miércoles. 24.04.2024
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Bullying y muerte en las escuelas • María Esther Bonilla

“…aceptar que los conflictos son consustanciales a la vida humana y social, y que estos deben ser resueltos mediante el diálogo y la cooperación…”

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Bullying y muerte en las escuelas • María Esther Bonilla

Los recientes acontecimientos de casos evidenciados de bullying y violencia naturalizada en muchos de los centros escolares del país, nos hablan de que existe un descuido y desconocimiento de los docentes y personal directivo de las escuelas para atender la formación humana de nuestros niños y adolescentes, más allá de instruir sobre los temas contenidos en los programas educativos. Lo más decepcionantes es que el problema sigue agravándose sin que las autoridades de los tres niveles de gobierno tomen cartas en el asunto; el que calla otorga.

Uno de los casos que más se ha difundido es el de Norma Lizbeth, de 14 años de edad, estudiante de una secundaria en Teotihuacán, estado de México, quien murió por un traumatismo craneoencefálico causado por los golpes que recibió de una compañera de salón. Las diversas fuentes periodísticas mencionan que tanto la alumna como sus padres ya habían denunciado el acoso escolar que sufría, pero las autoridades hicieron caso omiso. 

Los medios de comunicación dan cuenta de otros casos como los siguientes: 

·  “Sonora: Alumna intenta quitarse la vida bebiendo cloro en clase; investigan bullying.

·  Jorge, 17 años y gay, se mató por el bullying de un maestro. Su caso prende alertas.

·  Niña de 11 años que sufría bullying es hallada muerta en su casa en Coahuila.

·  Youtuber de 21 años se suicida por ataques de odio y bullying en línea” (Idem) 

Estos hechos están demostrando el total descuido del sistema educativo mexicano hacia su compromiso de formar seres humanos en las actitudes, habilidades, destrezas, conocimientos y valores que requieren para vivir en comunidad y para vivir plenamente en el respeto a su dignidad humana. Los programas escolares han estado siempre divididos en asignaturas o campos del conocimiento, como Matemáticas, Español, Geografía, Ciencias Naturales, Formación Cívica y Ética, Historia; sin embargo, hay una serie de temas que los maestros deben trabajar transversalmente en todas las asignaturas y todo el tiempo, esos temas están referidos a saber resolver pacíficamente los conflictos que siempre se presentan en la vida diaria. 

En anteriores artículos me he referido al lamentable vacío que existe en las escuelas de México respecto a este ámbito, cada día más indispensable de conocer, difundir, practicar, abordar: me refiero a la Educación para la Paz y los Derechos Humanos en general y a la Resolución Pacífica de Conflictos en particular.

Tradicionalmente estos contenidos han estado casi ausentes en los programas oficiales; no obstante, como sociedad no vivíamos en este ambiente enrarecido donde se ha naturalizado la violencia y todo el día estamos escuchando en las noticias sobre nuevos homicidios, extorsiones, desaparecidos, feminicidios, asaltos, etc.. La mayor parte de las noticias se refieren a crímenes y a eso le agregamos el haber vivido una pandemia, el incremento de mexicanos en la pobreza y pobreza externa, el aumento de casos de depresión, angustia y ansiedad en muchos países. El marco social no ayuda a vivir en plenitud porque no podemos disfrutar de la paz social a la que todos tenemos derecho. 

A través de los años, estos contenidos a los que me refiero han estado presentes de manera implícita o explícita en escuelas públicas y privadas, más bien debido al personal directivo y docente, a su propósito respecto a lo que entienden por “educar” y a las relaciones que establecen como comunidad (directores, profesores/as, padres y madres de familia, alumnos, personal administrativo, etc.). 

La casi ausencia de contenidos enfocados a educar para la paz y los derechos humanos en la generalidad de los programas oficiales nos obligó hace muchos años, a algunos formadores de formadores, a buscar personalmente a especialistas en el tema, así como la bibliografía adecuada que nos capacitara en los conceptos, estrategias, condiciones y dinámicas que nos ayudaran a desarrollar las habilidades adecuadas y formar lo más íntegramente a nuestros/as alumnos/as. Por ejemplo, es indispensable que, tanto en el ambiente escolar de cualquier nivel, como en la vida cotidiana, tengamos muy claras cuáles son las cuatro posibles posturas que podemos adoptar frente a un conflicto, para no caer en la evasión, en la sumisión o la competencia, sino buscar una solución conjunta desde la cooperación. 

En relación con los casos de bullying difundidos en los medios de comunicación, varios conductores han estado entrevistando respecto a este fenómeno a psicólogos clínicos o sociólogos o antropólogos. Algunos de ellos se han referido a que los directivos de los centros escolares deben ser sancionados por la autoridad, debido a que han sido avisados de los graves acosos que sufren algunos/as alumnos/as y sin embargo no han hecho nada para detener la violencia; por el contrario, parte de la comunidad acude al “espectáculo” de ver como un/a menor de edad es agredido/a sin compasión alguna y sin que una persona trate de separarlos. 

Sería conveniente la aplicación de una sanción a los directivos porque no cumplen su cometido, pero no es suficiente la sanción, pues hay una enorme omisión (de parte del gobierno y de la ciudadanía), tanto a nivel macro, como al micro en las aulas. Con el descuido a nivel macro me refiero a que el gobierno actual ha estado aplicando una estrategia de seguridad totalmente ineficiente, la cual ha provocado que se incremente el número de homicidios dolosos, etc., como ya lo sabemos por distintas vías, inclusive por las mismas estadísticas gubernamentales. La estrategia de abrazos y no balazos ha sido un disparate, un camino erróneo que le ha dado más poder al narco y, por lo tanto, han ampliado su campo de acción, repartiendo droga inclusive a alumnos de primaria, como ya se ha informado en varios estados.  

Por otra parte, también hay omisión a nivel micro, en las aulas, por el desconocimiento generalizado de las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y de los docentes, en el desarrollo humano de los niños y adolescentes, y en el ámbito al que me he venido refiriendo, la resolución pacífica de conflictos. Por estas razones, proponer la sanción a los directivos de las escuelas no es suficiente. La Paz debemos construirla todos, en los tres niveles de gobierno y cada ciudadano en su ámbito de acción. 

Nuestro gran reto es aceptar que los conflictos son consustanciales a la vida humana y social (no hay vida sin conflictos), y que estos deben ser resueltos mediante el diálogo y la cooperación, con una actitud de respeto a sí mismo y al que no piensa como uno. Nuestro gran reto es dar testimonio y difundir la colaboración y la empatía, así como alejarnos lo más posible de ese deseo de poder y el afán de querer imponer nuestra propia razón. Nuestra meta debe ser: dejar atrás la competencia y resolver los conflictos de forma positiva y creativa. 

Esperamos que el gobierno y la sociedad civil despierten a esta realidad, la única que nos permite superar la violencia y avanzar hacia la Paz.






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María Esther Bonilla López es licenciada en Letras Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato; maestra en Desarrollo Educativo, y doctora en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional.