Jaime Panqueva
12:54
25/06/16

Toda la vida

"Toda la vida viví en un país con guerrilla, de esa que tomaba pueblos, emboscaba patrullas militares y mataba policías; luego, secuestraba, extorsionaba, cuidaba cultivos de coca y sembraba minas quiebrapatas. De niño me enseñaron a temerle a Tirofijo y a sus sediciosos que anhelaban tomar Bogotá, y a una guerrilla que tenía varias siglas, pero que a lo largo de los años se condensó en cuatro letras: las FARC, el grupo insurgente más solitario, adinerado y violento del continente..."

Toda la vida

Toda la vida viví en un país con guerrilla, de esa que tomaba pueblos, emboscaba patrullas militares y mataba policías; luego, secuestraba, extorsionaba, cuidaba cultivos de coca y sembraba minas quiebrapatas. De niño me enseñaron a temerle a Tirofijo y a sus sediciosos que anhelaban tomar Bogotá, y a una guerrilla que tenía varias siglas, pero que a lo largo de los años se condensó en cuatro letras: las FARC, el grupo insurgente más solitario, adinerado y violento del continente.

Solitario, porque decía seguir apegado a la misma doctrina recalcitrante que ya abandonaron Rusia, China y hasta Cuba, y que está por hacer naufragar a Venezuela. Por la armas, las FARC nunca pudieron ganarse a la mayoría de los colombianos, todo lo contrario.

Adinerado, porque ante la caída del bloque soviético y la debacle cubana, no dudó en emplear cuanto medio tuvo a mano para financiar sus actividades. Hace unos meses, The Economist aseguró que la fortuna del grupo ascendería a 10.500 millones de dólares.

Violento, porque se han mantenido a punta de fusil, explosivos y minas antipersonas. Han usado armas en contra de la población civil tan arteras como los cilindros de gas. Nunca olvido que las FARC asesinaron a uno de mis tíos y secuestraron a un primo. No conozco a nadie en toda Colombia que haya salido indemne de casi 70 años de violencia, las FARC han sido las grandes protagonistas de los últimos 50.

Siempre viví en un país militarizado, donde regularmente el ejército se ufanaba de sus compras; los tanques Cascabel, los aviones Tucano y los helicópteros Blackhawk; como también de las bajas que infligía a los “bandoleros”; y de sus medidas arbitrarias justificadas por “la situación del país”. Un ejército que también con generosos presupuestos y adoctrinado por la nefanda Escuela de la Américas, supo reventar los esfuerzos de paz, como aquellos encabezados por Belisario Betancur en los años 80. Un ejército que alimentó el paramilitarismo y que todavía coquetea con las bestias de la guerra, que no escarmientan ni con el escándalo de los falsos positivos.

Toda la vida viví en un país con guerrilla y a pesar de ello, o quizás a causa de ello, toda la vida los colombianos hemos soñado con un país en paz, donde se pueda coexistir a pesar de las diferencias, donde se pueda construir una sociedad justa bajo el imperio de la ley. Los acuerdos de La Habana entre el gobierno colombiano y las FARC, firmados el pasado jueves, son una luz anhelada desde hace décadas, una buena noticia que nos da esperanza pero que no está exenta de riesgos al ponderar los bandos en disputa y la profundidad de la heridas abiertas a lo largo de décadas.

La buena voluntad de las partes y la hoja de ruta para el desarme y la reconciliación deberá ser avalada con seguridad por un plebiscito nacional. Ahora nos queda acabar de convencer a muchos que la paz es mucho mejor negocio que la guerra.

Postdata sobre el Brexit

En el año 2000 visité Londres gracias a la generosa hospitalidad de un amigo, Juan Carlos Satizabal. Entonces, visité la Torre de Londres y como no había guía en español, me uní a un grupo variopinto de turistas bajo la tutela de un beefeater.

Al comenzar nos preguntó: ¿quienes vienen de Europa? Una parte del grupo levantó la mano.

Luego, preguntó, ¿quiénes vienen de otras partes del mundo? La fracción más pequeña alzamos la mano.

Para terminar inquirió, ¿quienes vienen de Inglaterra? La mayor parte, con una sonrisa, se manifestó, a lo que el beefeater dijo con sorna: "¿Por qué no alzaron la mano cuando pregunté si venían de Europa? ...No me contesten, los entiendo: porque somos británicos."

Ahora que veo los resultados de la encuesta británica que hace inminente el Brexit, comprendo las palabras del beefeater. No era una broma. El efecto fue inmediato en los mercados. Veremos si este espaldarazo a la derecha en la pérfida Albión, no será replicado también por otros partidarios de dar al traste con el mayor y mejor experimento sociopolítico que ha emprendido la humanidad en los últimos dos milenios. Y no exagero.

Comentarios a mi correo electrónico: [email protected]