Torneos continentales de futbol [VII]: Entre el equilibrio y la mínima diferencia • Fernando Cuevas
"…y siguen los semáforos dudando de qué color ponerse…”
Séptima entrega del recorrido por los dos certámenes de selecciones que se llevan a cabo en estos días, y siguen los semáforos dudando qué color ponerse.
LA EUROCOPA [VII]
Acción del grupo D y la mitad del E con encuentros equilibrados: dos empates y un triunfo por la mínima.
Triunfo con lo justo
Después de obtener positivos resultados en sus anteriores encuentros, no del todo esperados, Suecia y su sólido cuadro bajo enfrentó a Eslovaquia, ya con tres puntos en su contabilidad. Los primeros minutos fueron de tanteo y búsqueda de imponer alguna condición favorable, con discretos acercamientos a través de remates de cabeza. Diseñados para esperar más que proponer, ambos equipos lograban neutralizar los avances en zona alta con ordenadas líneas de cuatro, sobre todo los planteados por los suecos, cada vez más tiempo con la pelota, si bien a partir de la media hora, los eslovacos parecían animarse ligeramente para ir hacia la portería contraria, al menos para inquietar a los escandinavos. Sin embargo, predominó la cautela.
Los de amarillo salieron más adelantados para la segunda parte, plantando una línea desde la salida misma de los de la blanco, que empezaron a responder al darse cuenta del cambio sueco: prometedor arranque del segundo medio. Llegaron otra vez los cabezazos como armas principales y el cuadro nórdico aprovechaba las corrientes a su favor para navegar con más frecuencia hacia puerto contrario, en donde Alexander se convirtió en riesgo continuo, hasta que al 77’ Forsberg convirtió un penal cometido por el portero eslovaco, quien a pesar del buen lance no pudo evitar el gol. Lejos de cuidar la ventaja, los suecos mantuvieron una postura ofensiva y cerca estuvieron de aumentarla, mientras que los eslovacos no pudieron reaccionar a la altura de las circunstancias.
Repartición ganada
Croacia necesitaba los tres puntos y República Checa confirmar su posición en el grupo. Se vieron las caras en Glasgow y fueron los segundos quienes iniciaron con el aliento a su favor, aprovechado después por los primeros, resultando una primera media hora de rico intercambio de aproximaciones y leal batalla en el campo medio. Fue al 37’ cuando un ensangrentado Schick anotó un penal detectado por el VAR, producto de un centro en el que al momento de saltar, Lovren le propinó un fuerte codazo, involuntario pero existente: queda para la discusión el señalamiento. Después de protestar la marcación, los croatas estuvieron cerca de alcanzar el empate antes de tomar rumbo hacia el vestidor.
Y apenas saliendo del túnel, Perišić se llevó la pelota y con disparo cruzado bien esquinado puso el empate, más representativo de lo que había acontecido en el campo. De ahí, los dos equipos mantuvieron un atractivo duelo de miras ambiciosas, lejos de apostar por el empate que convendría más a los fines de los checos, quienes no daban muestra alguna de conformismo. Cambios necesarios dada la intensidad con media hora por delante y otros más a quince del final, aprovechando el reglamento de las 5 modificaciones, mientras que ambas porterías eras rodeadas de un peligro latente, aunque la mayor parte de los disparos no se dirigían entre los tres postes. Los equipos siguieron intentando pero las redes permanecieron quietas hasta el pitido último.
Corazones apagados
Escenificaron en 1872 el primer partido entre selecciones nacionales con un empate a cero, en las cercanías de Glasgow. Con toda una conflictiva historia detrás, Escocia e Inglaterra se volvieron a ver las caras en Wembley con los primeros sin ningún rastro de sometimiento y, fieles a su historia combativa a pesar de encontrarse en desventaja, lucharon a lo largo del primer tiempo incluso generando dos opciones para anotar. Los ingleses, en tanto, fueron controlando más los flancos y estuvieron cerca de abrir el marcador con frentazo de Stones que se quedó en el palo y a través de alguna otra llegada. La batalla se tornó lodosa y con escasa claridad, en parte por la falta de riesgo y en parte por los ajustes en la zona media baja que los dos fueron instrumentando.
