miércoles. 24.04.2024
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Laura Fernanda Meraz: un ángel de fuego en el escenario de la vida • Víctor Hugo Mondelo

“…fui seducido por ella, por su cocina, por el teatro y por tener ante mí un «volcán en erupción»…”

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Laura Fernanda Meraz
Laura Fernanda Meraz: un ángel de fuego en el escenario de la vida • Víctor Hugo Mondelo

 

Es difícil hallar argumentos y palabras en un momento de pérdida. En la madrugada del sábado 26 de junio del 2021, Laura Fernanda Meraz Mejorado Madrid sufrió un accidente cerebrovascular. Después de cubrir un ciclo de cuatro años de talleres con madres y niños en más de treinta comunidades de Guanajuato, terminamos en  El Jilote, municipio de Cortazar, con el proyecto Lazos de Agua, que recoge recursos mediante organizaciones internacionales como One Drop de Estados Unidos, Living Water de Canadá (ONG del Cirque du Soleil) y FEMSA de México, para el cuidado del agua en el mundo, junto al grupo de teatro y títeres de Los Tiliches del Baúl con el que Fernanda venía trabajando desde el año 2000.

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En los últimos talleres en que participamos, Fer se encargaba de tomar la evidencia del trabajo de construcción de títeres, de preparación actoral con los niños, de sesión de yoga con las mamás. Ella era incansable, siempre en movimiento, siempre adelante. En el Jilote hubo una despedida apoteósica para Laura Fernanda, mi Loba Love, como la apodé hace más de 17 años. En su muerte, aparte de donar los órganos, huesos y tejido muscular, nos dejaba con un mensaje de amor y empatía hacia los demás, único.

Una niñez en jauja y el abandono en su adolescencia

Cuando conocí a Fer la vi como un ángel con las alas rotas. Yo era un ser gris, sin sentido de vida, fuera de cumplir con los avatares de haber acabado una carrera administrativa y una maestría en desarrollo organizacional y humano. La conocí cuando yo era coordinador estatal de participación ciudadana en prevención del delito, dentro de la Secretaria de Seguridad. Laura Fernanda fungía como tallerista, coordinadora y actriz en varios proyectos de los Tiliches del Baúl; le entraba a todos los menesteres escénicos bajo el lema de cuerpo alerta, cuerpo decidido.

Debo reconocer que fui seducido por ella, por su cocina, por el teatro y por tener ante mí  un “volcán en erupción” como la describió Antonio Peñuñuri, maestro de actuación en el CEA de Televisa, cuando la vio hacer una escena de desamor en un diplomado de actuación con Casa del Teatro, con Luis de Tavira y Tomás Rojas, quienes seguían de cerca la brutal actuación de Fernanda cacheteando a un actor queretano, quien fue noqueado, literalmente, ante una poderosa, fulminante cachetada, de la ardiente histriona que siempre fue ella –dejaste los dientes en la pared- exclamó Peñuñuri al tambaleante actor.

Laura Fernanda nació prematuramente, casi a los siete meses, mientras su padre, el reconocido periodista Fernando Meraz Mejorado, leía con cierto halo de nerviosismo El Otoño del Patriarca de García Márquez. Era la segunda hija de Laura Madrid, quien era estudiante de Psicología en la UNAM al momento del nacimiento de Fer.

Su infancia fue feliz en cierto modo: entre lujos, viajes, visitas a su familia de Durango, en las cocinas de las abuelas y bisabuelas maternas y paternas. Vivió en un caserón en la calle Cali de la entonces flamante colonia Lindavista del Distrito Federal. Sus relatos de los convivios familiares en restaurantes como Arroyo o Hacienda de los Morales, de los almuerzos en el Camino Real de Polanco, de los premios nacionales de periodismo a su padre, quien fue parte de la generación dorada de aquel Excélsior vetado por Echeverria.

