Chispitas de lenguaje • Americanismos… y algunos apuros • Enrique R. Soriano Valencia

“Esta categoría no se limita a palabras; también comprende frases, que sólo se entienden por el contexto…”

Chispitas de lenguaje • Americanismos… y algunos apuros • Enrique R. Soriano Valencia


Mi amigo el actor Félix Maldonado se encuentra de gira por Latinoamérica y supongo que será cuidadoso con el lenguaje porque… las palabras en español no se entienden igual en todas partes. Recomiendo por ello, consultar el Diccionario de americanos de las Academias de la lengua, para no pasar apuros. 

Se llama americanismo a las palabras propias del español de América. Una mínima parte de ellas han sido recogidas por el Diccionario. Sin embargo, quedan muchas palabras del uso cotidiano en nuestros países para que dos o más personas se comprendan. Lo anecdótico radica en que una misma voz puede ser usada de forma diametralmente distinta en otro país. Esta categoría no se limita a palabras; también comprende frases, que solo se entienden por el contexto.

En México, por ejemplo, a las gaseosas se les llama ‘chesco’ (eufemismo de refresco), pero en España esa voz se usa para nombrar de forma cariñosa (hipocorístico) a quien se llama Francisco. ‘Bicho’ en México es un animalejo; en Colombia se usa como sinónimo de nalgas; en Costa Rica, para calificar a alguien muy habilidoso, incluso genial; en Uruguay se utiliza como verbo para revisar algo («Te bicho la computadora»); y en Guatemala, Nicaragua y Puerto Rico para referirse de forma soez al órgano sexual masculino. ´Caco’ en México se usa para un ladronzuelo; en Argentina coincide el uso, pero en Colombia es un homosexual y en República Dominicana, cabeza. En Argentina se llama ‘vereda’, lo que en España es la acera y en México banqueta. En España el muchacho es cariñosamente llamado ‘chaval’, chavón en Argentina, chavo, chamaco, bato y boixo en México.

En un foro del español consulté por la forma en que llaman a los apuntes consultados indebidamente en los exámenes. En México le decimos ‘acordeón’. El nombre es muy gráfico porque se dobla de forma que sea fácil consultar y pase inadvertido para los sinodales. Sin embargo, a ese mismo objeto en Ecuador se le llama ‘polla’; en España, ‘chuleta’; en Argentina, ‘machete’.

Amablemente, don Ignacio Frías, en el foro, me refería esta anécdota: «Le pasó a Melva, ecuatoriana de Guayaquil. Estudiaba Derecho en la Complutense, en Madrid. Llegado el día de su primer examen, el tema era la Historia del Derecho y le preguntaron por «Los postglosadores y la escuela de la Exégesis». Ni la más remota idea tenía la guapa ecuatoriana. Entonces, de forma muy discreta, recurrió en voz baja al compañero más próximo. El español oyó boquiabierto que la chica le decía: «Por favor, dame tu polla» [en España, polla se usa para designar de forma vulgar al pene]. La cara de sorpresa del español, estaba para nota. Nuestra amiga ecuatoriana comprendió entonces de inmediato que había dicho algo inconveniente. A toda velocidad, hizo memoria y recordó que en otros países próximos a su Ecuador natal a los apuntes ocultos se llama de forma diferente. ¿Cómo era, cómo era...? –se preguntó mentalmente– ¡Ya está! «Perdona, Juan. No me he explicado bien. Lo que quiero que me des es tu acordeón, esa cosa que se hace grande cuando la sacas».

 

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