Enero y la Nostalgia • Arturo Mora Alva

“…hacer que la gratitud nos dignifique y nos salve como personas, como comunidad, como sociedad y aun como especie…”

Enero y la Nostalgia • Arturo Mora Alva

Y ahora creamos en un largo año que nos es dado nuevo, intacto y lleno de cosas que
nunca han sido ni existido.

Rainer Maria Rilke


 

En memoria de Martha Acevedo Segura
Para David Martínez Mendizábal.

 

 

Nos atamos al tiempo, a un calendario cósmico por demás arbitrario, a un conteo del tiempo que nos permite poner fechas y registrar sucesos, al menos para tener una idea de lo que es un transcurrir perpetuo, pero, que nos pone ante la capacidad humana de la memoria y de ahí a la construcción de la cultura y de la propia historia personal.

Inicia el 2021 y después de un inédito 2020, que está por demás para el olvido, pero que también es para el aprendizaje, en muchas dimensiones y planos. Para tener con ello la oportunidad de valorar la vida con todas sus consecuencias y dar sentido y significado a la fugaz existencia que nos define.

Este enero es especialmente complejo, duro, bizarro y cargado de violencia, dice una buena amiga mía. Los muertos y las masacres se acumulan en los primeros días del año. El asalto al Capitolio, animado por las palabras maliciosas e irresponsables de un megalómano como Trump, deja abierta la puerta a las violencias, que de por sí se agudizan dentro de muchas familias, y en la absurda manera de imponer por la fuerza visiones que dejan de lado la dignidad y los derechos humanos de mujeres, niños, niñas y adolescentes, y en especial de ancianos, en el contexto de esta pandemia que los deja aún más desprotegidos.

La memoria nos lleva a los recuerdos, y “a pasar por el corazón” lo vivido, lo que se extraña, lo bueno que se añora —las más de las veces-, pero, también de lo que duele, y con ello, a sentir uno de los sentimientos más complejos que experimentamos los seres humanos: la nostalgia.

Nostalgia viene del griego (nostos equivale a regreso, algos y la terminación algia a sufrimiento) y alude a la pena de estar ausente de la tierra, de los amigos. Y también se refiere a la tristeza generada por el recuerdo de esas pérdidas. En el año que recién terminó, las pérdidas fueron una constante: pérdidas de empleo, pérdidas de las rutinas de la cotidianidad, pérdidas de los espacios de socialización como las escuelas y las universidades, pérdidas de pareja y pérdidas de familiares, de amistades. La muerte arrancó vidas de un golpe: “Temprano levantó la muerte el vuelo, / temprano madrugó la madrugada, / temprano estás rodando por el suelo”, escribió Miguel Hernández, y así se han ido muchas personas. Ha sido un año terrible, al que se suma el dolor de quienes se han contagiado y de la lucha que han dado para sobrevivir.

Freud sostenía que el “amor es nostalgia”, porque para él, el amor es de lejos, lejos en el tiempo que no vuelve y en su recuerdo toda la idealización encuentra su lugar. Lejos en proximidad física, le exenta de la decepción, incluso de la lealtad. También consideraba que la nostalgia solía aferrarse a nuestra mente, porque el olvido no es posible. Para él no había manera de eliminar toda huella de lo acontecido”. *

Así, los recuerdos se agolpan en la cabeza y en el corazón. Los que han partido antes son convocados por nosotros, para que el olvido no se apodere de ellos. Nuestros muertos nos dan vida, la remembranza los hace presentes, en imágenes, en sueños, en aromas, en colores, en sabores, en infinidad de pretextos y emociones que los recuerdos tienen y atesoran.

Néstor Braunstein le llama el goce de la memoria aferrada a lo perdido y ausente. Un concepto que parece contraponer dos ideas que, en primera instancia, se sienten contradictorias; ¿acaso lo perdido, lo aferrado y lo ausente debe gozarse?” Paradoja que nos remite al amor que es nostalgia. “Toda experiencia se acumula mediante los cinco sentidos, y basta con que solo uno de ellos sea disparado para sentir el llamado “goce de lo ausente”, y se confirma —por así decirlo– lo complejo de la nostalgia, que en el fondo es manera de saber vivir en soledad y sentir empatía y ternura con esos otros a los que amamos en vida.

La vida se va viviendo sin libreto, sin manual, pero sí con tenacidad, con audacia, con curiosidad, y si es posible, con reflexión e inteligencia. Al mismo tiempo se va viviendo en el reto de sentir la vida, de experimentar con los sentidos y con las emociones y transitar con los sentimientos que vamos reconociendo en nosotros y en los otros, hacia nosotros mismos. Necesitamos vernos, tocarnos, abrazarnos, escucharnos, hablarnos. Hoy eso es parte de lo que más se extraña, de esa nostalgia que se siente en el alma en estos tiempos del Covid-19.

Vienen tiempos más difíciles y complejos. Son tiempos de un enero de invierno, frío y con nevadas en muchas partes del mundo. Días blancos, días grises, días negros. En la política sucede lo mismo: lo que vendrá tiene tintes de tormenta invernal, fría y cruda, y habrá que ver si seremos capaces de imaginar primaveras y veranos llenos de vida.

Por ahora, habrá que combatir a la nostalgia que nos lleva a la tristeza, para que emerja esa otra nostalgia, la que nos permite hacer memoria de lo bueno, la de sentir una vez más el amor a nuestros padres, a nuestros hermanos, a toda la familia, a nuestros amigos, de evocar a los que ya no están.

Epicuro, filósofo griego, escribió: “Contra la nostalgia el único remedio auténtico es la gratitud”. Ser agradecidos es una de las salidas que tenemos en esta pandemia para apreciar, valorar, respetar y amar a las personas que queremos aquí y ahora, y hacerlo desde que inició este mes enero —por demás lleno de nostalgia-, y hacer que la gratitud nos dignifique y nos salve como personas, como comunidad, como sociedad y aun como especie, en la certeza de la incertidumbre y de lo inesperado.

 

 

  • Braunstein, N. (2011, junio 16). Diálogo sobre la nostalgia en psicoanálisis. Desde el Jardín de Freud, Vol. 11, pp.51-66. 2019, diciembre 27, De Fundación Mexicana de Psicoanálisis. Base de datos.