Sinónimos del mismo origen

"Hace unos días me preguntaron por las palabras ‘profesional’ y ‘profesionista’. Quien me hizo la consulta, aseguraba que la primera es correcta, pero no así la segunda"

Sinónimos del mismo origen

Hace unos días me preguntaron por las palabras ‘profesional’ y ‘profesionista’. Quien me hizo la consulta, aseguraba que la primera es correcta, pero no así la segunda. Sin embargo, el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, ha recogido las dos. Por tanto, ambas están aceptadas en su uso. De ellas, la primera es la recomendada por el diccionario oficial, la segunda es mexicanismo y sinónimo del vocablo inicial.

Casos como este, abunda en nuestro idioma: influenciar/influir; competencia/competición; feminidad/femineidad y cotidianeidad/cotidianidad, por ejemplo.

‘Profesional’ básicamente es una voz que califica a otro vocablo: «formación profesional»; «un trabajo muy profesional»; «es profesional en su labor», etc.; pero también se usa para referirse a una persona que ejerce una profesión. Esto es, regularmente es un adjetivo pero también se usa para referirse a una persona (sustantivo): «El profesional de la Comunicación es aquel que…».

En esta última modalidad radica la diferencia que en México se le asigna. Mientras que ‘profesional’ es cualquier persona que ejerce con alta calidad una actividad (independientemente si es una carrera universitaria o no), ‘profesionista’ se aplica solo quien tiene como nivel mínimo, licenciatura (en ello coincide el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua –FCE, 2010–; sin embargo, el Diccionario del español de México del Colegio de México –2010– lo refiere a quien estudió una profesión y ésta –según la misma obra– podría ser o no universitaria). Esto es, en México sí hay diferencia de uso, aunque para el diccionario oficial, no.

Ambas palabras proceden de ‘profesión’. Esta, a su vez, tiene por origen el latín professio, integrada por el prefijo pro-, que implica «hacia adelante», y fateri, que tenía el sentido de «admitir o confesar» (profitieri, era interpretada como «confesar en público») y el sufijo –sión, ‘acción’ o ‘efecto de’. Esa palabra se usó entre quienes admitían públicamente su vocación e ingresaban a una orden religiosa para dedicar su vida a Dios. Sin embargo, el vocablo dejó de limitarse al sentido religioso para identificar cualquier persona que toma una actividad y se consagra a ello, de manera voluntaria y gozosa.

La palabra ‘profesionista’ –a la que cuestionó su validez mi interlocutor– está compuesta por el vocablo ‘profesión’ y el sufijo –ista. Acorde con el Breve diccionario etimológico de la lengua española (Gómez de Silva, FCE, 1985) ese sufijo añade el sentido de ‘que hace’ o ‘quien profesa o ejerce’. Esto es que la construcción no es contraria a la formulación de nuevos términos o vocablos en nuestro idioma.

En México hubo la necesidad de otro término para diferenciar los casos de personas consagradas a una actividad realizada con muy alta calidad –los profesionales en su ramo, con o sin carrera universitaria– y quienes estudian en centros educativos superiores, pero que no llegan a destacar. Esto es, en México se entiende como ‘profesionista’ a quien ha cursado estudios mínimos de licenciatura pero no necesariamente la ejerce o si lo hace, podría no caracterizarse por la calidad en su desempeño. Es decir, a los hablantes con este mexicanismo le es posible distinguir un «profesionista que es todo un profesional», persona con estudios universitarios con alta calidad de desempeño; «un profesional en su ramo», individuo con o sin estudios universitarios, pero con intachable ocupación; y «profesionistas que no son profesionales», sujeto que tiene estudios universitarios, pero que su desempeño es deficiente.

En este último caso son múltiples los factores que podrían derivar en ello: estudiar una carrera sin vocación, solo por la ilusión de fuertes ingresos, por tradición familiar o por deficiencias en la institución académica. Muchos así obtienen su título, pero ni les aporta su profesión, ni tampoco aportan a ella. La sociedad está consciente de ello y por mismo demandaba en el lenguaje otra palabra que pudiera diferenciar los términos.

En los otros casos referidos: influir / influenciar también son sinónimos. La diferencia está en la construcción de la oración; la acción del verbo pasa al complemento en el segundo y en el primero, no necesariamente.

De competencia / competición son casi sinónimos. El primero se refiere al encuentro de rivalidad (deportiva o no) y el segundo a la acción deportiva estrictamente.

En tanto feminidad y femineidad son sinónimos que evolucionaron de diferentes palabras del latín, igualmente ambas válidas.