Para la segunda mitad, nuevamente el cuadro de los Tres Leones salió a buscar la diferencia y cerca estuvieron de conseguirlo, si bien los escoceses fueron retomando el orden en el campo y emparejaron el desarrollo, con todo y un remate que fue salvado en zona de emergencia. Pasaron los minutos y los ingleses parecían buscar más, sin la suficiente cantidad de alternativas como para consolidar un triunfo, mientras que los Terriers aguantaban sin mucho apuro y lanzaban una que otra comitiva para ver qué se encontraban: ninguno de los dos hacía lo necesario para romper el cero y sí en cambio lo justo para evitar que su puerta se abriera, ya no de par en par, sino al menos un resquicio. Se repitió el marcador de aquel partido fundacional celebrado hace 149 años.
COPA AMÉRICA [IV]
Dos partidos que se definieron por la mínima diferencia a favor de los que tenían consigo los momios. Los goles en la primera parte y segundos medios de mantenimiento.
Triunfo sufrido (sin necesidad)
Con el reciente empate en la eliminatoria mundialista vivido como derrota, Chile mostró de inicio sus cartas con tres delanteros e igual número de medios con clara tendencia a ir al frente, además del abordaje de los laterales, planteamiento esperado por una Bolivia que no disimuló su intención de solo evitar que cayera su arco, pobremente instrumentada. Los primeros diez minutos, de intenso ataque, terminaron con el esperado gol de La Roja vía Brereton, que siguieron bombardeando a placer para convertir al portero Lampe en héroe inmediato, salvando al menos cinco potenciales tantos antes del minuto veinticinco. Como si buscaran la salida al mar, los del altiplano adelantaron un poco las líneas y empezaron a explorar territorios más allá de sus horizontes iniciales, dejando una mejor sensación hacia el término del medio.
Muy similar el inicio de la segunda parte con los mismos 22 hombres sobre el campo, acaso con los de verde un poco más enchufados y sus rivales en modo confianza, quizá un poco excedidos, como lo demostró un ataque que cerca estuvo de terminar en gol, si no fuera por el oportuno lance de Bravo. Después de un cambio por bando, la posibilidad del empate seguía presente, aunque también la de la ampliación de la ventaja, dada la continuidad de llegadas con buena opción, más por la ruptura del partido que por la elaboración de los contendientes. Jugando al filo de la navaja, los chilenos decidieron optar por el contragolpe y dejar que los bolivianos tomaran la iniciativa, decisión que por poco les cuesta la igualada, en un partido que se presentaba para no sufrir de más.
Del Río de la Plata al país del rey blanco
El primer partido entre Argentina y Uruguay fue hace 120 años en Montevideo con triunfo pampero 3-2; ahora, tras el minuto de silencio para reconocer a los luchadores de la pandemia, los albicelestes salieron destapados para poner en alerta a los uruguayos, que trataban de adaptarse a las salidas comprometidas. Los avisos empezaron pronto de parte de la albiceleste y el mensaje llegó al 13’ con centro punzante de Messi bien rematado por Rodríguez al contrapié de Muslera. Los charrúas controlaron más la pelota y tras una falta dudosa en el área, cometida por el propio anotador del gol sobre Cavani, los pamperos organizaron una escapada que por poco acaba en la red, para después dar un espacio de acercamientos sin veneno en las dos puertas, pero manteniendo la inclinación hacia el juego limpio, a pesar de las pasiones ancestrales.
La segunda parte mantuvo la tónica de los minutos finales de la primera, con los uruguayos luchando por generar peligro para el empate pero sin mucha precisión al frente, en tanto los argentinos se acomodaban para alguna escapada, casi siempre comandada por el estelar del Barcelona, para asegurar un triunfo que se les ha negado en recientes encuentros donde empiezan ganando y son alcanzados. A pesar de las modificaciones de los dos cuadros, no se advertía claridad y continuidad en las estrategias, más bien reducidas a esporádicas intentonas con servicios al área. Los últimos minutos transcurrieron en el fango, entre la protección de la pelota, la provocación de faltas y constantes interrupciones al filo del reglamento.