Tigres de Papel • Placas de Guanajuato • Francisco Javier Mares
Una nueva masacre, esta vez en Querétaro, sacude a México: pistoleros tirotearon indiscriminadamente a los parroquianos del bar ‘Los Cantaritos’ y mataron a diez. Otros trece quedaron heridos, dos de ellos de gravedad.
Horas después las autoridades estatales encontraron incendiada la camioneta involucrada en la embestida criminal: tendría placas del estado de Guanajuato.
El dato nos lleva a un asunto que ya habíamos citado aquí, y a una pregunta que estalla obligada: ¿Los estados vecinos son un peligro para Guanajuato, o Guanajuato es un peligro para los estados vecinos?
Primero los hechos.
El sábado, por ahí de las nueve y media de la noche, un comando asesino irrumpió en el bar ‘Los Cantaritos’, en el centro histórico de la capital de Querétaro. Con rifles de asalto abrió fuego contra los clientes. Ahí murieron siete hombres y tres mujeres. Otras trece personas fueron heridas, dos graves. La policía de la entidad informaría de la captura de uno de los sicarios y de una camioneta asegurada. Las imágenes que circulan en las redes son las de un thriller a la mexicana, tan impune como la ficción.
Los clientes se tiran al piso bajo las mesas. Los disparos, sin ráfagas sino tiro por tiro, llevan a los asesinos, si acaso unos segundos. En la calle todavía disparan a un par de hombres que corren. Huyen en el vehículo. Le prendieron fuego y lo abandonaron en el municipio de El Marqués, a unos 10 kilómetros a las orillas de Querétaro. Nada les opuso resistencia.
Mauricio Kuri, el gobernador panista de Querétaro, aunque dudó, finalmente dio la cara a sus gobernados. Que todo el sistema de seguridad de Querétaro se movilizaba para dar con los criminales, dijo pasada la medianoche. Pidió calma a los queretanos, y seguir los informes oficiales, sin pánico. “Esto no lo podemos permitir”, definió.
Por supuesto, prometió castigo a los responsables de ‘este acto brutal’, y llegó al punto que nos interesa: “seguiremos blindando nuestras fronteras y manteniendo la seguridad de nuestro estado”.
Los matones habían llegado desde Guanajuato.
No eres tú…
Cinco días antes de los hechos en Querétaro, el lunes de la semana anterior, la gobernadora de Guanajuato, Libia Denisse García Muñoz Ledo, presentó su estrategia sexenal de seguridad.
Al punto número ocho, de diez, lo denominaron: “Fortaleza Guanajuato: Blindar fronteras”, y el comunicado oficial refiere que “Mediante este programa se busca fortalecer la seguridad en las fronteras de nuestro territorio para reducir la entrada de ilícitos al estado, reforzando la paz pública”.
Escribimos entonces y lo retomamos ahora, que la expresión de ‘blindar las fronteras’ de Guanajuato, se puso ‘de moda’ en el sexenio del gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez 2006/2012. Se hablaba de frenar el ‘efecto cucaracha’, es decir, que si las autoridades de Michoacán o Jalisco arreciaban su combate al crimen organizado, había que impedir que los delincuentes se refugiaran en Guanajuato –a Querétaro ni se le mencionaba todavía.
Las cosas cambiaron. Michoacán comenzó a deslizar que la situación era a la inversa, la delincuencia iba de Guanajuato hacia allá. Ardían los municipios limítrofes. Desde Jalisco el gobernador Enrique Alfaro, que siempre le llevó dos pasos adelante al guanajuatense Diego Rodríguez –lo de ‘El Zapotillo’, claramente fue un exceso-, decía y hacía lo propio.
Hoy, la pregunta de párrafos atrás —¿los estados vecinos son un peligro para Guanajuato o Guanajuato es un peligro para los estados vecinos?– sería retórica para los queretanos. Sabemos la respuesta.
