Arpa inglesa y kora senegalés, en este primer miércoles de Cervantino
El Festival Internacional Cervantino lleva varias ediciones en plan de sobreviviente: entre reducciones presupuestales y dificultades para la selección e integración de programas consistentes, ha logrado mantenerse desde su inauguración en 1972. Ahora, en su 48ª. edición se desarrollará sobre todo a través de transmisiones en vivo por aquello de la sana distancia, del 14 al 18 de octubre en una especie de versión sintetizada con presentaciones, exposiciones, instalaciones, actos académicos y algunas aventuras colaborativas en el mundo virtual. Uno de los conciertos más esperados es el que integra las cuerdas de dos grandes intérpretes de sendos instrumentos: el arpa y la kora, de orígenes distintos pero encontrándose en intenciones y repercusiones sonoras.
La arpista galesa Catrin Finch (1980) fue niña prodigio, empezando a tocar a los seis años e integrándose a la National Youth Orchestra of Great Britain a los diez. Continuó su proceso de formación y participó en múltiples concursos, desarrollando su natural talento musical, hasta que se convirtió en la arpista oficial del príncipe de Gales, cargo que ocupó del 2000 al 2004, para fungir después como docente en el Royal Welsh College of Music and Drama and the Royal Academy of Music. Ha estampado su firma en Carnaval de Venise (2001), de aroma itálico; Crossing the Stone (2003); el autorreferente The Harpist (2004); Goldberg (2009), entrando al mundo de Bach; siguieron Annwn (2011), Lullabies (2013) y Tides (2015), con elementos propios del new age; ha colaborado con Karl Jenkins, Avi Avital, John Rutter, Hayley Westenra y Julian Lloyd Webber, entre otros músicos y agrupaciones.
Por su parte, el senegalés griot Seckou Keita (1978) es uno de los principales intérpretes de la kora, a la que define como “un instrumento que tiene tres almas… la calabaza (el cuerpo o caparazón) y la madera, que son la parte vegetal; el cuero, que es la parte animal y el intérprete” (entrevista de Bruno Barta, Letras Libres). De larga tradición familiar, aprendió el arte que por herencia le correspondía pero él quiso ampliar su horizonte musical, a pesar de ciertas reticencias de sus parientes: primero fue la llamada world music en los años noventa, integrándose como baterista al grupo Baka Beyond, y después entró a la clásica y sus estructuras, ya asentado en Inglaterra. Su enorme versatilidad se puede escuchar en Mali (2003); Afro-Mandinka Soul: Tama-Silo (2006), en formato de cuarteto; The Silimbo Passage (2008), en plan familiar Miro (2012); 22 Strings (2015) y Transparent Water (2017), junto con Omar Sosa.
Finch y Keita se conocieron en el 2012 y grabaron Clychau Dibon (2013), conversación entre cuerdas inquietas o pacientes, según el momento, y vivificadores contrapunteos que remiten a tierras contrastantes, de los bosques británicos a las selvas africanas, de la tradición de la música de Malí y Senegal a los alientos del clasicismo de Europa del Norte. Volvieron a conjuntarse para producir SOAR (2018), en el que incluyen, cual muestra de sincretismo atemporal, 1677 y Yama Ba, del afamado tío Solo Cissokho, además de Bach to Baïsso, en la que el gigante de la música universal se va metamorfoseando en sonidos folk de espíritu senegalés y gambiano. Encuentro de cuerdas que genera sensaciones múltiples, como experimentar un ambiente abstracto y atmosférico, de alcance celestial, para después descender a tierra firme y respirar la sutileza rítmica que se eleva desde los pies hasta el agraciado pensamiento.