Jaime Panqueva
17:22
07/10/16

‘No’ es tal vez

"Los diplomáticos o políticos, cuando dicen sí, quieren decir tal vez; utilizan el término tal vez para significar que no; y si dicen no, no son buenos políticos"

‘No’ es tal vez

En la escuela tuve un profesor alemán que gustaba de contar chistes. Recuerdo en esta ocasión uno en particular que, con el fin de ajustar su mensaje a este artículo, contaré al revés; cuando una dama dice tal vez, debemos entender que dice sí; cuando dice que no, significa tal vez; y cuando dice sí, no se trata de una dama. Los diplomáticos o políticos, cuando dicen sí, quieren decir tal vez; utilizan el término tal vez para significar que no; y si dicen no, no son buenos políticos.

La semana transcurrida después del plebiscito colombiano ha cerrado con una cereza en el pastel. Juan Manuel Santos pierde un referendo esencial para ratificar los acuerdos de paz firmados con las FARC, pero acaba de recibir el premio Nobel de Paz.

Similar a lo sucedido con el premio entregado a Barack Obama, pareciera que el comité lo otorga más por la buena voluntad que por resultados concretos. Sin embargo, el galardón llega en un momento clave pues se notifica justo después de la reunión que el actual presidente tuvo con su antiguo patrón y posterior némesis, Álvaro Uribe.

Hace unas semanas era inconcebible pensar que estos dos personajes, los dueños del Sí y el No, se sentarían a la misma mesa a compartir siquiera una taza de café. Unos días atrás un buen amigo comentaba que eso jamás iba a ocurrir pero, al igual que la victoria del No, sucedió. La presión ejercida por medio país para que dialogaran rindió frutos, algo difícil de creer en un personaje como Álvaro Uribe, cuyo perfil rencoroso e intolerante es retratado en su juventud por Héctor Abad Faciolince en su gran novela El olvido que seremos. Pareciera que Santos da muestras de ser un gran estadista, pues si los acuerdos se negociaron a lo largo de cuatro años, reunirse cara a cara con Uribe le tomó seis. Y sí, como era de esperarse, el cónclave de tres horas no dio resultados inmediatos, pero acercó a las partes en un momento en que el país más lo necesita, pues el alto al fuego decretado por el gobierno (se definió también esta semana) se levantará el próximo 31 de octubre.

El Nobel a Santos imprime aún más presión a los partidarios del No, cuya victoria cada vez se parece más a las del mítico rey de Epiro. Como colombiano me siento cada vez más en la necesidad de incordiar todo lo que sea necesario al senador Álvaro Uribe y recomendarle visitar más seguido el Palacio de Nariño. Pienso en ese viejo chiste de mi profesor alemán, y le recuerdo que la política carece de no rotundos, que sólo crean parálisis y crispación. Debo decirle que uno no puede entrar a una boda a despedazar el pastel y luego culpar a los novios: que ayude a construir una nación plural, en la que quepa también gente como él, con sus acuerdos con los paramilitares. Que es el momento de ser un político, si no creativo, por lo menos de altura.

 

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