Tigres de Papel • El barrio baila • Francisco Javier Mares
El barrio sonidero ocupó cada rinconcito de los mártires de la plaza del centro histórico.
De suyo populares, una miscelánea interminable, las dos plazas centrales de León, la de ‘Los Mártires del 2 de Enero’ y la de ‘Los Fundadores’, son caja de resonancia de los sentires de su población. En Madero, el organillero recibe a los viandantes que atienden o no su llamado a dejar una moneda. En la esquina a la derecha, sobre Cinco de Mayo, un sax relevó a la monjita del rompope. A la izquierda, al cobijo del Portal Bravo, el del Condominio Plaza de los Padilla, y el Hotel Condesa que ahora es 'Ramada Plaza', entre el cajero de HSBC y las mesas del ‘Italian Cofee’, la guitarra eléctrica evoca lo mismo a Santana que a ‘Los Ángeles Negros’. En el tal Portal Aldama, territorio del 'Mc Donald's' y las novedades orientales que trae 'Miniso', una pequeña ‘Shakira’ débil visual encanta a los visitantes y provoca la sonrisa en los de casa. Al frente, en el Portal Guerrero, el de las cebadinas, de donde se fueron ‘Nanos’ y ‘Pancholín’, una voz triste con acento sudamericano canta a Sabina, a Serrat, a ‘Palito’ Ortega’.
Pero eso es en días hábiles. Esta tarde/noche había que dejar la atención y las bocinas a la barriada anfitriona de Ramón Rojo y su Sonido ‘La Changa’, llegados por carretera del Tepito defeño de los 70’. En sábado, el centro histórico de León es un hormiguero de la resistencia.
En las bancas a casa llena otras tribus suplantan a los mirones consuetudinarios que comen semillas, sustituyen a los buscadores de empleo y los paseantes en pausa. A las puertas del edificio de CFE, los años envejecieron la colecta en ayuda a los minusválidos. Los clientes cotidianos del 'Italian' se mudaron al 'Condesa' al lado, porque allí se sirve sucedáneo de café a jarra libre. Las infancias indefensas fueron de pedir para un taco al antojo de una rebanada de pizza. Indigentes y enamorados huyen de las miradas intrusas en el redondel de kiosco. A la ‘Plaza de los Fundadores’, su reino vespertino, han regresado los payasos majaderos. Las palomas buscan migas. Los vendedores ambulantes de telefonía exasperan a cualquiera. A la tarde las banquetas de Madero y el corredor de Cinco de Mayo se pueblan de artistas del grafiti en modo cartulina y pulseritas jipis. Los boleros avizoran que en su caída el sol se llevará los clientes.
A las cuatro de la tarde, hora pactada, los primeros chiflidos se mofan de los discursos que traerían la puntualidad a la ciudad. En el escenario, si acaso asoman los ‘jalacables’. Abajo, al adoquín lo decoran ‘jerseys’ de americano y gorras beisboleras. Pantalones anchos. Veinte minutos después las primeras pruebas de sonido fallidas. Hay un niño extraviado. Una muchacha, la mar de amable, ofrece una pulsera naranja ¿? ‘Así se puede acercar y saben que ya está registrado’. A cambio, hay que otorgar en su bitácora el nombre, edad, colonia y firma del interesado. Raro. A ver. Hay mucha, mucha policía a la vuelta y vuelta, como rutina de novios en jardín de pueblo. ‘La Changa’ es a las ocho’, informa, cortés, la señorita de los datos.
Un animador ducho en esos menesteres se hace de la voz. Los saludos que desde la kermés callejera de los 60’ ordena quien paga la melodía siguiente, son propios del ritual. Esta es para ‘Los Conversitos’, del Coecillo; ‘Los Callejeros 18’ de la León Uno’; ‘Los Británicos 13’ de la Chapalita. Rehenes o victimarios en la violencia criminal callejera en su día a día, atienden la convocatoria oficial al baile corralero en la plaza principal. El distractor es ganancia. Hay una banda que arroja a los ojos ajenos el orgullo de sus colores impecables. Ellas y ellos en una estampa de ‘The Warriors’ 45 años después. Desde su impreso colgado en lo alto de la Parroquia Del Sagrario, de puertas cerradas para la ocasión, el recién llegado arzobispo Jaime Calderón les mira y escucha curioso, un poco intrigado.
