El Evangelio Según • Corridos Tumbados • Víctor Hugo Pérez Nieto
“Se les recuerda que está prohibida la contratación de cualquier grupo musical o banda en el área de playa frente al condominio Camino Al Mar concesionada al condominio”, se leyó en un cartel que causó mucho revueloen Mazatlán, Sinaloa.
Sobre todo porque esos condominios están habitados por norteamericanos y ricos.
La indignación fue porque los mexicanos creemos quenadie tiene porque
decirnos que basura escuchar. La música de banda es unbodrio, pero es nuestro bodrio.
Analizando por qué los Coppel y los gringos no quieren escuchar banda y corridos tumbados en las playas deMazatlán, y esta vez, por muy mal que me
caigan lo dueños de las tiendas departamentales que tienen endeudada a casi la mitad de la población de México (laotra casi mitad le debe a Elektra), y que bajo el consejo bíblico A la tierra que fueres haz lo que vieres, los gringos no deben
decirnos qué chingaderas decidimos que son parte de nuestra cultura, por primera vez coincido con ellos.
Y es que a cuyas cacofonías no se les puede llamar música.De un
momento a otro los narco corridos se extendieron comocáncer a lo largo y ancho del país.
Cuando niño, la plaza de armas de Veracruz era el lugarideal para ir a escuchar los danzones, la marimba,huapangos y sones, pero hoy están copados por bandas
que desplazaron a la verdadera música regional jarocha.¿Cómo se puede justificar? Si Sinaloa está al otro lado dela república, en otro océano, hasta donde llegaron losvalses y las polcas europeas que degeneraron en la bandaregional
mexicana. Decía García Márquez que “también Veracruzes Caribe”, y se lo arrebató la narco cultura del norte delpaís.
El chilango, que antes era salsero por excelencia, hoy seembelesa con disonantes historias de trocas, ranchos yarmas, aunque muchos nunca han visto un venado o ungato montés. Bueno, para ser precisos, ni siquiera una vacalechera. ¿Qué explicación tiene eso?
Los cacofemismos que los cantantes “belicones” carraspean con voz forzada para hacerla aguardentosa no hacer reflexión de nada, son carentes de recursos
literarios; cuando mucho son una suerte de onomatopeya de hiena africana que se repite una y otra vez sin cambiosde tonos o matrices y donde un bajo sexto lo domina todo del inicio hasta el fin. Alguna vez que me subí altransporte público tuve que escuchar la de “compa, que le parece esa morra” en contra de mi voluntad. Con analizar una sola pieza se puede terminar el estudio detallado de
todo un subgénero y una subcultura sin morir en elintento. Me imagino que Manuel M. Ponce regresaría a su ataúd
Y vaya que los mexicanos siempre hemos estado a lacabeza de lo que a
¿música?, bueno, sí, lo voy a apodar “música regional” y bailes ridículos se refiere, basta recordar el pasito duranguense o el tribal para sentir vergüenza ajena
cuando viaja uno al extranjero. Diría lo mismo de los paisanos de Bad Bunny, pero nosotros ya tenemos lo nuestro con Dany Flow, Bellakath y resto de “músicos urbanos” que deberían ser motivo de estudio antropológicoy psiquiátrico. Muestra de que si algo es muy malo, como el reguetón, nosotros lo podemos empeorar, para que no nos subestimen.
Pero si hay algo que me hace explotar los oídos peor que el reguetón, son los corridos tumbados. Y no me considero una autoridad musical, no obstante conozco deltema: estuve 3 años en un conservatorio aprendiendoarmonía, he ganado concursos internacionales de poesía y literatura ( para quién quiera
discutir de las letras y sus figuras literarias) y estudié medicina, donde además de psiquiatría, llevamos otorrinolaringología, audiología, foniatría y en mi sub
especialidad aprendí sobre los potenciales evocados (en este caso corresponderían los auditivos).
La corteza auditiva del lóbulo temporal organiza lossonidos y discrimina lo que es contaminación de armonía,pero se tiene que ejercitar a tempranas edades para evitardaños en dicha estructura cerebro vascular. Esto es que,quien no sabe
distinguir entre ruido y música, es muy probable que tenga dañada está estructura, o que por idiosincrasia sesufra de una hipotrofia (falta de crecimiento) en dicho nivel.
La psiquiatría tiene distintas teorías del porqué glorificarun tipo de vida al margen de la ley, pero el análisis es muy extenso, tanto como la historia del corrido
Mexicano, que sobrepasa los dos siglos de vida y tuvo suauge en la Revolución.
Y sí, muchos al final de cuentas dirán que cada quien escucha lo que quiere, puede o entiende, pero no está demás ponerle mayor atención a la ciencia en
lugar de dar una explicación a base de disonanciascognitivas. Pero sobre todo es importante respetar losoídos del prójimo, así como se prohibió el cigarrillo por cuidado a los pulmones ajenos de personas inconscientesque fumaban hasta en los camiones y elevadores.
Cuando los gringos se quejan de la banda, se les puederecriminar y echarles la culpa de cualquier cosa, menosde no tener un oído mejor educado que el nuestro.