martes. 23.04.2024
El Tiempo

Mucha soberanía, poca regulación del uso de la violencia • María Esther Bonilla

Seis de cada diez mexicanos aprueban al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. ¿Y los otros cuatro..?

Mucha soberanía, poca regulación del uso de la violencia • María Esther Bonilla

Seis de cada diez mexicanos aprueban al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. ¿Y los otros cuatro de diez?, no lo aprueban pero tampoco actúan de manera adecuada y convincente para evidenciar las erróneas decisiones que ha estado tomando la autodenominada 4T, ni tampoco hacen propuestas viables para solucionar tan solo el severo problema de la inseguridad, el cual nos impide vivir en la paz social a la que todos tenemos derecho y es una condición sin la cual no puede haber pleno desarrollo y crecimiento en todas las áreas de la vida social, económica, política, cultural, educativa, científica, etc. 

Desde que tomó posesión, AMLO advirtió que actuaría bajo el principio de “abrazos y no balazos”, al mismo tiempo que se cruzó de brazos respecto a la depuración que debió hacer en el sistema de impartición de justicia. Por el contrario, colocó como “irresponsable” de la Fiscalía General de la República a Alejandro Gertz Manero, un individuo que realizó plagios en su tesis doctoral, que recibió indebidamente el nombramiento como miembro del Sistema Nacional de Investigadores y que se ha destacado por usar recursos supuestamente legales para castigar y vengarse de familiares. ¿Cómo es posible que permitamos tener a un fiscal que no conoce la ética, que desprecia la justicia, que no aplica la Ley y que tiene un historial tan vergonzoso?

A través de los medios de comunicación nos enteramos de la actitud y acciones abusivas, dolosas y perversas que ejerció Gertz Manero contra su cuñada. También los analistas mostraron la incapacidad del Fiscal General de la República para aplicar justicia. Un ejemplo es el siguiente:

El académico Sergio Aguayo criticó, en medio de la discusión sobre la eliminación de la prisión preventiva oficiosa, que el presidente y la Corte no señalen el problema del mal ejercicio de las fiscalías. Además, recordó que este recurso legal puede ser usado de manera perversa, y recordó que el fiscal Gertz Manero usó la prisión preventiva oficiosa para llevar a la cárcel a su ex cuñada, Alejandra Cuevas.

Fue por la presión de los medios como pudo resolverse este lamentable cuadro de venganza por parte de quien encabeza este sector primordial para avanzar en la impartición de justicia, y quien más bien ha actuado de acuerdo con sus pasiones y su odio.  Sin embargo, este es un solo un caso que nos refleja la corrupción que predomina en la procuración e impartición de justicia en México y la negación de AMLO para depurar este sistema viciado que reparte abrazos a los narcos, a los delincuentes, a los criminales de todos los estratos sociales. 

Hemos sido testigos de que al Presidente lo único que le importa es mantener su popularidad, gracias a su exitosa campaña de mercadotecnia, la cual tiene como eje central sus discursos en “las mañaneras”, donde dicta las frases que sus seguidores aceptan sin cuestionar y desde donde va preparando el camino a quien vaya a sustituirlo. No podemos dudar de que sus gestos, sus burlas, sus silencios, sus peculiares frases, sus desprecios, sus vicios en el habla, su falta de respeto a quien no piensa como él, sus miradas, sus movimientos, sus modismos, etc., han tenido un efecto positivo en general: las encuestas lo confirman.

No obstante, hay ciudadanos que nos preguntamos ¿hacia dónde vamos en materia de seguridad? cuando no se ha hecho absolutamente nada para detener a la delincuencia, por el contrario, es evidente que la violencia se ha incrementado en todo el país, las cifras lo dicen. ¿Hacia dónde vamos?, ¿qué nos falta por presenciar?, ¿hay alguna solución a este gravísimo problema cuando hay instituciones mexicanas y extranjeras que hablan de un narco-gobierno? 