El encuentro con la realidad y la tristeza fue en la separación de sus padres, cuando Laura Madrid decidió por causales de violencia y desamor dejar a Fernando. Laura Fernanda apenas entraba a su pubertad y de la noche a la mañana se debió convertir en madre de su hermanita, Mariana Meraz, siete años menor. Empezó una vida de abandono y descuido, que devino en una serie de abusos hacia ella de todo tipo. A los diecisiete años su hermano mayor le presentó a un amigo, quien se convirtió en su pareja y posterior verdugo, con quien vivió un infierno inenarrable.

Ante la ruptura familiar Laura Madrid intentó rescatar a Fernanda, pero ella vivía bajo el síndrome de Estocolmo con la bestia, un amor saturado de tortura, secuestro, aislamiento, violencia desmedida y abuso psicológico. Fernanda entonces huyó de su captor e intentó en varias ocasiones trabajar de manera independiente, se fue a vivir a La Condesa  y trabajó para la constructora de Grupo Las Lomas, con gran éxito, valiéndose por ella misma, pero aquella abominación no dejaba de seguirla. Dejó su trabajo y se embarazó de Sarah, huyó a Celaya, León y Guanajuato. Sin embargo, caía en los chantajes de su enferma relación y regresaba al círculo de violencia, a la oscuridad, y fue cuando nació su segunda hija, Pau.

El Teatro como agente de salvación

Durante el año 2000, abrigada por Laura Madrid y Óscar Garduño, quienes la acogieron con sus bebés y le dieron trabajo con Los Tiliches del Baúl, empezó en cuestiones administrativas, pero pronto venció su miedo a los escenarios y empezó a trabajar como actriz y titiritera. También al poco tiempo venció su miedo a su doloroso pasado y decidió abandonar definitivamente al psicópata padre de sus hijas.

Su trabajo dentro del teatro empezó a curar sus profundas heridas. Fue un bálsamo pues convirtió su tragedia personal en una gran energía en el escenario. Fue cuando me la topé, como un ángel con las alas rotas que de repente me enseñó a volar a su lado. Debo recordar que mi encuentro con ella fue un cambio total en mi vida y me lance al precipicio de una vida trascendental con ella. Amigos y familiares no lo aprobaron en un inicio, pero luego los enorgullecía vernos tan felices haciendo algo que nos apasionaba con tanta intensidad, el teatro.

Empezamos nuestra senda en varios proyectos institucionales con el DIF, la Procuraduría de Justicia y la de Derechos Humanos, con obras de teatro escritas por Laura Madrid y dirigidas por Oscar Garduño, como El Mundo al Revés (sobre la igualdad de género), Chalecito (sobre los niños de la calle), Las Cartas de Merceditas (sobre cartas de señoras en plenitud en los centros gerontológicos de todo Guanajuato), así como proyectos con títeres y botargas para la Comisión Estatal del Agua y la Coordinación General de Comunicación Social de Gobierno del Estado, con proyectos entrañables como El Cántaro Mágico, Los Hidrokids  y La Familia Buendía.

Empezamos nuestra primera participación como actores en la obra de teatro escrita por Jaime Chabaud, Sin Pies Ni Cabeza, dirigida por el teatrista leonés Ybis Arellano dentro del Programa Nacional de Teatro Escolar del INBA, donde actuamos en el Teatro Doblado más de cien presentaciones para casi cuarenta mil niños de las escuelas de León, en el año 2005.

Era como un sueño; el trabajo nos llegaba a raudales. También participamos como colaboradores, artistas y talleristas en el Festival Internacional Titerías, tanto en Guanajuato como en la Ciudad de México, conociendo a colegas entrañables con quienes hicimos gran amistad como Lourdes Pérez Gay, Amaranta Leyva, Lucio Spíndola, Leonardo Kosta, Emiliano Leyva, Guillermo Acevedo, Carlos Converso. Nuestra época dorada como titiriteros fue cuando Fernanda tomó un curso de títere bunraku o de manipulación directa. Jaques Trudeau, del Theatre Sans Fil de Quebec, Canadá, quedó asombrado de la manera magistral con la que manipulaba a la niña de otra obra entrañable de Laura Madrid, La Canción de la Luna. Dentro del gremio titiretil Laura Fernanda siempre encontró cobijo sin igual, colaborando con Gelos Giles, Sofi Giles, Khristina Giles, Luis Martín Solís. Con artistas internacionales como el peruano Hugo Suarez, los argentinos Claudio Hochmann, Fernando Cardama y Carlos Piñeiro, el puertorriqueño Miguel Moran o el italiano Claudio Cinelli, con quienes llegamos a formar grandes amistades y colaboraciones.

