Ciencias y ortografía
Las ciencias y tecnología ofrecen algunos problemas en cuanto a la escritura. En ocasiones es difícil decidir cuándo escribir ‘Biología’ y cuándo ‘biología’, por ejemplo. También abundan los pequeños detalles dificultosos: ¿teoría de la relatividad o *Teoría de la Relatividad?, ¿*veinte kg o *20 Kg? Muchos detalles que asaltan al redactor.
Por principio, las mayúsculas en nombres sirven para singularizar. Mi nombre es Enrique. Lo enuncio con mayúscula inicial porque se refiere a una persona, a alguien específico (en este caso, yo). Sin embargo, si colocara un rótulo en una ventanilla para que se registren ahí quienes tienen un nombre similar, entonces enunciaría: «Los enrique, favor de presentarse aquí»; el nombre está usado de forma genérica. Lo mismo sucede con las ciencias. Cuando se trata de la ciencia, como nombre propio es única la Biología. Pero si se trata de la ‘biología de los microorganismos’ entonces se enuncia con minúscula porque ya no se refiere a la ciencia, sino a la estructura viva de los microorganismos. Por supuesto, si ese encabezado pasa a ser una materia por estudiar, entonces pasa a nombre propio de una cátedra. Por tanto, se enunciaría con mayúscula inicial.
Ahora, las clasificaciones científicas (taxonomía) también observan determinadas reglas. Por una parte, los nombres en latín deben, obligadamente, enunciarse en cursivas. Igualmente, el primer nombre irá con mayúscula inicial (el género), el segundo (especie) y tercer nombre (subespecie, en caso de incluirlo) irán con inicial minúscula: Canis familiaris (nombre científico del perro común) o Chenopodium ambrosioides (epazote), Homo sapiens (el hombre).
Los taxones (ubicación en la clasificación) en español deben escribirse con minúscula: «El hombre pertenece a la especie de los primates, de la familia de los homínidos…».
Las teorías, leyes, constantes, etcétera, no son nombres propios; aunque sí quienes dan su nombre a esos conceptos. Por ejemplo, al enunciar teoría de la relatividad se escribe con minúsculas; pero no así la constante de Planck.
Por esas mismas razones los nombres de las enfermedades se escriben con minúscula inicial. Me refiero a que tanto las de nombre simple –tos, diarrea o jaqueca– como las complejas –blenorragia (gonorrea) o esclerosis tuberosa– se escriben con inicial minúscula. Pero, al igual que el caso anterior, será diferente si algún investigador dio su nombre al padecimiento: síndrome de Bourneville Pringle (la misma esclerosis tuberosa).
Ahora, en las cantidades es preferible enunciarlas con letra hasta el número veinte, las decenas y centenas cerradas, cuando el lector no deba hacer suma, sino simplemente enterarse de montos. Pero si se trata de cuantías en donde se precise hacer operaciones, entonces serán preferentes dígitos. Asimismo, si se usan unidades de medida (kilogramos, litros, metros, Hertz, etc.), es inadecuado combinar letra y símbolo. Es decir, que es impropio *veinte kg.; en este caso debe ser ‘veinte kilogramos’ o 20 kg (sin punto después de la unidad de medida). Los símbolos se enuncian en minúscula, siempre que no sea alguno procedente de un apellido, como el caso de N (newton, como unidad de medida; el apellido, obviamente, con mayúscula inicial). Finalmente, los múltiplos y submúltiplos conservan la minúscula: kN (kilonewton)/ dK (decinewton).