viernes. 19.04.2024
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Escenarios • Luisa Josefina Hernández • Paola Arenas

“…una de las dramaturgas contemporáneas más importantes del país…”
Escenarios • Luisa Josefina Hernández • Paola Arenas

Yo me siento muy libre en este momento. 

[…] Entonces, yo puedo tener muchas cosas que decir, pero el teatro debe ser mi instrumento y no yo el instrumento del teatro. Cuando yo tengo ganas de decir una cosa en forma realista, la digo, y si me parece que esa forma no me sirve, uso como instrumento otra forma. Me siento no comprometida con la técnica, no comprometida con el estilo, pero sí comprometida con la verdad y la belleza.

Luisa Josefina Hernández, entrevistada por Kirsten F. Nigro

 

 

El arte no es para cobardes.

Triunfar, y ese puro deseo es peligroso, si el éxito implica gustar a públicos mal educados.

Luisa Josefina Hernández

 

El Teatro Orientación fue renombrado como el “Teatro Orientación, Luisa Josefina Hernández”, a manera de un reconocimiento a la trayectoria de una de las maestras que ha impulsado e inspirado al teatro nacional desde los años 50. Este recinto forma parte del Centro Cultural de Bosque, a espaldas del Auditorio Nacional, en un complejo que se compone de ocho espacios dedicados a líneas programáticas distintas, como espectáculos danza, música, teatro, etc., que actualmente es programado directamente por la Coordinación Nacional de Teatro del INBAL.

Este foro fue inaugurado en agosto de 1957 como Teatro del Recreo para conmemorar el aniversario XXV del grupo de teatro “El recreo”, con la obra “Mundo de maravillas”, del director Manuel Lozano, con actores del Teatro Guiñol del entonces INBA. Como la mayoría de los teatros de la Ciudad de México, ha pasado por una rehabilitación, que sucedió en el año 2000, para inaugurarse con “Feliz nuevo siglo, Doctor Freud” de Sabina Berman, bajo la dirección de Sandra Félix. Desde ese momento cambió su vocación de representaciones infantiles por una más diversa, incluyendo danza, música, teatro, cine, etc., cambiando su nombre por el de Teatro Orientación, en homenaje a un grupo experimental de los años treinta que marcó al teatro nacional.  

Algunas de las obras que se recuerdan en este emblemático espacio son: La chunga, bajo la dirección de Antonio Castro;Congelados, dirigida por Lorena Maza; A ocho columnas, de Salvador Novo, bajo la dirección de Fernando Bonilla; Uma de papel, de Marcela Castillo, y Lascurain o la brevedad del poder, autoría y dirección de Flavio González Melo, por mencionar algunas.

A finales del año 2022 se agregó al nombre del recinto de Luisa Josefina, una de las dramaturgas contemporáneas más importantes del país, sin quien no se debería relatar la historia escénica que llevamos a cuestas. En la ceremonia de renombramiento, su nieto, David Gaitan, leyó un discurso de la homenajeada —pues la edad y la situación pandémica no le permitió asistir, a través del que dijo: 

Agradezco a las personas que decidieron llamar con mi nombre a un teatro; ciertamente, es un honor, pero también algo más: hacer que por un tiempo perdure un recuerdo del artista, quien tiene un gran enemigo: el olvido.

Gaitán relató: Me contó que aquí mi mamá conoció el teatro. La traían a los juegos que aún se pueden ver a un lado; veían la obra de la matiné”, además de compartir que a su abuela le gusta la idea de estar junto al Teatro de la Danza Guillermina Bravo, su amiga entrañable. Siente que así, compartiendo espaldas mientras ven lo que en los escenarios con su nombre se hace, tendrán mucho de qué hablar.

Entre los discursos de esta ceremonia, Lucina Jiménez, titular del INBAL, dijo: Estamos ante una gran escritora, intelectual y, sobre todo, una mujer libre y libertaria, que hizo en su momento una ruptura con una línea en el arte dramático de nuestro país. Ha ejercido una influencia determinante en el teatro mexicano, no sólo en términos de la escena, sino en los de quienes han dedicado su vida a la construcción dramática y a la escritura. Cuando se planteó agregar un nombre al Teatro Orientación, no hubo duda en escoger el de Hernández: era un acto de justicia y regocijo. 

