La reacción de la industria del plástico

"En Guanajuato, nuestros legisladores siguen sin atreverse a enfrentar a la industria. Por lo pronto empecemos nosotros, reduciendo al máximo el uso de los plásticos de un solo uso…"

 

La reacción de la industria del plástico

 


Empezó el año en la Ciudad de México con la entrada en vigor de las disposiciones legales que prohíben el uso de bolsas de plástico en los supermercados y otras tiendas. No es el primer lugar en nuestro país donde esto sucede, pero como en otras ocasiones, lo que pasa en la capital tiene una fuerza que puede inclinar más fácilmente a otras entidades.  Esto ha preocupado a los fabricantes de plástico en el país, quienes han lanzado una campaña en la que buscan convencernos de que los plásticos no son los enemigos, e incluso ridiculizan la medida, diciendo que es como si, para luchar contra el abuso en las escuelas, quisiéramos cortar las manos a los niños abusadores.

Esgrimen argumentos absurdos, como el de que al sustituir el plástico se talarán los bosques, porque se usarán bolsas de papel, o que los vendedores tirarán más basura por no tener donde guardar los desechos, etc. Incluso argumentan que se producirán más gases de efecto invernadero porque se tendrá que producir más carne, dado que se descompondrá mucha de la producción por no tener envases adecuados.

Para defender el uso de las bolsas, la campaña desinforma y confunde deliberadamente. En primer lugar, porque las regulaciones sobre el plástico no buscan acabar con todos los plásticos, sino con aquellos de un solo uso que se pueden sustituir. Las bolsas para envasar alimentos perecederos no se están prohibiendo, aunque lo ideal en todos los casos es buscar alternativas. Por ejemplo, es mejor comprar la carne sin necesidad de usar charolas de unicel.

No se busca sustituir las bolsas de plástico por el equivalente de bolsas desechables de papel, sino buscar bolsas que sean reutilizables. Además, es preciso entender que no es lo mismo un recurso renovable que uno no renovable y que, además, proviene de fuentes fósiles. No es verdad, como argumenta la industria, que los plásticos se degraden fácilmente. Se pueden ir pulverizando y volviendo poco visibles, pero permanecen incluso en el estómago de los peces que comemos. De acuerdo con la ONU, los microplásticos han sido detectados en la sal de mesa comercial. Algunos estudios aseguran que 90% del agua embotellada y 83% de la de la llave, contienen partículas de plástico.

Es verdad que es importante reciclar, pero es muy difícil que se logre hacerlo al 100%. Sólo 9% de los plásticos que se producen en el mundo se hacen a partir de material reciclado. Cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año, y cada minuto se compra un millón de botellas de plástico. No más del 30% son recicladas. Al año se producen, según la ONU, 300 millones de toneladas de residuos plásticos, lo que equivale al peso de toda la población humana.

En una cosa tiene razón la campaña de los productores de plástico: la prohibición de usar plásticos de un solo uso no puede ser vista como la única solución al problema del deterioro ecológico. La solución de fondo tiene que ver con cambios más radicales en nuestros patrones de producción y de consumo. Pero medidas como la prohibición de las bolsas son, de cualquier forma, necesarias, porque estimulan a las empresas para buscar soluciones menos nocivas para el ambiente, y ayudan a crear una conciencia que a la larga pudiera llevarnos a soluciones más ambiciosas.

En Guanajuato, nuestros legisladores siguen sin atreverse a enfrentar a la industria. Por lo pronto empecemos nosotros, reduciendo al máximo el uso de los plásticos de un solo uso.