jueves. 18.04.2024
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ChispitasDeLenguaje • Plagiar • Enrique R. Soriano Valencia

“…costumbre muy común entre estudiantes es hacer propio un texto que no les pertenece….”
ChispitasDeLenguaje • Plagiar • Enrique R. Soriano Valencia

Una costumbre muy común entre estudiantes es hacer propio un texto que no les pertenece. A eso se llama plagio. Cientos de profesores se encuentran que a los estudiantes les parece un camino rápido, para evitar el esfuerzo, retomar lo que otros elaboran. Sin embargo, lo hacen porque no tienen conciencia de que es delito contemplado en el Código Penal de la Federación en su artículo 424, con pena de prisión y multa.

La historia de la palabra plagio es muy curiosa (del latín plagium). Se origina en la antigua roma cuando un hombre libre usaba a un esclavo sin autorización del dueño, para labores que le favorecían. Como no todas las personas tienen las mismas habilidades, algún hombre libre se interesaba por esas destrezas y sin conocimiento del dueño, lo llevaba a su servicio. Por supuesto, los esclavos carecían de ser objeto de atención –salvo casos excepcionales– o valor a su palabra, y esto complicaba que el amo original pudiera conocer rápidamente la apropiación indebida. 

En la actualidad esta práctica del plagio ha quedado limitado a las artes y la ciencia, entre las que destacan los textos (científicos o literarios). Antes, en este ámbito era más difícil reconocer los plagios, debido a que la difusión de obras no tenía el mismo alcance: no todos sabían leer y la distribución de libros tampoco era de lo más eficiente. Incluso, el propio Quijote de la Mancha retoma pasajes de Lope de Vega y versos de Garcilaso; o del mismo Quijote de Avellaneda –un libro que pretendió ser la continuación de la primera parte del Quijote, hasta que el propio Cervantes emprendió esa labor. 

Académicamente no existe plagio cuando se cita al autor, es decir que se da absoluto crédito a la persona física o moral(una institución, centro de investigación o centro académico). Pero se considera delito cuando hay suplantación. Esto es cuando una persona o entidad presenta como propia, de forma total o parcial, una obra ajena (y por obra se entiende la producción intelectual expresada en diseño, escultura, música, texto, procedimiento o, incluso, invento). 

El plagio puede ser total o parcial. El primero sucede cuando se presenta como propio. Me ha sucedido que hasta errores originales (porque no existe la obra perfecta) se reproducenen tareas escolares. En tanto que parcialmente se refiere cuando la estructura es la misma pero se hacen pequeños cambios para modificar la apariencia.  

Con la actual tecnología es fácil encontrar plagios (mis alumnos lo saben bien y han padecido las consecuencias escolares). Hay suficientes herramientas para reconocer e identificar la procedencia de textos (en mi caso; aunque supongo que lo mismo sucede en otras materias). Incluso, es altamente recomendable que los docentes recurran a esas herramientas identificadoras para que los alumnos aprendan que tiene consecuencias el plagio.

Hace poco fui testigo de un reclamo por presunto plagio. Gracias a las referencias poéticas de lectores y autores, fue posible identificar que, aunque con coincidencias en palabras, no existía plagio. 

Saludo y felicito al poeta Martín Campa por su reciente libro El Edén de mi agonía, presentado en Celaya. 


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