La pregunta está en boca de muchos. Ante el galimatías de las boletas de la elección judicial del próximo 1 de junio, los electores enfrentamos una tarea muy complicada, y eso que aún no se adhieren los poderes estatales y municipales a la media docena de cuestionarios deberemos llenar en un par de semanas.

Podemos criticar la insensatez de la medida, que jamás ha sido justificada más allá de percepciones personales y retórica populista. No hubo estudios profesionales, mucho menos rigurosos. La aplanadora legislativa, a sombrerazos y con balotas, sorteó a los jueces y magistrados salientes; los tres poderes eligieron los candidatos al vapor, y los organismos electorales repartieron los distritos.

La premura dio pie a errores monumentales. En Guanajuato, por ejemplo, para el cargo de juez mixto del distrito 2 contiende Luis Eduardo Vásquez Sánchez, quien originalmente solicitó competir en Oaxaca. Nadie es capaz de explicar qué sucedió. Además, la lentitud de la burocracia oficial hizo imposible enmendar el error y, como su nombre ya había sido incluido en las boletas electorales, la última instancia, el Tribunal Federal Electoral, resolvió que, aunque a Vásquez Sánchez le asistía la razón, no había forma de rectificar lo ocurrido. “Inviabilidad de efectos”, lo llaman en lenguaje técnico. Así pues, si usted desea votar por él, podrá hacerlo, incluso contra la voluntad del propio candidato.

Y hay casos más extraños. Otro ejemplo de Guanajuato: en el distrito 2, donde deben elegirse dos cargos de magistrado civil, sólo existe un candidato: Jorge Luis Barbosa Colunga. Nadie responde por qué no hubo más candidatos, ni tampoco qué pasará con la otra plaza vacante. Mientras, el distrito 1 enfrenta sólo dos candidatos para una plaza. ¿Cómo explica nuestro sistema una elección formal para magistrados civiles con sólo un candidato elegible para cada plaza?

Esto en cuanto a la organización previa. No quiero ver lo que será la jornada electoral tras el recuerdo de la presidencial del año pasado, cuando sufrí tres horas y media de fila para llegar a la casilla. Hay también quejas alrededor de los observadores electorales, pero ya hablaremos de eso a su tiempo.

Regreso a la pregunta inicial. ¿Por quién votar? Porque a pesar de tantos candidatos fabricados al vapor, también tenemos candidatos que prometerían un papel decoroso en caso de ser electos. No todo es oscuridad. ¿Quiénes son? La publicidad oficial le pedirá que ingrese al portal Conóceles,[1] una verdadera trampa informativa, pues se topará con una lista interminable de candidatos en cada distrito, que no pueden ordenarse por especialidad. Cada click lo llevará a un formato abstruso, relleno de frases de cajón, con currículums poco legibles y ligas de redes sociales que no siempre funcionan. A eso lo llaman información. Todo está revuelto en una ensalada muy difícil, por no decir imposible, de digerir. Si no me cree, haga el intento.

Debido a esto, asumí una misión particular: sumergirme en los candidatos de los dos distritos de Guanajuato para los puestos de magistrados circuito y jueces de distrito; las boletas morada y amarilla, respectivamente. Tomó varias horas que, estoy seguro, pocos electores sin conocimientos en la materia estarían dispuestos a invertir. A la información del INE, que en realidad dice muy poco, sumé comentarios de personal del Poder Judicial, periodistas y organizaciones que han entrevistado u conforman observatorios ciudadanos. Con estos elementos, valoré las candidaturas a partir de tres criterios básicos que debe garantizar cualquier persona juzgadora: neutralidad, probidad y competencia técnica.

A partir de la próxima semana, publicaré los mejores perfiles para cada uno de los cargos en disputa el próximo 1 de junio, con la esperanza de que puedan servir como guía para los electores, en quienes recaerá finalmente la decisión. Confío en que este esfuerzo contribuya a un voto más informado y anime una participación electoral más consciente.

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