martes. 23.04.2024
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León en el siglo XX [IX] • Muchos planes y estudios, pero lo real es agobiante • Miguel Ángel García

Periódico El Sol de León, portada, 10 de septiembre de 1965
Periódico El Sol de León, portada, 10 de septiembre de 1965
León en el siglo XX [IX] • Muchos planes y estudios, pero lo real es agobiante • Miguel Ángel García

[Ir a la entrega anterior de esta serie, León necesita con urgencia un plano regulador]

Para 1958, año en el que ya se había publicado el Plano Regulador de Manuel Chacón, primer plan urbano de la ciudad, que no tuvo aplicación formal pero si una influencia importante en las siguientes décadas (se le seguía mencionando años después como referente), se podía ver cada día en los periódicos, avisos comerciales anunciando nuevas colonias y fraccionamientos que surgían ante la necesidad de las nuevas familias que hacían de León una ciudad cada vez más poblada, como los de Jardines de Jerez o Loma de las Hilamas (18 de febrero); o Jardines del Moral (2 de marzo), algunos de tipo residencial y otros de tipo popular, o residencial campestre como Cañada de Negros (23 nov). Esto da cuenta del surgimiento de las colonias durante los años cincuenta y sesenta: Loma Bonita, Manzanares, La Florida, etc., como un reflejo del crecimiento de la ciudad y de la necesidad y demanda de terrenos y viviendas para la creciente población leonesa.

Las nuevas colonias surgían en una ciudad que crecía de forma intensiva, poblacionalmente cuatro veces en un periodo de 30 años, pasando de ser una de  103,305 habitantes en 1940, a 420,150 en 1970. Esto trajo también, con la necesidad de atención a los diversos aspectos del desarrollo urbano, problemas relacionados con la falta de regulación en la venta de lotes para vivienda, en la falta de capacidad de la administración municipal para procurar que los nuevos asentamientos contaran con las mínimas facilidades urbanas requeridas como vialidades urbanizadas, infraestructura, servicios o equipamiento urbano, todo acompañado por la imposibilidad de que las colonias se asentaran en zonas perfectamente diferenciadas entre si mediante una conveniente zonificación. La aleatoriedad y anarquía en función de la oferta de los propietarios de terrenos cercanos a la ciudad histórica, propiciaron en ese periodo la formación de una extensa área periférica que ya en 1970 era de 5,034 hectáreas, cuando en 1950 había sido de 1,021. Si León había crecido cuatro veces en población en treinta años a partir de 1940, su extensión habría crecido casi seis veces en el mismo periodo, si se considera que en los inicio de los años cuarenta ocupaba una extensión cercana a las 900 hectáreas, apenas pocas más de las de su ciudad histórica, formada en 400 años a partir de su fundación, celebrados en 1976.

La ausencia de control en el desarrollo urbano de la ciudad propició que durante esas mismas décadas surgieran innumerables fraccionamientos “piratas”, como entonces se les llamaba. Por supuesto que no existían fraccionamientos “regulares” o “irregulares” como ahora, porque no había un marco legal de diferenciación. Lo que sí había era la evidencia año con año, de nuevos asentamientos que hacían más difícil a las autoridades municipales su atención. El 5 de julio de 1963, en el Sol de León, se habla de los asentamientos periféricos, como “cinturones de miseria”, condición urbana que se consideraba entonces:

[…] un “vicio natural” de las grandes ciudades […] que en nuestra ciudad es consecuencia -en vías de convertirse en un problema extenso-, de la voracidad y del incumplimiento que fraccionadores y colonizadores han observado en la apertura de nuevas colonias y fraccionamientos que carecen de todos los servicios e incluso se trazan a capricho y sin ajustarse a reglamentación alguna […] el problema puede enfrentarse antes de que adquiera el carácter de monstruoso y de mayor gravedad, con tan solo exigir responsabilidades a los fraccionadores, atacando el punto de la burla con que han actuado contra los vecinos de las docenas de colonias pobres obligándolos a cumplir con la dotación de los servicios urbanísticos indispensables […]

