sábado. 20.04.2024
El Tiempo

De nuevo, presidenta

"... una verdad a medias es una completa mentira."

De nuevo, presidenta

Hace unos días, resurgió entre varios amigos el tema de la palabra ‘presidenta’. Y es que, como si fuere maldición, regularmente envían y reenvían en las redes sociales un artículo donde supuestamente echan por tierra la inexistencia de esa palabra. Para ello se valen de argumentos que no carecen de información gramatical y de relativa verdad. Pero, insisto, una verdad a medias es una completa mentira.

Según ese artículo, las palabras terminadas en –nte son participios activos y éstos son inflexibles en su terminación. Concluye de forma contundente la nota: «No demuestre ignorancia porque es estudiante y no estudianta; ignorante y no ignoranta. Son formas invariables, por lo que debe ser presidente y no presidenta».

La nota tiene razón y no. Una figura no considerada en la gramática moderna del español es el participio activo o de presente. Esta clasificación aparece en las Gramáticas antiguas, pero en la actual es inexistente. Esa clasificación procede del latín. Esta lengua tiene cuatro tipos de participios: el pasado o pasivo (el único en nuestro idioma); el participio activo o de presente; el participio de futuro (la única palabra que todavía lo refleja es el vocablo ‘futuro’, lo que va a suceder); y el participio absoluto. En el español moderno solo hay vestigios del participio que en otros tiempos llamaban ‘participio pasado’.

El participio activo en español evolucionó a adjetivos. En particular, los que presentan el sufijo (terminación) –nte (que añade el significado de «el que realiza una acción»). Es decir, con ese final de palabra también tenemos sustantivos (estudiante, el que estudia) e, incluso, algunas preposiciones (ante) y adverbios (bastante).

Ahora, el artículo tiene razón cuando indica que como adjetivo su terminación es invariable (este aspecto lo retomo más adelante). Pero se olvida de mencionar que hay muchos sustantivos (persona, animales o cosas) derivados de ese participio latino. Esto es, no solo ‘presidenta’, también tenemos en el diccionario desde hace varios siglos otros más con similar origen: regenta, gobernanta, parturienta (absurdo que por la lógica de ese artículo llamáramos ‘parturiente’ a las señoras en esa condición), marchanta (con el mexicanísimo ‘marchantita’), parienta, etc.

Pero preciso, para ser justo, en efecto no existe ‘presidenta’ como adjetivo, solo como sustantivo. Es decir, cuando nos referimos a una persona la podemos llamar ‘presidenta’. Es el caso de las presidentas municipales o la de algún país. Esa figura cuando se refiere a una persona (sustantivo) es totalmente admitida. 

El problema es que no aplica como adjetivo. Esta figura gramatical nos dice algo de persona, animal o cosa. Pongamos un ejemplo con la palabra ‘señora’. Se pude enunciar: «La señora es bonita». Es evidente que en esta oración el vocablo ‘bonita’ es un adjetivo porque califica o nos da una particularidad del sustantivo ‘señora’. Si sustituimos en el mismo enunciado el término ‘bonita’ por ‘presidente’ descubriremos que este último vocablo está haciendo el papel de adjetivo porque nos dice algo de la señora. Por lo tanto es correcto enunciar: «La presidenta del Congreso de Guanajuato, Lupita Velázquez, inauguró…» porque en esa oración está en calidad de sustantivo. Caso diferente para una construcción como: «Lupita Velázquez es la presidente del Congreso…», porque aquí es adjetivo el vocablo ‘presidente’.

El artículo que da origen a este comentario es incompleto porque, cierto, no debe aplicar ‘presidenta’ como adjetivo; pero deja de informar que sí está admitido el sustantivo desde hace más de un siglo. Por tanto, considerar ignorante a quien la usa, es un atentado contra la seguridad de quien se expresa. Debemos combatir ese tipo de barbaridades que de cuando en cuando arremeten contra la honesta preocupación de quien desea expresarse bien.