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Películas centenarias y cincuentonas (1966/2016)

Fernando Cuevas de la Garza

Películas centenarias y cincuentonas (1966/2016)

En Hold Me While I’m Naked, corto de George Kuchar que explora la idea del cine en el cine, a través de un director en plena depresión, se reflexiona también acerca del acto creativo y su trascendencia. Para que una película sea recordada después de uno o medio siglo, debe tener un sello distintivo y una manufactura resistente al envejecimiento prematuro. Revisemos algunos ejemplos presentados hace 50 y 100 años.

1916

Tras recibir algunas acusaciones acerca de su mirada racista, D. W. Griffith filmó Intolerancia, filme clave para el desarrollo del lenguaje cinematográfico en el que se narra la historia de una joven pobre, separada de su hijo y marido, que se entremezcla con la condena a Jesús y la masacre de San Bartolomé en París durante 1572. Después de esta película, el cine no se volvería a tener el mismo significado visual.

En aquellos años, se recurría a historias clásicas para adaptarlas al cine, tales como 20,000 leguas de viaje submarino de Stuart Paton con base en el texto de Julio Verne; Snow White de J. Searle Dawley, retomando ideas de cuentos famosos; The Right to Be Happy de Rupert Julian, sustentada en el cuento de Charles Dickens; Sherlock Holmes de Arthur Berthelet, una de las primeras versiones fílmicas del gran detective y el serial Judex de Louis Feuillade, con el héroe de la máscara que nos vendría bien en estos tiempos de impunidad casi total, en plena lucha contra el corrupto banquero Favrauxom.

1966

Unas de vaqueros, héroes y espías

El western estuvo muy bien representado por El bueno, el malo y el feo, clásico instantáneo de Sergio Leone, acompañado del omnipresente score de Ennio Morricone y la presencia del trío Eastwood-Wallach-Van Cleef. Además, el spaghetti western se nutrió de Django, dirigida por Sergio Corbucci con su carga antirracista y por un par de despedidas: Texas, adiós de Ferdinando Baldi y Adiós gringo de Giorgio Stegano.

El gran cineasta Richard Brooks entró al género con Los profesionales, contando en su alineación con Lancaster, Marvin, Ryan y Strode, como el inusual equipo para rescatar a la esposa de un ricachón texano, secuestrada, faltaba más, por un revolucionario mexicano. En tanto, La última jugada de Fielder Cook combinaba el contexto del western con la comedia de apostadores que quieren pasarse de listos. Una espadachina rescatista se dio vuelo en Bebe conmigo (Da Zui Xia) de King Hu, filme que empezaba a reelaborar el género de las artes marciales.

¡Atención automóviles! es una comedia criminal soviética de Eldar Ryazanov, en la que un agente de seguros también es un ladrón de coches, pero al estilo Robin Hood: le roba a los malos para dar el dinero a la caridad. Por su parte, el dúo dinámico apareció en pantalla de la mano de Leslie H. Martinson: Batman anunciaba de manera temprana el auge comiquero que hoy vivimos en el mundo del cine. Por su parte, Paul Newman se encargó de El Blanco móvil (Harper) de Jack Smight para interpretar a Harper Lee, el famoso detective creado por Ross McDonald y de Cortina rasgada, bajo las órdenes de Alfred Hitchcock.

Conflictos

Viviendo sus últimos quince minutos de fama, Edie Sedgwick protagonizó Lupe, bajo la dirección de Andy Warhol, una particular biografía de la potosina Lupe Vélez, de vida turbulenta y triunfadora en el Hollywood de los treinta. Mike Nichols rodó el clásico ¿Quién le teme a Virginia Wolf? Con Elizabeth Taylor y Richard Burton, mientras que Michelangelo Antonioni se escapó de la burguesía italiana para filmar Blow Up, retratando el Londres del Mod, con un misterio irresoluble de por medio, capturado por el fotógrafo protagonista.

El profundo director sueco Ingmar Bergman propuso Persona, intenso, poético, femenino e íntimo retrato de dos mujeres en condiciones aparentemente opuestas pero con subyacentes vasos comunicantes que van trastocando, desde la comunicación, sus lógicas relacionales: una actriz muda y su enfermera se enfrascan en un monólogo verbal y una interrelación en el amplio sentido del término.

Los franceses contrastaron sexos: Jean-Luc Godard rodó Masculino, Femenino y Claude Lelouch Un hombre y una mujer, con enfoques distintos y acordes con las perspectivas de cada uno de los cineastas: experimental el primero y romántico el segundo. Por su parte, Robert Bresson realizó Al azar de Baltasar, historia sobre el burro del título y Marie, que vivían en armonía hasta que son separados y padecen destinos diferentes. En términos totalitarios, François Truffaut arriesgó con la esperada sensibilidad en Fahrenheit 451, basada en el clásico de Ray Bradbury

Realizada por Hiroshi Teshigahara, La cara de otro retomó el tema de cómo se puede trastocar la personalidad, aquí desde la ciencia ficción, en cuanto a las máscaras que usamos para desenvolvernos socialmente, caso también revisado en El otro Sr. Hamilton (Seconds) de John Frankenheimer. Basada en la novela de Knut Hamsun, escrita y dirigida por Henning Carlsen, Hunger (Sult) sigue a un aspirante a escritor en plena crisis económica intentando mantener intacta su dignidad. Black Girl, realizada por Ousmane Sembène con base en su novela, sigue a una joven senegalesa que busca asentarse en Francia.

Historia

Andrei Rublev, segundo largometraje del gigante soviético Andrei Tarkovsky, es un impactante fresco de la Rusia medieval luchando entre el salvajismo y la mística, representado a través del pintor iconográfico del título y estructurado en siete episodios, con una cámara en perpetuo y seguro movimiento, dando cuenta del proceso de culpa, redención y conflicto eterno del personaje central, en un ambiente convulso y en intensa disputa; en riguroso blanco y negro hasta que al final se presentan los trabajos del artista, la versión original rebasaba los 200 minutos pero la censura oficial dejó la cinta en “solo” tres horas: un ejemplo de cómo esculpir en el tiempo.

Dirigida con articulado uso de recursos tanto actorales como de producción por Fred Zinnemann, El hombre de dos reinos (A Man for All Seasons) centró su mirada, dentro del contexto de la ruptura que buscaba Enrique VIII, en los últimos años de Tomás Moro, buscando la utopía hasta el aliento final. John Huston realizó La Biblia, recreando los primeros pasajes del Génesis y Gillo Pontecorvo dirigió la poderosa y reveladora La batalla de Argel en tono documentalista y panorámico.

Desde Checoslovaquia llegó Las pervertidas de la realizadora Vera Chytilova, en la que se seguía a dos jóvenes desinhibidas en tiempos de nacientes revueltas y Trenes rigurosamente vigilados, dirigida con gracia y cercanía por Jirí Menzel, transitando con soltura entre la comedia y el drama con el joven Milo, quien se suma al trabajo con todo y uniforme, tras una tradición familiar, a una estación perdida durante los años finales de la 2da. Guerra Mundial. En tono similar e igual contexto, La fuga fantástica de Gérard Oury buscaba un resquicio de paz entre franceses y alemanes durante la ocupación de París y alrededores.

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