Por supuesto que en ese 1963 se seguía observando el mismo fenómeno que desde hacía más de una década ya se conocía, de que

[…] muchas personas compran terrenos en las inmediaciones de la ciudad con el único propósito de conservarlo en espera del desbordamiento de la población, que consecuentemente elevará el valor de los citados terrenos, claro que nada se puede hacer en contra de sus propietarios, pero si es necesario que se haga un plan definitivo de urbanización. (La voz de León, 4 de enero de 1952)

El panorama para León en el aspecto urbano no era el mejor. Podía ser, entonces como ahora, “monstruoso y de mayor gravedad” en las periferias, que mantenían condiciones de vida difíciles para muchos leoneses. Era frecuente leer noticias como la siguiente:

Ningún servicio en Santa Clara. Miserable panorama de chozas sin agua, luz, banquetas […] en las llamadas “colonias proletarias” prolifera la miseria y se deshumaniza la condición de nuestras clases más humildes. La colonia Santa Clara se ubica sobre un extenso terreno pantanoso que se localiza en las calles Carmona, Acapulco y Palo Cuarto, o sea apenas unas cinco cuadras de la plaza de San Francisco […] (Sol de León, 8 sept. 1965)

La evidencia del “atraso en la quinta parte de León” era para los mediados de los años sesenta un enorme desafío para las autoridades:

[…] falta agua, drenaje, luz; además limpieza y vigilancia policiaca. Más de setenta mil personas, o sea la quita parte de la población se desenvuelven en un ambiente carente de servicios en las colonias de la periferia en que habitan […] (Sol de León, 21 de enero de 1965).

Innumerables Fraccionamientos Piratas. Ningún control del municipio” (Sol de León, 10 septiembre 1965), eran noticias que reflejaban la realidad urbana de León en ese camino hacia la segunda mitad del siglo XX. La ausencia de control urbano tenía como evidencia el hecho de que:

[…] se encuentran registrados solamente sesenta y cuatro fraccionamientos, incluyéndose en este las colonias residenciales, pero hay muchas más colonias, de las llamadas proletarias, que se han fincado en fraccionamientos piratas que no siquiera son conocidos por las autoridades.

Esta circunstancia impide que se ejerza un control perfecto sobre los nuevos núcleos de población que vienen surgiendo como consecuencia de la apremiante necesidad de dar acomodo a los miles y miles de nuevos habitantes que engrosan cada día nuestra población. (Sol de León, 10 septiembre 1965)

La posibilidad de actuación de las autoridades municipales era limitada. La primera Ley de Fraccionamientos del Estado de Guanajuato se decretó en diciembre de 1967. Como parte del proceso de definición de esta base normativa tan importante entonces, la autoridad municipal anunciaba en una publicación de ocho columnas del Sol de León el 4 de febrero de ese año:

Ninguna autorización más para abrir fraccionamientos.

El crecimiento de la ciudad será controlado, toda nueva zona queda sujeta a las disposiciones oficiales.

Hasta en tanto se haya formulado el reglamento de colonias, las autoridades municipales no autorizarán un nuevo permiso para fraccionamientos, pues tal es la causa de la serie de problemas de tipo urbano que ahora enfrentan todas las colonias de la periferia.

Pero no dejaron de formarse nuevos fraccionamientos. No se podía actuar contra el “punto de la burla con que han actuado” (como se citó arriba) y seguían haciéndolo los fraccionadores. Mientras esto ocurría, para 1967 habían pasado casi tres décadas desde el inicio de la urbanización en León. Lo que prevalecía, tal vez como el correlato de un fenómeno persistente hasta nuestros días, relacionado con la expansión urbana, el mercado de suelo y la actuación de la administración pública para elaborar planes, normas y procesos de gestión para los fraccionamientos y fraccionadores, se puede resumir en una nota del 20 de marzo de 1959, en ocho columnas del Sol de León, que decía:

LAS COLONIAS POBRES ABANDONADAS A SU SUERTE. Muchos planes y estudios pero lo real es agobiante.

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