Chispitas de lenguaje • Bilingüismo • Enrique R. Soriano Valencia
El bilingüismo es una práctica no solo recomendada, sino imperativa. Tener dos lenguas como maternas, además de las ventajas prácticas para un adecuado desenvolvimiento en, cuando menos dos comunidades; amplía las perspectivas culturales –lo que fortalece criterios de análisis–, vigoriza la identidad con mayor número de personas y protege lenguas en peligro de extinción.
Bilingüismo implica el dominio de dos lenguas o idiomas (el prefijo bi- añade el sentido de dos a la raíz). No es suficiente con aprender de adolescente o de adulto otro idioma. Aunque eso apoya el desarrollo cerebral, al incrementar el número de conexiones neuronales, recibir ambas lenguas desde el hogar, facilita comprender a cabalidad el sentido de cada idioma.
Eso es diferente a solo dominar significados. Me explico. Consideremos la ironía. Si solo se conoce el significado estricto de vocablos, será casi imposible reconocer la doble intencionalidad de un mensaje (el metalenguaje). Todos los idiomas recurren a la ironía como una forma de entender de forma diferente la realidad o hacer que otros la visualicen bajo otra perspectiva.
El bilingüismo entonces facilita la socialización en las culturas donde se maneja cada idioma como la lengua formal. Como cada sociedad es diferente, entonces cuando alguien tiene la capacidad para comunicarse con eficiencia (no solo entender), entonces su habilidad para lograr ventajas en cada sociedad lo hace una persona con mayores posibilidades de éxito.
Decía don Miguel de Unamuno: «Nuestra patria común es la lengua». Y es que, en efecto, cuando alguien maneja como lengua materna un idioma, es más fácil que se identifique con otra persona porque manejan similares valores. El concepto patria implica tener no solo un territorio, unas leyes y un Gobierno en común, sino manejar todo el bagaje cultural en su sentido más amplio. Eso facilita la coexistencia.
La identidad con su tierra y su cultura se ha incrementado desde que reconocieron en España como lenguas oficiales el catalán y el vasco. Estos idiomas se hablaban de forma privada porque no estaban permitidos por el régimen franquista. Con la democracia fueron admitidos y se incrementó el número de hablantes. Ello facilitó identificarse con su cultura local (aunque han llegado al extremo de no querer hablar el español). Es decir, se fortaleció el nacionalismo.
Y por si no fuera poco lo anterior, el manejo cerebral de dos idiomas (cuando menos), obliga a las neuronas a multiplicar las conexiones con otras para responder al reto de pensar en dos idiomas, bajo dos conceptos culturales. Es decir, que el dominar dos idiomas enriquece los procesos mentales, lo que lleva a elevar las capacidades. Responder a retos, entonces, será mucho más fácil y, además, se logrará con mayores alternativas.
A diferencia de la anterior legislación sobre etnias, que las trataba bajo esquemas paternalistas, actualmente la ley las contempla a los grupos étnicos como maduros para decir su propio desarrollo. Muy importante será que tomen la decisión de promover el bilingüismo. Nunca en el ánimo de desplazar a su lengua, sino el de fortalecer su cultura e identidad. Todos los mexicanos deberíamos contar con esa oportunidad.