México lee cada vez menos 2/2

"Da tristeza observar presentaciones de libros donde la mayoría del auditorio son estudiantes de este tipo –hasta uniformados los llevan-, pero sin mayor presencia de auténticos lectores..."

México lee cada vez menos 2/2

Decía en la colaboración pasada que México es un país de reciente y defectuosa alfabetización. Así lo evidencian los resultados de la última Encuesta Nacional de Lectura 2012. Nuestro país dedica enormes cantidades de recursos económicos y humanos para sostener un monumental sistema educativo que, junto con la oferta privada, medio educa a la gran mayoría de los niños y jóvenes mexicanos. Un sistema que alfabetiza, pero no inyecta el gusto por la lectura ni provee de herramientas cognoscitivas que garanticen la comprensión de lo leído. Somos un pueblo que sólo compra libros cuando se le obliga a hacerlo, en el medio escolar. Cuando se egresa, el mexicano promedio se olvida de los textos complejos y se refugia en los comics y monitos, que ahorran esfuerzo mental y mantienen las capacidades de interpretación a un nivel mínimo, de sobrevivencia.

El informe emitido por la Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura, A.C., responsable de la promoción e interpretación de la encuesta, fue intitulado sugerentemente así: “De la penumbra a la oscuridad”, como una manera de evidenciar que en el campo de la lectura no sólo no hemos avanzado, sino que retrocedemos. Los datos comparados entre las encuestas de 2006 y de 2012 dibujan un panorama desolador. Somos una nación de iletrados, de analfabetas funcionales, que leemos sólo por estricta necesidad y no por gusto.

Un indicador de la práctica efectiva de la lectura es el número de ejemplares de periódicos impresos que circulan en un país. Encontré en el blog del profesor de la UNAM José Botello (josebotello.wordpress.com) estos datos: “De acuerdo con el Padrón Nacional de Medios Impresos (PNMI), al 31 de marzo de 2013, existen 353 diarios en nuestro país. El total de circulación de ejemplares pagados es de 6 millones 819 mil 724 diarios. El número de los ejemplares que circulan en forma gratuita asciende a un millón 887 mil 635. Lo que da una suma de 8 millones 707 mil 359 ejemplares publicados cada día, en algunos casos de lunes a viernes y, en otros, de lunes a sábado.” ¡8.7 millones! No es una cantidad menor. Entonces ¿qué es lo que lee el mexicano? Viendo el detalle de los periódicos con mayor circulación, encontramos en la punta a los gratuitos y de carácter comercial: $ólo ofertas, Más por más, Publímetro; seguidos por los deportivos y de chismorreo o noticias banales: La Prensa, Esto, Ovaciones y Metro, y hasta después aparece la prensa formal: Reforma, El Universal, El Norte y La Jornada. Según la misma fuente, en Guanajuato existían 16 diarios, con circulación pagada de 195 mil 66 ejemplares, más 444 ejemplares gratuitos, cada día. El problema entonces no es la cantidad de productos para la lectura, sino su calidad. No sólo se lee poco, sino que se leen productos de baja condición, que no forman sino deforman.

Ahora que se desarrolla la Feria Nacional del Libro (FeNaL) de León, Gto. sería interesante enterarnos de las estadísticas que se generen. Ojalá que los organizadores estén levantando información sobre los asistentes y el consumo que realizan. He podido constatar que muchos de los visitantes son estudiantes acarreados por sus profesores. Da tristeza observar presentaciones de libros donde la mayoría del auditorio son estudiantes de este tipo –hasta uniformados los llevan-, pero sin mayor presencia de auténticos lectores.

Estoy convencido de que el gusto, la pasión por la lectura, no se aprende en las aulas, sino en la casa, en el seno familiar. En la escuela encontraremos bibliotecas limitadas a los libros de texto y a los textos clásicos que envía la SEP, pero no encontraremos a los autores que calan en el interés infantil o juvenil. En mis épocas eran Verne y Salgari. Pero hoy existe una enorme variedad de autores dirigidos a conquistar ese público: Tolkien, Rowling, Streatfield, Sabatini, Trueba Lara, Rice… En los países metropolitanos se ha evidenciado que la literatura para niños y jóvenes es un gran negocio, y se provee a los chicos con abundantes elementos para recrear su fantasía y su imaginación. Así es como se forman los futuros lectores, cuando se lee tempranamente por puro gozo.

No hay que hacer demasiado: sólo que nuestros hijos nos vean leer –incluso leer con ellos-, llevarlos con regularidad a las librerías -en León ya contamos con la “avenida de los libros” en el boulevard Campestre- y comprarles los textos que ellos escojan. No hay que imponer la lectura, hay que estimularla con el ejemplo. Así lo vivencié con mis hijos y hoy los tres son grandes lectores, que ya comenzaron a acumular volúmenes, de una literatura que refleja su propia evolución estética e intelectual. Y es que leer se vuelve un vicio… delicioso y adictivo.

[email protected] – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal