Las paredes oyen. Las de La Habana además son parlanchinas, cuentan una historia de esplendor y purga. Cuando caminas por sus calles entre sones y sonrisas se les puedes oír diciendo: fuimos grandes, somos resistentes, seremos libres. Son la expresión material de un régimen que invirtió esperanza y sacrificio pero sigue sin repartir utilidades. La Revolución se convirtió en obligación: sólo los enemigos de la Revolución expresan que las paredes van desnudas como el dictador. Las paredes protestan descarapelándose; cuando piden ¡Libertad! las escuchas con tus ojos, ellas tienen la suerte de gritar sin riesgo de ser encarceladas.
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Liz Espinosa Teran. Compone y escribe. Lo que más disfruta es hacer música original para cine, video o para instalaciones artísticas.