El Presidente todo el tiempo se ha estado lavando las manos, argumentando que el desastre actual se debe a los gobiernos neoliberales que lo precedieron. En parte tiene razón, pero eso no lo absuelve de la enorme responsabilidad que tiene y que ha estado evadiendo.  Afirmo que en parte tiene razón, porque quienes se han dedicado a la investigación de la violencia en México desde la Antropología, la Sociología, la Historia, la Economía, etc., han documentado cómo se fue institucionalizando la impunidad y cómo es que hemos llegado a este punto alarmante de carencia de Justicia.

Uno de estos investigadores es Claudio Lomnitz, quien basándose en estudios académicos de la Antropología Social ofrece su libro El tejido social rasgado (2022),[1] el cual agrupa las seis conferencias que este antropólogo e historiador dictó durante 2021 en El Colegio Nacional; obra valiosa que da seguimiento a hechos que datan de la década de los cuarenta, pero con más detalle y minuciosidad a partir de los ochenta y los noventa, cuando se fue generando lo que él describe con las categorías “geografía de la reciprocidad negativa y economías ilegales”, así como la participación de los comerciantes, de los policías preventivos y judiciales, de las autoridades locales, estatales y federales, en la construcción de economías ilícitas o criminalizadas. 

Robos de mujeres, desapariciones forzadas, regulación de la informalidad, surgimiento de las “madrinas”, uso de las “charolas”, el poder de los caciques, las drogas como remedio y veneno, la ley del Monte, el nacimiento de los grupos o cárteles, la diversificación de las drogas y su transporte a nivel internacional, la guerra contra el narco que no fue guerra, la geografía de la economía ilegal, son algunos de los aspectos que este antropólogo social maneja. Uno de estos fenómenos es “un verdadero salto cualitativo en el poder político de los narcos, que pasaron de estar atenidos al visto bueno de los políticos locales a ser sus patrones” (p. 78).  

Así, va mostrando cómo se generó y desarrolló esta debacle actual, cuando la Policía Judicial no cumple con su trabajo y hay ocasiones en que no realiza investigación alguna, sino que extorsiona y se vende al mejor postor. Aunque existe un claro hilo conductor académico en el libro, el cual abarca las seis conferencias dictadas por Lomnitz en 2021, a lo largo de los capítulos se van mencionando nombres y grupos que frecuentemente leemos en la prensa y con los que desgraciadamente nos hemos familiarizado: Rafael Caro Quintero, Los Zetas, los Beltrán Leyva, los narco-juniors, el cártel de Sinaloa, los Caballeros Templarios, el cártel de Santa Rosa de Lima, la Mara Salvatrucha, la eMe, el cártel de Juárez, el cártel de Tijuana, el cártel de Los Mochis, el Chapo Guzmán, el Güero Palma, Amado Carrillo, Juan García Ábrego, el cártel del Golfo, la Familia Michoacana, la Unión Tepito y otros grupos, además de mencionar a presidentes de la república y diversos directores de grupos policiales involucrados con estas mafias. 

Todo ello sostenido por investigaciones serias de las ciencias sociales, documentado por entrevistas y análisis que le permiten al autor desarrollar su tesis: “El Estado mexicano de hoy tiene mucha soberanía y poca capacidad administrativa” (Lomnitz op. cit. p. 19). “… nuestra violencia es síntoma de un nuevo tipo de Estado, que aún no sabe o no ha querido nombrarse a sí mismo, pero que no es ya un Estado de bienestar, sino que se caracteriza por lo que se podría resumir en la sentencia: ´Mucha soberanía, poca regulación del uso de la violencia” (Ibid. p. 34.) 

Con cifras, con datos cuantitativos y cualitativos, podemos ver objetivamente cómo la violencia es un incendio que se propaga por todas partes y no hacemos algo sustancial para detenerlo. Ni el gobierno ni la ciudadanía sabemos cómo usar los extintores para este fuego. 