En fila india suenan: ‘Monki’, ‘La Rumbita’, ‘Sonido Luz de Luna’ y ‘Míster Colombia’, apenas diferenciados a los oídos de los no iniciados. Aquí y allá se arriesgan pasos propedéuticos para el desafío final. Pieles morenas con trazos sobrepuestos, abundantes e ininteligibles. Panzas gozadoras. Pelos acicalados o sin concierto van en pareja. Cadenas y placas al cuello, en ‘outfits’ inalcanzables a la mirada reprobatoria de Carolina Herrera. Están todos. Llegaron los clubes de bailadores de fin de semana. Familias completas. La comadre también. ‘Pinchi vecino sí vino, Juan, míralo’. Una mamá joven en top, ‘short’ y tenis, tatuada al pecho y las piernas, adoctrina y supervisa los pasos de su cachorro de diez, once años, casaca de grandes ligas, gorra en juego, bermuda de mezclilla negra y tenis. Fuera del carrusel, los menesterosos que a nadie importan deambulan olvidados. Una anciana mendiga unos centavos, otros ni de la realidad necesitan. El hombre gordo, de pelo y barba hirsutos, cubre apenas con su cobija renegrida y dura como cecina sus desnudeces. Sigue ahí de siempre. Seguro, hasta el fin. Las horas corren abochornadas por el calor. Pasa de las seis de la tarde. Desde el tapanco, de costado frente a las puertas de la casa municipal, de cara a la Catedral Metropolitana allá al fondo, leen los nombres de los funcionarios a los que habría que agradecer. La muchedumbre satura la explanada. Se riega alrededor. Busca su cauce. Alguien olvidó retirar una carpa-estorbo. Nadie hace demasiado caso. “Para ‘Los Ángeles’, la ‘San Francisco de Asís’, la ‘Unidad Obrera’ y la ‘’EYUPOL’ –dícese ‘Esfuerzo y Unidad Popular y Obrera de León’, a’i nomás, que ‘el profe’ Rangel empujó en los 80’ desde los colores del PRI-. Vaya. Ya era hora.Los policías de mala cara ensayada, un par de ellos con un perro de aspecto temible; los ‘académicos’ en el aprendizaje de los modos; las brigadas del IMJU, organizador del mitote, entran y salen de cada recoveco de las plazas. El círculo alrededor del kiosco, de donde las hordas desalojaron a las parejitas asiduas; los portales en los que comienza la vendimia de banderas, en peregrinar zigzagueante entre la multitud; el Pasaje Catedral que añora su Montes de Oca; la ‘Callejuela Padilla’ muerta en vida. Al pie del asta ‘sorprenden’ a una pareja de tórtolos, ambos ‘Tecate’ en mano. Sin transacción posible en el oleaje de miradas, los invitan a retirarse, nomás. A las siete de la noche debuta el alumbrado público de un tricolor tímido.
Por fin a las ocho y veintidós: ¡La Changaaa! Ramón Rojo, a 50 años del Festival de la Cumbia en México.
-“¡Andrés Landeros… Eso es Colombia..!”, anima el hombre. Entonces sí, el barrio plebeyo se supo dueño.
A La Jaula
Sexto y último. Filias y fobias aparte; distinto el grosor del cristal con el que se mire; según le haya ido en la feria, Andrés Manuel López Obrador, el presidente de la República que cambió las reglas del juego en México (Fox, Calderón y Peña, fueron más de lo mismo) presentó su sexto y último Informe de Gobierno. Destacó los programas sociales, la salud pública, la fortaleza de la economía y el combate a la corrupción. La transformación del Poder Ejecutivo Federal. Materia para la historia. Los suyos le aplaudieron a rabiar en un zócalo pletórico, inmenso.
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‘X’: TigresDePapel