestro devenir nacional: indígenas contra españoles;liberales contra conservadores; liberales, ahora conservadores, contra reaccionarios. Aunque en la guerra contra los aztecas la mayoría de los atacantes fueran también indígenas. Aunque Maximiliano fuera en realidad, más liberal y proindígena que Juárez. Recuerdo que en la juventud se me inflamaba el pecho cuando nos llamaban a colocarnos “del lado correcto de la historia”. 

Castillo Peraza se preocupaba por este antagonismo en los albores de la transición democrática en México, porque sentía que esa cultura política era un gran riesgo para la transformación, que ya se anunciaba en los ochenta. Decía que la democracia no podía ser la imposición de una mayoría sobre la minoría, sino la capacidad de dialogar para encontrar caminos comunes.

Desgraciadamente tenía razón. Esa forma de pensarmaniquea pervive (no la inventó el gobierno actual). Frente a una tragedia como la de un ciclón devastador afloran muchas reacciones solidarias, positivas; pero gran parte de los medios, de los políticos y de la ciudadanía, están más interesados en demostrar que el bando contrario está haciendo mal las cosas, que en atender verdaderamente a las víctimas. Durante el desastre en Guerrero circularon videos falsos “demostrando” que la ayuda se utilizaría con fines políticos, como uno de Claudia Sheimbaum entregando despensas con su logo (que era de unos meses atrás y en otro estado) y varios más con trucos parecidos. Del otro lado circularon también algunos que mostraban al gobierno y al ejército repartiendo cosas… en otras catástrofes en otros lugares. También circularon imágenes verdaderas, pero obviamente escogiendo y resaltando las que podían hacer más daño al enemigo o sacándolas de contexto. Se podría hacer un recuento de los artículos de opinión sobre el tema y la mayoría se orienta a descalificar a los actores, y muy pocos a llamar a la solidaridad o a ayudarnos a entender la situación.

El problema de esta comunicación politizada, disfrazada de una legítima necesidad de auditoría, es que ocasionó que muchas personas dudaran en donar víveres o apoyos diversos “porque se los iban a quedar los soldados”, o “se usarían políticamente”. Sin restar importancia a la evaluación que podamos hacer de la reacción gubernamentaly su eficacia, lo conducente, como en los casos de guerra, es unirnos en una misión solidaria y, pasada la emergencia,hacer cuentas.

Si hubiera que afirmar que hay un lado correcto de la historia, éste sería en medio del mural, en el encuentro y el diálogo, en un abrazo.