Así que este teatro lleva una historia entrañable para muchos, tanto que el año pasado dentro de la gira de monólogos “Teatro a una sola voz”, nos tocó cerrar en el Teatro Orientación, Luisa Josefina Hernández”, un momento significativo, no sólo por lo que estábamos consolidando en esa gira, sino porque el nombre de la dramaturga me resuena con fuerza. Siempre ha sido una inspiración esa mujer rompiendo techos de cristal, dejando el camino más parejo para las que venimos después. Justo quien esto escribe había cursado un diplomado en dramaturgia que llevó su nombre, y que me permitió reconectar con el teatro pospandémico y encontrar una voz propia. En ejercicios de escenografía he tomado sus textos muchas veces para que los alumnos se sientan provocados a imaginar mundos desde la poderosa palabra de una mujer extraordinaria. 

El día de ese montaje, “Flores para los muertos” de Roberto Mosqueda, llegué al foro en un vestido de manga larga y cómodo, dejando de pelear con mi propia feminidad, pensando que después de tantos años me había ganado el derecho a no aparentar ser algo distinto a quien soy, que el conocimiento técnico y el estético pueden convivir sin mayor complejidad.

Los técnicos esperaban, nos organizamos de forma rápida y sencilla, colgamos una manga de lluvia y nos dedicamos a la luz. Pronto se dieron cuenta del desastre que es esa obra: setenta cues de luces en sesenta minutos, más de treinta tracks y el movimiento de la manga. Grabamos con bastante rapidez en una de estas cabinas pequeñitas, con un tapanco y una ventanilla alta para ver el escenario, a la que llegas sentada en estas sillas como de oficina en lo más alto posible, con la espalda lo más estirada posible y, como diría mi hija, haciendo cuello de jirafa. 

Los controles de audio están justo arriba en la cabina de iluminación. Se accede por una escalera marina de madera; no hay comunicación por diademas o radios, así que bajamos un cable de señal para controlar desde la cabina de iluminación durante toda la función. Se requería un cambio en la consola en un momento en particular, así que nuestra vía de comunicación sería, a la vieja usanza, dar unos golpecitos sobre una viga de madera, para avisar lo que venía. No quisiera pensar que estas carencias obedecen a una política cultural pobre o desatendida. 

Ese día comimos en la cafetería del CCB. Una de las asistentes de la coordinación me preguntó cómo me habían tratado los técnicos; al relatarle la mañana, no podía creer que compartimos dulces y que estuviéramos listos. Al parecer, no me había costado tan caro pagar piso en ese teatro; lo confirmé más tarde, cuando uno de ellos me “chuleo” el diseño de iluminación, y eso es siempre el mayor de los halagos porque viene de los ojos más educados del arte escénico, que han visto todo, que todos los días respiran teatro. 

Algo particular de estos recintos son sus sindicatos, la manera de organizarse en equipos muy específicos para cada tarea. Las áreas no se mezclan y el poder que ejercen sobre el proceso de montaje es fuerte. La vocación de muchos por el oficio es arraigada, sin embargo, los cambios generacionales han pegado fuertemente a las dinámicas laborales, nunca puedes confiarte, sobre todo si no perteneces al cerrado gremio del arte escénico de la Ciudad de México, porque acá, siguen pensando que somos la provincia y que no tenemos la capacidad o la educación necesaria. Afortunadamente se ha ido demostrando que en los estados, tenemos la suficiente fuerza generadora de proyectos y somos profesionales en nuestro oficio. 

Después de la función salimos al vestíbulo donde había aún público en la sobre-escena, comentando sobre lo que acaban de ver. Nos acercamos a los conocidos, a recibir los comentarios posteriores; ahí escuché a alguien preguntar sobre quién hacía el traspunte de esa locura. Empecé a preguntarme sobre mi labor durante todos estos años en el área de traspunte y stage manager: me he aferrado tanto a ser reconocida como iluminadora, que he perdido de vista lo que durante más años estoy desarrollando. 

Así es como sin conocerme, sin saberlo, Luisa Josefina Hernández ha guiado mi carrera profesional en muchos momentos, me ha ayudado a tomar decisiones importantes, me ha dado luz hacia el camino que debo recorrer. 

Hoy estoy a unas horas de haber cerrado mi primera función como coordinadora de traspunte en la Compañía Nacional de Teatro, así que su deceso justo en la primera semana en que me integré, me deja un vacío en el corazón, pero un rumbo claro en la escena.

Cd. de México, 27 de enero de 2023.