Cambio de modelo urbano

Cambio de modelo urbano

El modelo de crecimiento de la ciudad de León y diversas urbes del país, en las últimas décadas responde a la forma de vivir y entender nuestro espacio habitable, vivienda y ciudad.

La comprensión colectiva de ciudad o vivienda en diversas urbes mexicanas, responde en gran medida a la imagen creada por la oferta de una ciudad horizontal, predominantemente un fraccionamiento y vivienda unifamiliar.

Se denomina fraccionamiento regular al desarrollo que atiende desde su creación y el resto del proceso de urbanización y municipalización a las disposiciones de la legislación local; en caso contrario es irregular. Ambas clasificaciones tienen en común la generación de lotes, para ser ocupados predominantemente por vivienda unifamiliar, las cuales son atendidas o presentan déficit de urbanización, áreas verdes, equipamiento, etc. Dependiendo del régimen de propiedad, se pueden observar incluso desarrollos habitacionales cerrados y desvinculados, aún más, con su entorno inmediato.

Considerando el nuevo Plan Sectorial de Vivienda de León, se observa que la superficie de la vivienda en desarrollo horizontal, dentro de la zona urbana, independientemente de la situación regular o irregular de su conformación, e indistintamente del nivel socioeconómico de la población que alberga, representa un total de 13,864 hectáreas (de las cuales 3,892 son de interés social y 4,234 de autoconstrucción). Datos que contrastan con la superficie observada de la vivienda en desarrollo vertical, la cual llega únicamente a 61 hectáreas. Adicionalmente se observan 7,990 hectáreas que integran el centro y barrios de la ciudad, espacio en donde se puede observar desarrollos de vivienda mixtos (horizontal y vertical).  

La vivienda horizontal ha creado una forma dominante de comprender la ciudad, fenómeno cultural que implica un reto por abordar, debido a la construcción de una imagen creada por la sobreoferta horizontal, o por la ausencia de una oferta urbana funcional y eficiente.

Los fraccionamientos regulares, independientemente del régimen de propiedad, tenían como factor de sobrevivencia la política federal de vivienda de los últimos años, la cual impulsó su construcción como estrategia económica, sin mayores controles para prevenir su impacto al entorno. Este año la federación estableció nuevas políticas de vivienda, fomentando una ciudad compacta y el impulso de vivienda al interior de la ciudad, de forma densificada y con usos mixtos. Bajo esta premisa, el financiamiento federal no impulsará más los prototipos de fraccionamientos tradicionales, estableciendo un reto para plantear nuevos proyectos urbanos que deben integrarse e intervenir sobre las oportunidades de la ciudad existente.

Los fraccionamientos irregulares albergan a la población que presenta las condiciones más críticas de pobreza en la ZML. Cuentan con la ausencia total de planeación y diseño urbano. El riesgo en este caso se ubica en la forma de dignificar esos asentamientos humanos. Actualmente el interés primordial es otorgar certeza jurídica a la propiedad; sin embargo no existe de forma paralela la garantía o consideración de establecer un programa de ordenamiento urbano. Esta omisión ocasiona el reconocimiento legal de las condiciones espaciales, a pesar de contar con falta de orden desde su creación, vulnerables por las condiciones de su ubicación, retirando con este criterio la oportunidad de ofrecer una alternativa más ordenada y digna de habitar la ciudad a la población que requiere de mayor atención e inclusión social. 

El centro y barrios de la ciudad, representan áreas que están en un proceso de disminución de su población, incrementando el número de viviendas en abandono, generando áreas con ausencia de vitalidad y entrando a un proceso acelerado de deterioro. Sin embargo, son las que presentan mejores condiciones de ubicación respecto a la ciudad, así como cualidades de interés, al integrar en su interior edificaciones de valor patrimonial, elementos de identidad de la comunidad, servicios, sistemas de transporte, equipamiento, etc. Situación que implica garantizar un estudio responsable de los elementos y condicionantes del entorno antes de interactuar con lo existente, como una responsabilidad indiscutible en la construcción de ciudad.

Los vacíos urbanos y predios subutilizados existentes entre los fraccionamientos regulares, irregulares, centro y barrios de la ciudad, representan una oportunidad adicional para albergar alternativas para integrar y fomentar el acceso a una nueva calidad de ciudad. El déficit de vivienda, áreas verdes y equipamiento, tiene oportunidad de ser albergado en estos espacios, compensando las debilidades o carencias de los entornos inmediatos.

Enriquecer el conocimiento y la forma adecuada del estudio, calidad y diseño de los nuevos proyectos urbanos a crear al interior de la ciudad, representa una diversidad de oportunidades y fortalezas para replantear el desarrollo urbano. Permite explorar nuevos modelos eficientes de ordenamiento, mejoramiento y consolidación urbana, los cuales serán indispensables que la comunidad conozca, permitiendo con ello fortalecer y hacer viable el impulso y promoción de nuevos modelos urbanos, y aportando con ello la ruptura de prejuicios culturales que obstruyen el cambio de modelo y la justificación necesaria para reformar las reglas existentes para hacer ciudad, así como replantear los mecanismos de gestión de los proyectos urbanos.

El pasado viernes, la delegación de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (SEDATU) realizó la consulta pública en el estado de Guanajuato, sobre el Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Vivienda 2013–2018. Valdrá la pena conocer en los siguientes días, los resultados de la experiencia y aportaciones generadas en el foro de consulta ciudadana.

Sin duda, nuestras ciudades requieren de una pronta atención para su mejora y desarrollo responsable con su entorno; se requiere una reforma urbana inminente, que atienda nuevas estrategias.