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Mantis Mandala, Cuentos Revivos, el paso profesional

Mi amigo David Arturo Tapia, el entrañable Baloo, a quien conocí en la Ibero, apodó a Laura Fernanda Meraz como la Mantis, pues consideraba que me había devorado la cabeza, por el romance que había nacido entre nosotros. Esa anécdota le hizo mucha gracia a mi amada Loba, y fundó junto a Laura Madrid el grupo de teatro experimental Mantis Mandala, con el que desarrollamos puestas para público adulto, entre las que destacan Pinche Amor, Las Soldaderas y Baby Boom en el Paraíso.

Pinche Amor, de Aletse Toledo, fue estrenada en el marco del Festival Internacional de Arte Contemporáneo, en los sótanos del Instituto Cultural de León, debajo de la Plaza de los Mártires. Las Soldaderas fue un proyecto que Laura Madrid desarrolló del texto con el mismo nombre de Elena Poniatowska. Con el papel de La Cucaracha, Fernanda ganó el premio a mejor actriz del Concurso de Teatro Histórico Nacional del Bicentenario en Celaya, donde la obra también ganó el premio a la mejor puesta en escena del certamen. Baby Boom en el Paraíso, fue una beca del actual PECDA que Laura Fernanda Meraz ganó en el 2012 para un monólogo, con un texto de la costarricense Ana Istarú.

En el año 2007, debido a un trabajo de arteterapia en hospitales, fundé el grupo de teatro y promoción cultural Cuentos Revivos. Con Laura Fernanda desarrollamos al alimón más de veinte distintas puestas escénicas desde cuentacuentos, obras de teatro de mediano formato como Diego en su Laberinto y Cervantes Delirante, donde Fernanda desarrolló como actriz y titiritera un total de diez personajes en ambas obras, así como un gran proyecto con la Feria de León, un homenaje al teatro de revista con La Carpita. Me dirigió en una adaptación de teatro de objetos con Pinocho y Las Máscaras Sagradas, que giramos en festivales internacionales como el Cervantino.

Nos especializamos en trabajo de Prevención Social contra la Violencia y la Delincuencia y llevamos a cabo talleres de Arte Urbano, Oficios, Recuperación de Espacios, Prevención del Bullying, Obras de Teatro, Líderes Sociales, entre muchos más. Ahí Fernanda y yo recorríamos y trabajábamos con grupos de personas de los polígonos con mayor delincuencia en Celaya, Guanajuato, San Luis de la Paz y León, y con giras teatrales por todo el estado de Guanajuato, Querétaro, Jalisco, Quintana Roo o el Estado de México.   

En el año 2009 tuvimos una nueva temporada del PNTE del INBA, ahora con la obra de Louise Bombardier Un Campo, dirigida por Laura Madrid y con una asesoría inolvidable del gran teatrista y traductor francés Boris Schoemann, donde trabajamos con la actriz Natyeli Guevara Lafarga, quien se convirtió en una de las más grandes amigas de Fernanda, junto a otra gran creadora escénica de Luna Negra, Maru Jones.

En el 2011 llegó el estreno de nuestra obra quizá más exitosa, dentro de otro PNTE del INBA, Valentina y la Sombra del Diablo, de Verónica Maldonado (una obra que hablaba sobre el abuso sexual a una menor de edad), con la asesoría de Indira Pensado, donde compartimos el escenario con el gran actor leonés Javier Sánchez Urbina, con quien luego colaboramos en hermosos proyectos de su laboratorio de teatro El Golem junto con Eulalio Nava, Ginna Álvarez y Roberto Mosqueda. Con Valentina y la Sombra del Diablo, producida por Los Tiliches del Baúl, llegamos al record de más de 120 funciones en los teatros Doblado y María Grever. Fuimos a temporadas al teatro Julio Castillo del Complejo Cultural del Bosque, en la Ciudad de México, tuvimos giras por toda la nación y en la Muestra Nacional de Teatro de Campeche y en el Festival Internacional Cervantino del 2013.

