¿Quién ganará la guerra?
"Una guerra necesita aliados, y estoy seguro que tarde que temprano habremos de confirmar a nuestros vecinos del norte de una manera u otra de qué lado estamos..."
No me refiero a la guerra de baja intensidad que padecemos en el estado y diariamente cobra la vida de por lo menos 10 personas. Tampoco la de los dueños del país contra la 4T, cuya intensidad vemos crecer aupada por los principales medios periodísticos de México.
Hace unos meses, mi hija me preguntaba si creía que habría una guerra comercial entre los Estados Unidos y China. Le respondí que estábamos en guerra desde el año pasado, y que lo que inicialmente se consideraban amenazas y exhibición intimidante de dentaduras, se ha traducido en tasas impositivas de las cuales ninguno de los dos contendientes saldrá ileso. Como en toda guerra, ambos perderán, y es difícil estimar quién llevará la peor parte.
Para empezar, los flujos comerciales entre los dos países se han contraído 9% desde inicios de este año. Esta semana la guerra recrudeció a niveles que nadie deseaba tras el anuncio de China de medidas entre el 5 y el 10% contra productos agrícolas, hidrocarburos y 25% para automóviles, en total unos 5.000 bienes. El presidente norteamericano volvió a la carga horas más tarde, a través de twitter, y anunció que incrementará los aranceles ya existentes, algunos del 10 al 15% y otros del 25 al 30%. “No necesitamos a China”, suscribió.
El efecto en los mercados fue inmediato con bajas en los principales indicadores, el Dow Jones cayó 2.37%, así como los indicadores de tecnología (Nasdaq) y mediana empresa (SP500). La gigante tecnológica Apple fue una de las más afectadas al perder más de 4% de su valor en la sesión del viernes.
El mercado, quisquilloso de por sí, se asusta porque los aranceles representan costos para las empresas que deben trasladar a los clientes o asumirlos con sus recursos, lo que resta rentabilidad. El asunto no sería tan complicado si no se hubiera sumado otro elemento disruptor del mercado, Trump ordenó, en un tweet por supuesto, a las compañías gringas salir de China para regresar a los Estados Unidos, o buscar otros proveedores. Habría que hacer énfasis en el verbo ordenar, pues hasta donde se precia el liberalismo anglosajón, el estado no manda al sector privado, eso es algo que Trump recrimina, justamente, a su antagonista chino.
Las cosas llegan a un punto que nadie deseaba, China tras el contragolpe norteamericano no ha respondido, pero hay que considerar entre otras cosas que puede realizar un nuevo golpe cambiario, a través de la paridad del yuan, o quizás otro aún más temible, mediante la deuda del gobierno norteamericano que ha acumulado a lo largo de décadas.
Sobre esto último, volvió a alarmar esta semana en el mercado de deuda una nueva inversión de la curva de rendimiento en los bonos del tesoro norteamericano, es decir que los bonos a corto plazo producen una mayor utilidad que los de largo plazo, algo que para muchos es una señal clara desconfianza en el futuro y es un síntoma de una recesión cercana, entre seis meses o un año.
En México sufriremos, pero también podemos sacar ventaja de esta guerra, por una parte veremos apreciarse más el dólar, por otra es probable que al reajustarse las cadenas productivas y ante el diferencial muy importante en mano de obra entre los Estados Unidos y China, empresas trasnacionales decidan ubicarse en nuestro país. Lo cual puede meter más presión en el nuevo T-MEC, que por cierto aún no ha sido aprobado en los Estados Unidos. Hay que recordar que nuestros salarios se encuentran en el nivel o incluso tan por debajo del nivel de China (aunque esto lo nieguen los sindicatos) que somos el único país del mundo (que yo sepa) donde los organismos patronales como la Coparmex abogan por aumentar el salario mínimo…
Una guerra necesita aliados, y estoy seguro que tarde que temprano habremos de confirmar a nuestros vecinos del norte de una manera u otra de qué lado estamos. Recordemos el tren chino que adjudicó el gobierno de Peña Nieto y las consecuencias que tuvo para su pésimo sexenio. Con otros temas atravesados como la migración y con el T-MEC aún sin cocer, podemos preocuparnos por la forma en que la 4T manejará estos asuntos. También me preocuparía por el destino que dará el gobierno norteamericano al dinero que recabará por aranceles, más cuando en sus discursos ante Naciones Unidas y otros foros Trump ha presumido de su poderío militar. Además, no hay que olvidar que el güero está en campaña y hará lo imposible por quedarse otros cuatro años en la Casa Blanca. Por lo pronto, preparémonos para cambios bruscos en los precios…
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