¿Somos más que algoritmos? [VI] La antropología en empresas digitales • Maricruz Romero

“…la organización social humana tiene muchos códigos de interacción que no necesariamente responden a la lógica mercantil…”

En las Jornadas de Antropología de la Red Nacional de Estudiantes de Ciencias Antropológicas Guanajuato - Foto, Maricruz Romero Ugalde
En las Jornadas de Antropología de la Red Nacional de Estudiantes de Ciencias Antropológicas Guanajuato - Foto, Maricruz Romero Ugalde
¿Somos más que algoritmos? [VI] La antropología en empresas digitales • Maricruz Romero

 

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El viernes 28 de octubre de 2022 concluyeron las V Jornadas de Antropología organizadas por la Delegación Guanajuato de la Red Nacional de Estudiantes de Ciencias Antropológicas (RENECA), integrada por representantes de estudiantes del Programa de Antropología Social de la Universidad de Guanajuato; ese día hubo oportunidad de escuchar las experiencias de egresadas/os y titulada compartiendo los resultados de su investigación. 

Retomo la experiencia de una egresada que gracias a ser representante de la RENECA cuando fue estudiante, coordinó trabajos colaborativos y estableció redes nacionales que ahora le han permitido ser parte de una empresa mexicana que atiende problemas sociales para dar soluciones tecnológicas. 

La colega narró cómo desde una universidad privada mexicana, una persona diseñó una empresa que inició sólo con esa persona. Luego, gracias a la convocatoria realizada por Facebook, se seleccionaron 5 personas más y en tan sólo 4 años, para 2022, está integrada por 85 colaboradores. ¿Cuál fue la estrategia de este crecimiento exponencial? Si entendí bien, la confianza y el trabajo horizontal. 

Para compartir la filosofía de la empresa donde el eje es el desarrollo humano de sus colaboradores se inicia con seis meses de capacitación, donde se enfatiza que serán escuchadas/os, e invita a contribuir desde su propio perfil para encontrar posibles soluciones ante las demandas de los clientes. Se trata de “quemar el Kardex”, esos conocimientos, procedimientos, actitudes y aptitudes desarrollados en el nivel universitario que nos construyen un acercamiento cognitivo profesional, ante la realidad social; o sea desaprender. Una vez aprobado ese nivel de aprendiz, se colabora en equipos de 5 personas donde existe un colíder y un líder. La estructura así planteada es piramidal; no obstante, al enfatizar el trabajo multidisciplinario para atender problemáticas específicas, el trabajo proactivo para autogestionar aquello que se requiere mejorar o comprender se manifiesta al dedicar tiempo para la autocapacitación que permite tomar decisiones y asumir responsabilidades o bien, ceder, ser flexible en beneficio del bien común. En este contexto, el manejo de un segundo idioma —particularmente el inglés–se visualiza como imprescindible para dialogar, tanto con los miembros del equipo como con sus clientes. 

Estos nuevos modelos productivos donde la flexibilidad laboral, la autocapacitación y la ubicuidad del trabajador —me refiero a que se mezcla el trabajo en la empresa con el home office sin respeto de horarios- parecieran la panacea. Lamentablemente para jóvenes universitarios, particularmente egresados y titulados de las ciencias sociales y humanidades lo primero que enfrentan es la incomprensión, desconocimiento o prejuicios sobre lo que pueden y saben hacer en beneficio de la sociedad. En segundo término, a la búsqueda obstinada de la ganancia de las empresas o bien, la contratación por honorarios en la mayoría de las instituciones públicas, excepto algunos puestos pactados por los organismos sindicales o el corporativismo político. 

En este contexto nada alentador, experiencias como la narrada pueden generar una esperanza que contrasta con lo que está dominando en el mercado laboral para jóvenes antropólogos en el estado de Guanajuato. Me refiero a que en la mayoría de los casos, su primer trabajo es en la docencia, generalmente en escuelas privadas a nivel secundaria y preparatoria. 

El imaginario dominante cuando se dice que se estudió antropología social parece conducir a la historia, la geografía, la arqueología, la antropología física o hasta la paleontología. 

En un estado con 46 municipios donde predomina la organización familiar con dominio patriarcal, religión católica y marcada inequidad social, atender a los grupos vulnerables desde los diferentes grupos de edad (niñeces, juventudes, vejeces),  géneros (mujeres y diversidades), pasando por los problemas estructurales de educación, economía, accesibilidad a servicios, entre otros, plantea las infinitas posibilidades laborales para nuestros egresados, que tienen la capacidad crítica analítica para identificar las circunstancias culturales (desde prácticas hasta valores pasando por símbolos) que impactan en el desarrollo de la vida digna.

Entre sus virtudes o características del perfil profesional destaca la sensibilidad para empatizar con las personas a través de la observación, la escucha, la convivencia, el “estar ahí”, y así reconocer aquello que nos hace humanos; me refiero a las contradicciones con las que vivimos entre lo que decimos, lo que pensamos y aquello a lo que aspiramos. En estas contradicciones están las posibilidades de encontrar puentes interculturales, ya que cuando se hacen explícitas las tendencias, siempre podemos descubrir algo que nos une. A partir del trabajo en campo, los antropólogos sociales son capaces —como todo científico social de la Universidad de Guanajuato– de escribir, redactar informes, generar diseños de diagnósticos participativos, hacer entrevistas, encuestas u organizar grupos focales y, lo más importante, comprender la realidad y dar cuenta de ella, para encontrar — junto con las personas con quienes trabajan– alternativas para atender y/o resolver las problemáticas identificadas. 

Desde el punto de vista que he estado abordando, “¿Sómos más que algoritmos?”, llama la atención cómo en los últimos años se han creado empresas que atienden al sector empresarial desde la antropología digital[1]  por poner un ejemplo en México o antropología de la empresa,[2] en España. Ambas ofrecen sus servicios considerando la importancia de la cultura manifestada en comportamientos específicos. 

La primera, de acuerdo con lo publicado en su página, busca identificar las “tribus digitales” para, con estimulación mercadológica previa, ofrecer propuestas al equipo de la empresa que contrata el servicio, para que tome conciencia del “tipo de lenguaje visual y lingüístico que atraerá al público objetivo en cada ocasión”, para lograr un “posicionamiento orgánico altamente planificado”, esto es “un marketing menos intrusivo”. Aquí el eje es la mercadotecnia, utilizando antropología digital. Eso dicen. 

En la segunda, el énfasis consiste en, desde la antropología social, aplicar “teorías y metodologías…para comprender cómo la cultura afecta los ecosistemas de las organizaciones”. De ahí que el propósito se resuma en “hacer de la antropología de la empresa una pieza fundamental para la innovación centrada en las personas”. Se autodefinen como “un laboratorio de investigación especializado en analizar el comportamiento del consumidor, la experiencia del usuario y la experiencia del cliente”.

En ambos casos se reconoce la importancia de conocer al ser humano, desde la perspectiva de dar soluciones a las empresas. Sin embargo, la organización social humana tiene muchos códigos de interacción que no necesariamente responden a la lógica mercantil. 

De ahí que seamos más que algoritmos. 

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La autora es etnóloga, profesora de la Universidad de Guanajuato adscrita al Departamento de Estudios Sociales, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Campus León e integrante del Cuerpo Académico: Agua, Energía y Cambio climático.

 

[1] https://mercadology.mx/agencia-de-marketing-digital-en-queretaro/

[2] https://antropologia2-0.com/en/us/