Una gran promotora, escritora, vestuarista, cinéfila y exquisita cocinera

Otro logro notable junto a la camaleónica Laura Fernanda Meraz Mejorado Madrid fue en el 2016, cuando nos dieron la oportunidad de organizar y producir el Festival Cultural de la Fundación de Silao, donde programamos a colegas de la región, nacionales e internacionales, a un inolvidable ciclo que duró una semana con La Carreta Loca Del Nabo, Moebius Clown Teatro, Factotum, Golem, Títeres La Mar, Espartaco Martínez, La Kumbancha Teatro, Los Tiliches del Baúl, Teatro de los Sueños, Cornisa 20, Cuentos Kamishibai y Cuentos Revivos. También hubo talleres para artesanos sobre la mítica danza del torito, y proyección de cine con el cineasta Alberto Cerillo. Al final más de quince mil personas presenciaron el festival programado por la inagotable Fer.

Otra de sus pasiones fue el cine, donde realizó una parte del casting de bits y extras en Guanajuato y la Ciudad de México para la película El Fantástico Mundo de Orol dirigida por Sebastian del Amo, quien en varios festivales de cine agradeció la gran labor de Laura Fernanda, donde ella compartió escena y créditos con el actor Roberto Sosa. Fue una de las actrices más presentes en los Laboratorios Kinoroom del Colectivo de Cine de León, filmó varios cortometrajes, comerciales y series televisivas en León trabajando con directores como el Chango Pons, Christian Vilches, Gerardo Leos y Pedro Antonio González, entre muchos otros.

Aparte de su gran gusto por el cine, desde nuestro compartido fanatismo hacia las películas de Marvel, al cine de Federico Fellini, Buñuel, Jim Jarsmush, Tarantino, Akira Kurosawa, amante de Tim Burton y una admiradora religiosa de Johnny Depp. Cómo olvidar las idas a festivales de cine o conciertos musicales, donde íbamos acreditados por el Heraldo o Milenio, revistas como Pravia, Fang o medios digitales como Es Lo Cotidiano, donde Laura Fernanda escribía, igual que en la revista Alternativas del Instituto Cultural de León, artículos de opinión sobre arte, cultura y entretenimiento.

También desarrolló varios proyectos como vestuarista, en obras del Programa Nacional de Teatro Escolar del INBA, con Mantis Mandala, Cuentos Revivos y Los Tiliches del Baúl. Su gusto por la moda, la buena ropa y accesorios, sobre todo en el plano teatral, era notable. Conocía de maquillaje pues tomó varios cursos y fue varias veces modelo de Lookslab de Angelique Campos. También fue modelo de varias campañas publicitarias —era muy fotogénica– con fotógrafos como Alfonso Plascencia, Laura Mariana Meraz o Carolina Segura.

Aparte de su amor a los escenarios, estaba su más refinada maestría por la cocina: pasaba horas viendo programas de concursos de chefs, ella siempre notaba los errores pues su sazón fue heredada por recetas y las habilidades culinarias ancestrales de su familia; desde muy pequeña se metió a las cocinas. Sus pastas eran insuperables, igual que sus sopas, panques, ceviches de mil y un colores, así como esas mañanas con sus chilaquiles verdes, pan francés, huevos rancheros, chicharrón en salsa verde, para comer sus pasteles de carne, sus soufflés vegetarianos, sus ensaladas, su gusto por el buen vino y el buen queso. Llegamos a visitar juntos las más humildes fondas de gorditas, donde las cocineras siempre se llevaban los halagos y aplausos de Laura Fernanda, igual que los restaurantes más refinados donde, si todo funcionaba bien, mandaba a felicitar al chef, o si algo fallaba del servicio, ahí ella no tenía miramientos y hacía críticas severas y enérgicas al mesero, garrotero, barman, gerente o cocinero.

