jueves. 18.04.2024
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DIARIO DE NAVEGACIÓN

Abstinencia [XIX]

José Luis Justes Amador

Abstinencia [XIX]

Mayo, 25

Por fin ha llegado el calor a la ciudad. A pesar de todas las desventajas que tiene el tiempo de verano respecto al de invierno, hay una gran ventaja para quien quiere dejar de fumar. Es más desagradable un cigarro en tiempo de calor que en tiempo de frío. Con el invierno sirve para calentarse. Con el calor llega a ser insoportable el hecho del ardor en la garganta.

El nuevo propósito de esta semana es no fumar al sol.

Mayo, 26

Acudo a una serie de charlas y conferencias. Llego, como siempre, fashionably early. El evento, como siempre, comienza tarde. Aunque ya es de mañana aún no hay el sol suficiente como para que incomode. Fumo un cigarrillo tras otro anticipando lo largo de la espera y lo más largo aún de las ponencias una tras otra.

Si la gente no hiciera las cosas siempre tarde, si los eventos no comenzaran siempre tarde, fumaría menos.

Mayo, 27

Hay algo en las mañanas sin fumar que es inexplicable para quien no ha sentido nunca la falta de algo. Es, al mismo tiempo, físico y mental. La sensación más corporal implica un movimiento como el del hambre que se manifiesta siempre en ruidos extraños y un nerviosismo mayor que el de costumbre hasta que no vemos saciada esa necesidad de la comida. Lo extraño aquí es que no sea una necesidad real como en el caso de la comida, la sed o, también, las ganas irresistibles de ir al baño.

Sin embargo es peor la mental, porque mientras la sensación física se puede comparar con otras, lo que pasa dentro de la cabeza (es decir, el cómo se siente la abstinencia) no tiene comparación más que con otras abstinencias. Y aquello que no sabemos con qué relacionar es siempre más complicado de entender que lo que sí.

Mayo, 28

Y en la noche sí he logrado llevar a cabo el propósito de no fumar en el cuarto. Eso implica leer o conjurar el sueño sin más ayuda que el amor o un vaso de algo sin alcohol. En las noches ya no aparece esa misma sensación, la física, la mental, que en la mañana.

Mayo, 29

Hoy, el primer día del mes que lo logro, he estado todo un día sin fumar. El motivo ha sido sencillo: la falta de tiempo.

He ido de una entrevista de trabajo a otra. Todas con el mismo resultado. Pero el nerviosismo era tanto que ni siquiera dejaba que el nerviosismo derivado de la falta de nicotina llegara a aparecer.

La primera de las entrevistas parece que promete y que ya tendré menos tiempo para fumar si logra concretarse el trabajo.

Mayo, 30

(Transcribo esto ya demasiado tarde en la noche, lo que valió un pequeño regaño por parte del editor. Lo transcribo tan rápido que ni siquiera tengo tiempo para prender un cigarrillo. No logro sin embargo no fumar dos días seguidos.)

Mayo, 31

Termina el quinto mes del año. He logrado estar cinco días sin fumar en estos cinco meses. Entro a ver los efectos positivos que tendría dejar de fumar a los pocos minutos, a los pocos días, a los pocos meses. Las páginas que consulto prometen efectos infinitamente instantáneos. No he sentido ninguno de ellos. O lo dejo definitivamente o dejo de leer páginas que, bajo la apariencia de ciencia, son pseudociencia.

(Releo lo escrito antes de enviarlo y ahora sí puedo prender un cigarrillo con la alegría del trabajo bien hecho, aunque tardío.)

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