Jaime Panqueva
11:27
29/01/22

Opinión • El hasta aquí de Rusia • Jaime Panqueva

"... una nueva guerra de dimensiones que desconocemos podría dar inicio con la excusa de defender la órbita de influencia e intereses rusos en la Europa del Este."

Opinión • El hasta aquí de Rusia • Jaime Panqueva


Regresemos al inicio de 1990, Mijail Gorbachov sufría las consecuencias de las políticas de su glásnost con la caída del muro de Berlín, mientras los alemanes intentaban reunificar su país tras más de 40 años de ocupación de la Alemania Oriental por las tropas soviéticas. Se dice que el entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, James Baker, obtuvo del Premier soviético la anuencia para la reunificación germana, bajo la promesa de que la OTAN, contraparte militar del Pacto de Varsovia, no avanzara un centímetro más hacia el este de las fronteras que tenía en ese momento.

Para 1997, 14 países de la esfera soviética, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, la antigua Checoeslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y buena parte de la antigua Yugoslavia, habían cambiado de bando. La Unión Soviética ya no existía y Boris Yeltsin estaría a un par de años de renunciar para darle paso a director del Servicio Federal de Seguridad, el antiguo KGB, Vladimir Putin, quien desde entonces, a pesar del interregno de Dmitri Medvédev, no ha abandonado el poder ni las aspiraciones de restañar el imperio de los sóviets.

El avance imparable de las potencias occidentales se ha estrellado desde hace años en Ucrania, cuyo nombre proviene de la palabra “periferia”, y las tensiones que provoca provienen, según los rusos, de aquella promesa incumplida. Pero también, de otra actitud desde el cambio de gobierno en los Estados Unidos, que ha llevado a Biden a retomar los organismos multilaterales, como la OTAN, dejados al garete por su antecesor. Aunque la invasión a Crimea se gestó en 2014, bajo el gobierno de Barack Obama y con Biden como su vicepresidente, ésta se toleró como una manifestación de la población mayormente rusófona apoyada incluso por referendos separatistas y la movilización de tropas rusas desde las bases sobre el Mar Negro. La secesión se dio como consecuencia del derrocamiento de Yanukovich, presidente ucraniano pro-ruso; se sacrificó la península con la esperanza de tener un régimen más favorable a las potencias occidentales en el resto del territorio ucraniano, algo que hasta el momento ha funcionado. Sin embargo, el acercamiento continuo de Ucrania, y otros países como Moldavia y Georgia a la OTAN, y la amenaza que significan a un gobierno autocrático como el ruso, han llevado a Putin a pasar de una posición defensiva a una más ofensiva, pues considera que está en riesgo la integridad misma de la Federación Rusa.

Si Hitler comenzó la Segunda Guerra Mundial enarbolando la teoría de un espacio vital alemán o Lebensraum, una nueva guerra de dimensiones que desconocemos podría dar inicio con la excusa de defender la órbita de influencia e intereses rusos en la Europa del Este.

Pero esto no para sólo allí y puede extenderse aún más; esta semana, China, la potencia que disputa la hegemonía norteamericana en el mundo y que había guardado silencio respecto a la conducta de Rusia, se pronunció a favor de estos últimos. Nada novedoso, pues a la vez China busca contener los movimientos de potencias occidentales en su expansión en Lejano Oriente y en particular no desea ninguna intervención en su diferendo con Taiwán. El boicot diplomático a sus Juegos Olímpicos, patrocinado por Estados Unidos, no abona tampoco a las buenas relaciones.

Pareciera que tras huir de Afganistán, Estados Unidos busca reafirmarse como líder de las potencias occidentales, aunque tanto franceses, ingleses y alemanes han tomado posturas diferentes y no están dispuestos a plegarse a la retórica de Washington.

Es muy difícil prever lo que pasará, pero como en los tiempos de la antigua Grecia, es probable que veamos una tregua olímpica durante los juegos de Beijing, y regresemos a la cruda realidad a partir del 20 de febrero. Muy cerca del octavo aniversario de la caída de Yanukovich y la anexión de Crimea, veremos qué tan cerca puede estar la historia de repetirse.

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