Durante la pandemia tuvo la iniciativa de vender burritos, a los que apodó junto a nuestra hermosa hija Valentina Los Purritos, envueltos como wraps bien tostaditos. Claro que fueron un exitazo: los de chicharrón prensado, chicharrón, camarón, teppanyaki, carne molida, deshebrada chilaquiles, mole rojo con pollo, rajas con queso, papa, garbanzo, nopales, etcétera; hechos con los mejores ingredientes, se vendían como pan caliente. Un día compramos un molcajete en el mercado de artesanías San Miguel de Allende. El artesano le preguntó si era para adorno. —Por supuesto que no, es para hacer salsas–, le respondió Fer, a lo cual él se me acerco, me tomó de la mano y me dijo: cuídela, que este tipo de tesoros ya no existe en el mundo.

Una guerrera dadivosa hasta el final

A pesar de tener juntos viajes al extranjero, trabajo y giras constantes durante sus últimos años, Laura Fernanda Meraz vivió igual el estrés y la zozobra de sus dos primeras hijas, a quienes su pareja anterior le arrebató, secuestrándolas, sobornando a abogados y jueces. A pesar de que Fernanda metió juicio, fue a ver a procuradores de justicia y de derechos humanos, a pedirle de manera personal hasta al presidente de México, gritando e implorando que la ayudaran a recuperar a sus hijas, pasó muchos años sin convivir con ellas, sólo con visitas al centro de convivencias en la Ciudad de México y algunas vacaciones. Ellas llegaron a la adolescencia, abandonadas después de la secundaria por el padre, quien las torturó igualmente, lo cual les trajo problemas psicológicos severos que Fer no pudo sanar, pero hizo todo su esfuerzo por recuperar su cariño y darles amor.

Otro problema que puso en jaque nuestra relación y estabilidad fue la salud de su padre, el periodista multilaureado Fernando Meraz Mejorado: hace dos años y medio llegó a León, pasamos la peor navidad pues sufrió una neumonía fulminante que lo mantuvo por meses hospitalizado, pero lo sacó avante su hija guerrera, quien por meses lo atendió sin cansancio y sin dormir semanas para salvarle la vida. Fernanda, con el apoyo de su hermana, la fotógrafa Laura Mariana Meraz —que vive en Nueva York– y su tío —otro periodista, radicado en Washington D.C.– Gregorio Meraz Mejorado, sacaron de nuevo el barco a flote, con nuevos episodios de crisis de salud.

En plenitud, la madrugada de aquel sábado que quisiera olvidar murió en los brazos míos y de nuestra hija Laura Valentina, apretándonos con todas sus fuerzas, un ángel de luz que me regaló los momentos más felices y satisfactorios de mí vida. Cuando íbamos en la ambulancia seguía respirando, entró en crisis, en paro cardiaco, dos paramédicos la revivieron. En el Hospital General de León la recibió todo un equipo multidisciplinario, como película. Fer ya estaba dormida; al mediodía el diagnóstico era muerte cerebral. A la madrugada siguiente los helicópteros Black Hawk y del Gobierno del Estado llevaban a toda prisa sus órganos, huesos y tejidos musculares a otros hospitales, para salvar otras ciento cinco vidas por la suya.

Dos días antes veía sus fotos en mi celular. Ella, la reina de las selfies y los pensamientos positivos en las redes sociales, ella que me levantaba cada día con un beso y un café, ella que hubiera deseado fumarse un buen churro de mariguana con Johnny Depp. Ella que siempre me hacía parar la camioneta para observar el atardecer, sentir el aire y ver las montañas. Ella, tan soberbia y crecida en el escenario. Veo los recuerdos, sus fotos con los niños y las señoras de las últimas comunidades, regalándoles sonrisas. A una señora que no podía con su bastón le regaló una caminadora. A centenas de personas en situación de calle les regaló purritos. Perdóname por regañarte por tu sentido total de empatía, caridad y amor a los demás.

Creo que éste es el texto más sanador y doloroso que nunca pensé escribir, sobre nuestro fulgente periplo de casi dos décadas. Laura Fernanda Meraz Mejorado Madrid. El amor de mi vida.

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