Querétaro aún no se inscribe entre los estados más violentos del país, pero su colindancia con Guanajuato, el estado más violento de México –si necesita un dato, es el que más homicidios dolosos registra en el país en lo que va del año: más de mil 860 carpetas de investigación, al cierre de septiembre- le asegura la ruta.
La reiterada historia de la guerra entre los cárteles ‘Jalisco Nueva Generación’ y el local ‘Santa Rosa de Lima’, que en su episodio de escándalo más reciente, a finales de octubre, hicieron estallar dos ‘autos bomba’ en los municipios de Acámbaro y Jerécuaro, limítrofes con Michoacán, lleva ahora sus batallas a Querétaro.
En declaraciones a la prensa el analista en seguridad David Saucedo ha dicho que en Querétaro operan cuatro cárteles, el CJNG, el de acá, ‘Cartel de Santa Rosa de Lima’, los rescoldos de la ‘Familia Michoacana’ y un grupo local adicto al ‘huachicol’. En el caso que nos ocupa se habría tratado de “calentar la plaza”. Una masacre que comete un grupo para que las fuerzas policiales arremetan contra el cártel dominante. ¿Los gobiernos? Bien, gracias.
Sin rodeos, Saucedo estima que: “La violencia de Guanajuato se transmite como virus a Querétaro, con los mismos grupos involucrados y el mismo modus operandi” –esa entidad sería la retaguardia del Santa Rosa de Lima, su almacén de suministros, espacio de recuperación de los embates enemigos y de concentración de sus fuerzas. De la masacre en ‘Los Cantaritos’ ningún grupo se ha confesado autor, ni las autoridades han expuesto móvil alguno ni autores intelectuales.
Pero del ‘efecto cucaracha’ en dirección de Guanajuato a Querétaro no quedarían dudas.
Apenas dos días antes del asesinato múltiple en ‘Los Cantaritos’, el jueves siete de este noviembre rojo asesinaron al propietario, a su escolta y al gerente del antro ‘Mr. Barbas’, allí mismo en Querétaro. Los tres eran originarios de Guanajuato. Se habían refugiado allá luego de los ataques continuados a sus negocios… en Celaya.
Este lunes, la gobernadora de Guanajuato, Libia Denisse García Muñoz Ledo, asistió a una repartición de utensilios a emprendedores en León –no la acompañó la alcaldesa Alejandra Gutiérrez porque atendía una rueda de prensa imperdible sobre la temporada invernal; asistió en cambio el diputado federal panista Aldo Márquez, con una camisa blanca tupida en escudos de su partido que no hacía falta en la agenda de gobierno de Libia Dennise-, pero quien habló de la masacre en Querétaro fue el secretario de Gobierno, Jorge Jiménez.
No dijo mucho. Es claro que el Gobierno del estado no estructura todavía su discurso formal respecto a la violencia en la entidad. Bueno, después de seis años del estribillo de Diego Roríguez, se cuidan de culpar de todo a ‘la federación’. El caso es que Jiménez Lona, únicamente bordó sobre la cooperación entre los estados, las charlas con las autoridades de Jalisco que aún esperan el relevo en la gubernatura; con Querétaro, directamente entre la gobernadora Libia García y el gobernador Mauricio Kuri, panistas los dos. Nada en concreto, en realidad.
En fin. Mientras los reporteros se distraían con el secretario de Gobierno, la gobernadora Libia Denisse compartió 114 abrazos y selfies, subió a su camioneta…y se marchó.
(A)La Jaula
Relevo azul
Por fin terminó el liderazgo nacional de Marko Cortés en el PAN. Lo sucede el diputado federal con licencia Jorge Romero Herrera. Sus malquerientes, panistas incluidos, lo señalan de liderar el ‘Cártel Inmobiliario’ azul en la Ciudad de México. Las descalificaciones en ese sentido serán cotidianas. Así que el acierto de su elección queda en ‘veremos’. Como sea, Jorge fue el elegido por Marko Cortés y Ricardo Anaya. Por la militancia panista no tanto: fue a votar apenas el 45% de su padrón…
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