Los datos circulan y pasan inadvertidos como si se tratara del pronóstico del tiempo. Nos hemos acostumbrado a que “la nota roja” sea el pan de cada día en la prensa. Datos como estos que se mencionan en el libro citado:

POLICÍAS ASESINADOS

 

En México

En Estados Unidos

2017

530

45

2018

452

53

2019

446

51

2020

524

45

 

Aquí llaman la atención “las cifras correspondientes en Estados Unidos, que es un país mucho más violento que los de Europa y Asia (son) aproximadamente diez veces menos policías asesinados, en una población dos y media veces mayor”.[2] Y describe Lomnitz que los tipos de violencia que la policía enfrenta en México no tienen paralelo en Estados Unidos ni mucho menos en Europa y Asia; mientras aquí somos testigos de verdaderas masacres, asimismo atentados contra jefes de policía locales, estatales y federales.[3]   

Ante estos hechos, la vida sigue aparentemente normal en México. Se incrementan los feminicidios, las extorsiones, las desapariciones, los homicidios, se multiplican las fosas clandestinas por todo el territorio nacional, los abominables crímenes de regalar drogas a niños de primaria y secundaria que ocurren desde hace décadas para generar en ellos la adición y/o distribución de droga, más una larga lista de delitos, obvias violaciones a los derechos humanos, mientras el Presidente dice que “le tocó la de malas”, “en algo andaría”, “vamos bien”. Y a los criminales que están despersonalizados, que no actúan como seres humanos, AMLO les recomienda que le hagan caso a su mamá o a su abuelita porque “fuchi la violencia”, “guácala”. 

El presidente López Obrador se ha estado burlando de todos los mexicanos porque no ha hecho absolutamente nada por detener el avance de la violencia. ¿Y cómo le respondemos los mexicanos? Seis de cada 10 lo apoyan, aceptan su doctrina y seguirán votando por Morena. En otros escritos he destacado cómo un factor indispensable para remediar esta vorágine de crímenes está en proporcionar una auténtica educación (formal, no formal e informal), pero la 4T la tiene abandonada, olvidada, nos trata como objetos y no como personas )

¿Es éste un país de locos? ¿Todos seguimos dormidos? ¿Algún día despertaremos? ¿Seguiremos soportando que el presidente responda a esta espiral de violencia con expresiones estúpidas y con mentiras? La Antropología Social, la Sociología, la Historia y la Economía dicen que este fenómeno inició en los cuarenta, se agudizó en los sesenta y sobre todo creció notablemente a partir de los ochenta. ¿Qué debemos hacer entonces si todos los partidos políticos que han gobernado México han hecho caso omiso del avance de las economías ilegales y le han ido otorgando cada día más poder a los grupos criminales? 

Se aproxima el año electoral del 24 y no vemos claro el camino. ¿Podremos construir un nuevo proyecto de nación? ¿Qué piensan cuatro de cada 10 mexicanos que no idolatran a AMLO? ¿Tendrán la fórmula para dejar atrás esta hecatombe de violencia y destrucción humana?

Recuerdo que justamente hace cincuenta años, recién cumplía mis 18 de edad cuando representé en una casilla electoral a mi profesor de Lógica y Ética en la preparatoria del Instituto Mayllén, el profesor José de Jesús Ojeda Sánchez, candidato a diputado por el Partido Acción Nacional. Durante décadas de mi vida voté por este mismo partido, pero veo que, en los últimos años el PAN ha perdido la brújula y no tiene nada qué ofrecer al electorado desorientado y/o desilusionado; aparte de que Fox y Calderón se prestaron al mismo juego del crimen organizado. No hay por quién votar, no hay proyecto de nación viable que asegure la paz social. ¿Qué nos espera? Sin duda que seis de cada 10 mexicanos seguirán decidiendo el destino de nuestro país: más violencia, más violaciones a los derechos humanos. 





 

***
La autora es licenciada en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato, Maestra en Desarrollo Educativo y Doctora en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional. 

 

[1] Lomnitz, Claudio (2022). El tejido social rasgado. México: Ediciones Era. 

[2] Op. Cit. Capítulo 3: El brazo armado de las economías informales, p. 70.

[3] Id.